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La carpa de la cultura

Actividades del proyecto originario, La Carpa Espacio Artístico/ Juan Gabriel Pelegrina

María Muñoz

Durante cuatro años, profesionales del teatro, el circo, la danza, la música, el cine, la arquitectura o la gestión cultural sacaron adelante un proyecto colectivo de auto-empleo en unos terrenos municipales. Montaron cerca de 400 espectáculos que vieron casi 30.000 espectadores y se convirtieron en un modelo de referencia en los circuitos culturales europeos. Cuando el Ayuntamiento de Sevilla no les renovó el contrato de cesión no tardaron ni un mes en ponerse de nuevo en pie. Casi un año después, el proyecto regresa en la forma de la cooperativa Red Creativa La Carpa , que aglutina a 17 entidades socias y pretende convertir un pabellón abandonado de la Expo `92 en un modelo cultural colaborativo que involucre a la ciudadanía, a las instituciones públicas y a la Administración.

“Estamos terminando los estatutos y en breve nos inscribiremos como cooperativa mixta de servicios públicos, una figura pionera ya que aglutina tanto servicios como trabajo asociado y con el requisito de que debe incluir una institución pública”, explica Rafael Rivera, miembro de la Red Creativa La Carpa, donde hay otras cooperativas, colectivos, asociaciones o empresas productoras de artes escénicas y visuales, gestores culturales, artistas o arquitectos. También una institución pública, la Universidad Internacional de Andalucía, con la que llevan colaborando desde hace tiempo.

Hace un año supieron que debían abandonar los terrenos municipales donde La Carpa Espacio Artístico había estado trabajando y enseguida comenzaron a buscar nuevos espacios. El estudio de arquitectura Recetas Urbanas, también miembro del proyecto, les mostró un posible lugar: el palacio del siglo XV de la Expo de Sevilla, un espacio que ocupa 7.000 metros cuadrados y que lleva más casi 23 años abandonado. “Hemos hecho un peritaje con tres equipos de arquitectos, el propio arquitecto que construyó el edificio también nos ha facilitado información y hemos visto que no tiene ningún problema más allá de supone limpiar y rehabilitar un edificio que lleva tanto tiempo cerrado”, señala Rivera.

El inmueble pertenece a la Junta de Andalucía, con la que ya se han reunido y aseguran que ve con buenos ojos el proyecto. “Ellos no tienen dinero para rehabilitarlo y lo que proponemos nosotros es hacer una rehabilitación compensada, una colaboración pública privada que se traduciría en la prestación de un servicio público esencial como es la cultura y que ellos como Administración pública están obligados a promover”, explica el miembro de La Carpa. Para ello la Junta debe abrir un concurso público al que el proyecto pueda acceder y poder firmar el convenio de cesión.

Participación ciudadana

Mientras tanto, trabajan en la definición de los estatutos que marcarán los niveles de participación de las entidades promotoras, de las instituciones públicas participantes y, sobre todo, de la ciudadanía. “Queremos crear un modelo de consumo de cultura, en el que los ciudadanos se involucren, sean activos y decidan de qué manera quieren participar”, subraya. Pone como ejemplo el caso de alguien que a cambio de ofrecer sus servicios como pintor reciba entradas para ver un determinado número de espectáculos.

“Uno de los pilares del anterior proyecto era el aprovechamiento de bienes en desuso”, señala Rivera, quien afirma que “la Junta tiene naves enteras con material que ya no usa como focos, o incluso funcionarios que no tienen el suficiente trabajo y este será un lugar abierto a la colaboración y el trabajo de todos”. Su intención es crear un modelo que sea “replicable” en otras ciudades, que no solo se quede en la rehabilitación de un edificio sino en llenarlo de un contenido completo: desde una programación estable de espectáculos y actividades artísticas, sociales y técnicas, cursos de formación a profesionales, talleres para escolares, escuelas de circo música, conferencias o debates hasta el alquiler de espacios para ensayos, actuaciones o conciertos o la puesta en marcha de festivales.

Por el momento, mientras buscan financiación a través de la banca ética o entidades como Coop 57, son ya 17 entidades socias, además de los cerca de 2.000 socios particulares que ya formaban parte de La Carpa Espacio Artístico. “Muchos otros tantos se están ya poniendo en contacto para participar”, afirma Rivera. Todos ellos buscan un objetivo común, señalan los promotores, como es “satisfacer necesidades de profesionales y usuarios (servicio público), generar empleo, vertebración del territorio, cohesión social, desarrollo local, empoderamiento ciudadano” con la cultura como eje vertebrador.

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