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Rajoy mantiene su silencio entre las polémicas de Soria y Barberá

Rajoy y De Guindos durante la presentación del libro.

Marcos Pinheiro / Belén Carreño

Rajoy ha estado evitando a la prensa durante sus actos en la campaña gallega, y en su paso por Madrid para presentar el libro de Luis de Guindos ha seguido la misma estrategia. El líder del PP no se ha parado a hablar con los periodistas ni a la entrada, ni a la salida del acto. En su intervención todo han sido palabras para la situación económica y política, pero nada más.

El presidente del Gobierno en funciones no ha dicho ninguna palabra sobre el caso Soria, del que lleva sin hablar desde que éste renunció a su puesto en el Banco Mundial. Y eso que Rajoy se encontraba junto al ministro que ha compartido con Soria el protagonismo de la polémica, y que se ha visto obligado a dar explicaciones en el Congreso.

Tampoco ha dicho nada Rajoy sobre Rita Barberá, apenas un par de horas después de que la exalcaldesa del PP anunciase que pedía la baja del partido, pero que mantenía su escaño en el Senado, que le garantiza seguir como aforada.

A su llegada al acto celebrado en la fundación Rafael del Pino, Rajoy ha evitado a las preguntas de la prensa, a la que la seguridad del presidente en funciones ha mantenido a varios metros de la puerta. “¿Le preocupa la decisión que ha tomado Rita Barberá?¿Es una dimisión a medias?¿Nos puede atender? ¿Se puede permitir el PP otro caso De la Serna”, eran algunas de las preguntas que le han lanzado los periodistas desde la distancia.

Ya en el acto, el presidente del Gobierno en funciones no disponía en esta ocasión del plasma para su intervención, como esta mañana en Galicia, pero no le ha hecho falta para evitar las preguntas. La presentadora del acto, María del Pino, ha dejado clara tras su breve intervención que no habría posibilidad de interpelar a Rajoy. “No habrá turno de preguntas”, ha sentenciado.

Rajoy ha comenzado su intervención hablando sobre el contenido del libro, sobre los “años difíciles” del comienzo de la legislatura. Según Rajoy, el objetivo De Guindos ha sido “explicar y exponer ante los ojos del lector el camino que tuvimos que recorrer para reconducir la situación económica de España”.

Despachada la parte económica, el líder del PP se ha centrado en la política. Entre sus alusiones al bloqueo político, Rajoy ha deslizado frases como que De Guindos se ha centrado en contar los hechos huyendo de “la anécdota y el chismorreo, tan en boga en los tiempos que vivimos”. “Hacemos política para cambiar las cosas y para arreglar los problemas. Conviene no confundir los medios y los fines. El fin último de la política no es la polémica, es la gestión”, ha dicho.

A la salida del acto, más de lo mismo. Sin conos como los que ha usado su equipo de campaña en Galicia, la seguridad se ha encargado de que ningún redactor se acercase a menos de diez metros del líder del PP, que se ha montado en el coche obviando dedicando una sonrisa y un saludo a los periodistas.

La guerra fría en el Gobierno en funciones

Lo cierto es que el acto de hoy de presentación de libro ha terminado siendo un doble foco de miradas. Si ya las tintas estaban cargadas por el papel del ministro De Guindos, al que se ha designado como cabeza de turco, en el Caso Soria, la noticia del día con la salida del PP de Rita Barberá convertía la cita editorial en el evento político del momento. Así lo evidenciaban la multitud de medios y cámaras que colapsaron el Paseo de la Castellana y la entrada de la solemne Fundación Rafael del Pino.

Antes de que se produjera la noticia del día, el acto estaba cargado de simbolismo por la presencia del presidente dando respaldo al ministro. Tan solo 24 horas antes, De Guindos había estado ante un foro muy diferente, el de la Comisión de Economía del Congreso, dando explicaciones sobre el inexplicable nombramiento. Con su presencia el en foro, Rajoy, prologuista del libro, respaldaba a De Guindos, de capa caída política al ser vendido por buena parte del Gobierno como responsable del desaguisado de Soria. Un fiasco político que ha llegado a rozar al líder del PP.

Pero la presencia de Rajoy no rellenó los huecos y ausencias que dejaban bien a las claras cómo el cisma en el Ejecutivo tiene un tamaño colosal. En primera fila, recia y sonriente, estaba la vicepresidenta, Soraya Sáez de Santamaría, flanqueda por el ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz y por Ana María Calvo Sotelo, matriarca de la familia Del Pino, anfitriones del evento.

Soraya Sáez de Santamaría se encontró sola ante lo que se conocen como el G8, esto es, el grupo mayoriatario en el consejo de ministros que ha arropado a José Manuel Soria. Además de Fernández Díaz estaba José María Margallo, alma de este grupo e Isabel García Tejerina, ministra de Agricultura. También se presentó el ministro Iñigo Méndez de Vigo, ministro de Educación y heredero de José Ignacio Wert que también había ocupado su puesto en esta pandilla.

Los sorayos no hicieron acto de presencia, salvo con la vicepresidenta. Cristóbal Montoro, enemigo acérrimo de De Guindos pese a que en el libro no queda mal, se ausentó de acudir, así como Fátima Báñez. El más agraviado en el relato, Álvaro Nadal, por supuesto tampoco estuvo, pero sí lo hizo su hermano Alberto. Según se ha publicado en todos los medios, Alberto era el candidato con mejores acreditaciones para el puesto de director ejecutivo del Banco Mundial y el principal perjudicado por el caso Soria.

Tampoco los banqueros, entre los que antes contaba De Guindos, arroparon al exministro. Solo José Ignacio Goirigolzarri, presidente de Bankia y coprotagonista a ratos involuntario del libro, y Carlos Egea, de Banco Mare Nostrum donde De Guindos fue consejero. Algo de banca de inversión, los Del Pino al completo y... poco empresario más.

En las formas de rehuir a la prensa a la salida para evitar dar explicacione sobre Rita Barberá también hubo diferencias. De Guindos se marchó por una puerta sin prensa, a sabiendas de que el día anterior ya había dado suficientes explicaciones. Por esa puerta se fueron también Rafael Hermando, la vicepresidenta y Jorge Fernández Díaz.

Margallo salió por la puerta al público y se detuvo a atender a los periodistas, como también lo hico García-Tejerina, que pese a su timidez y tono parco no dudó en responder a preguntas de la prensa, incluso a las más comprometidas.

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