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La victoria simple y apabullante de Merkel

Merkel, y las flores que le han regalado, en la celebración de la victoria.

Carmela Negrete

Berlín —

Los comicios más relevantes para el futuro de Europa fueron en la capital alemana un domingo que poco se diferenció de otro cualquiera. Solo algunas grandes superficies aprovecharon para hacer su particular agosto. La victoria de Angela Merkel estaba asegurada con diferencia desde hacía semanas en todas las encuestas. “Nada va a cambiar”, era la frase más repetida por los berlineses.

A la seis de la tarde, justo al tiempo que cerraban los colegios electorales, aparecían los primeros resultados. Más de una tercera parte de los electores daba su voto a la Unión Cristianodemócrata, el CDU, que se presentaba a las elecciones junto con su socio bávaro, la Unión Social Cristiana, el CSU. El gran perdedor de la noche, en cierto modo anunciado también por las encuestas, fue el partido liberal FDP que se queda fuera del Bundestag o parlamento por primera vez desde 1949.

Antes de comenzar recuento alguno, las televisiones públicas alemanas ARD y ZDF emiten un sondeo que realizan en los colegios electorales preguntando a decenas de miles de ciudadanos por teléfono y a pie de urna. Estos datos varían en pocas décimas del recuento oficial. Este cálculo permite continuar con la cena, el “Abendbrot”, que muchos toman entre las seis y las ocho.

Probablemente muchos alemanes se quedaron pegados al televisor hasta la madrugada, sobre todo porque estas elecciones se volvieron interesantes en el último minuto. El nuevo partido de derechas, “Alternative für Deutschland”, aparecía en los primeros sondeos con un resultado de 4.9%, es decir, a una décima de entrar en el Bundestag. Y el resultado definitivo no se conoció hasta bien entrada la madrugada.

Lo que no hicieron los fans de Angie, como la llaman sus seguidores, es salir a las calles a festejarlo con banderas frente a la central del partido, en el céntrico barrio berlinés de Mitte. La fiesta de los pitucos alemanes fue para el partido y para la prensa, por este orden. A diferencia de otras celebraciones fastuosas de esta campaña electoral como el duelo televisivo entre Merkel y Steinbrück, donde la televisión pública se gastó un dineral en ofrecer delicatessen a tutiplén, la victoria de Merkel la celebraron sus coreligionarios con salchichas y cervezas. Una fiesta sin música.

La salida de Merkel al estrado con su peculiar sencillez junto a varios de sus más fieles colaboradores fue igual de sobria. Merkel, la mujer más poderosa de Europa, agradecía los votos recibidos y recogía un ramo de flores antes de ponerse de camino hacia su siguiente cita, la organizada por la televisión pública.

En la primera alemana se habló con y de los otros. Los principales representantes de los partidos que van a componer el parlamento alemán mandaron a sus representantes al encuentro: el candidato de los socialdemócratas, Peer Steinbrück, el de los verdes, Jürgen Trittin, el líder de Die Linke Bernd Riexinger y como no, Merkel y su socia bávara del CSU, la actual vicepresidenta del Bundestag, Gerda Hasselfeld.

A pesar de que el bloque de lo que formalmente sería la izquierda -socialdemócratas, verdes y Die Linke-, han conseguido un punto porcentual más que la CDU, los dos primeros volvieron a decirle a Die Linke anoche que no pactarán con ellos. En horario de máxima audiencia, y de líder a líder.

Die Linke es ahora la tercera fuerza en el Parlamento, “quién nos lo diría hace unos años”, exclamaba el candidato Gregor Gysi desde la fiesta de su partido. A pesar de ello, los moderadores del programa no dejaron hablar al líder de Die Linke más que para preguntarle si no debería abandonar sus posiciones extremas, que le apartan de ser un aliado válido de coalición para los otros partidos. “No me parece adecuado que no me dé la palabra en todo el tiempo”, explicaba Riexinger, “pero diré que el SPD y los verdes se han encarcelado a sí mismos, haciendo imposible un verdadero cambio en Alemania”.

Los líderes del SPD y de Los Verdes flirtearon con Merkel durante el programa. Uno de ambos partidos formará el gobierno alemán de la legislatura que regirá el Parlamento que hasta el día 22 de octubre, como máximo, tendrá que formarse. En la segunda sesión el Bundestag eligirá, sin cambios ni sobresaltos, de una manera sencillamente apabullante, canciller: Merkel.

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