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La pintura que combate la pobreza

Pilar Mateo pintando una casa en el Chaco/ Pilar Mateo

María Muñoz

Poco se imaginaba la química Pilar Mateo que la pintura que acababa de inventar para combatir a los mosquitos acabaría salvando y transformando la vida de miles de personas. Pero así fue, y en 1996, cuando vio por televisión que un quirófano de un hospital de Valencia había tenido que cerrar por un plaga de cucarachas se puso manos a la obra y creó Inesfly, una pintura con microcápsulas de bio polímeros, que a diferencia de otras pinturas mezcladas con insecticidas que tienen un efecto a corto plazo, los efectos de esta pueden llegar a durar año y medio y para las personas es inocuo.

Al poco tiempo, y mientras estaba en Buenos Aires firmando un convenio de cooperación para empezar a trabajar con su producto, un científico boliviano llamó a la fábrica valenciana de barnices de su padre buscándola. Este investigador le contó que en su pueblo natal “se moría” porque el 80% de la población padecía el mal de Chagas, una enfermedad crónica que no tiene cura, que se transmite a través de la picadura de una chinche -más conocido como vichuca- y que al cabo de los daños puede producir la muerte por daños al corazón. “Yo no sabía qué era esa enfemedad pero me fui al Chaco, que me habían dicho que solo estaba a 200 kilómetros de La Paz”, explica Pilar Mateo.

Al llegar se encontró con que viajar al Chaco no era tan sencillo por la casi inexistencia de carreteras y que era una zona selvática donde los guaraníes, la población autóctona de la zona, vivía en unas condiciones absolutas de pobreza e insalubridad. “Iba para un año pero me quedé casi 18 y sin comerlo ni beberlo me hice guaraní”, cuenta la química. Para que su producto fuera realmente eficaz lo primero era acondicionar las casas y trabajar en la higiene y la limpieza. Mateo creó el Movimiento de Mujeres Indígenas del Mundo y a través de ellas y con ellas logró transformar la vida de los que habitaban en más de 10.000 viviendas. “Las mujeres son el pilar de las familias, son las que llevan la carga de la casa y los cuidados y es a través de ellas como se conseguirá la transformación”, explica . Ellas son las que llevan a cabo talleres de empleo, de formación y de limpieza para actuar con toda la población.

Libres del mal de Chagas

Las nuevas generaciones que han nacido en esas 10.000 viviendas ya no padecen el mal de Chagas, una enfermedad, que como dice Mateo, es de pobres. “Cuando empiezas a decir esto a los gobiernos o a las administraciones no les gusta, pero es verdad. Donde viven los guaraníes, por ejemplo, pasan todas las tuberías de gas y petróleo y a nadie le importa”, subraya. En todos estos años, afirma, se ha enfrentado a serias amenazas y barreras por el trabajo que hacía, por su denuncia de las condiciones de pobreza de los guaraníes y por su condición de mujer científica “cuyo trabajo está sometido a más exámenes que los de un hombre o una multinacional”.

Tras 18 años, y sin dejar de trabajar en Bolivia, sus esfuerzos se centran ahora en África, donde quiere ayudar a combatir la malaria o el dengue, ambas enfermedades transmitidas también por insectos. Este año abrirá en Ghana y República Democrática del Congo dos fábricas de pintura para suministrar a todo el continente. “Es la manera de abaratar costes y crear puestos de trabajo en la zona”, explica y concreta que las dos instalaciones lograrán más de 500 puestos de trabajo directos e indirectos.

Su trabajo se basa en tres pilares: el tratamiento al insecto, el tratamiento médico -cuando existe- y la mejora de la higiene y las condiciones de salubridad. “Todas estas enfermedad lo que realmente esconden es la pobreza de la gente que las sufre y si no actuamos de manera integral jamás las erradicaremos”, subraya rotunda Mateo. Y añade un como ejemplo: “En España, acabamos con la malaria en los años 60 y lo conseguimos con insecticidas pero, sobre todo, mejorando las condiciones de vida de la población”.

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