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El carnaval colombiano de negros y blancos, una “fiesta al revés”

El carnaval colombiano de negros y blancos, una "fiesta al revés"

EFE

Pasto (Colombia) —

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En esta época, que las ciudades son decoradas con figuras y luces navideñas, en Pasto, sur de Colombia, hay una carrera contrarreloj para acabar los preparativos del carnaval de negros y blancos, declarado Patrimonio Histórico e Inmaterial de la Humanidad por la Unesco.

Este carnaval, que se celebra en una fecha atípica, es conocido como “la fiesta al revés”, pues también está todo permitido, incluso el cambio de razas e identidades, a través del juego y los disfraces.

A diferencia de otros carnavales como el de Río de Janeiro, el de Venecia (Italia) o el de Barranquilla (Colombia), el de negros y blancos no se celebra en el periodo que antecede a la cuaresma sino que tiene una fecha fija: del 2 al 7 de enero.

La génesis de esta fiesta está en los rituales indígenas que, con danzas y rogativas, honraban a la deidad Luna.

Durante la época de la colonia estas expresiones fueron prohibidas pero reaparecieron después de que el rey de España concediera a los esclavos negros un día libre.

Luego, “los indígenas exigieron su día y de esta manera las festividades continuaron” con características españolas y africanas, explicó a Efe Adriana Jurado, directora de Comunicaciones de Corpocarnaval, entidad organizadora de la celebración.

Actualmente, el carnaval tiene otros elementos como el cosmético negro y el talco blanco, con los que se juega a cambiar de raza, al igual que las carrozas que cargan gigantescas esculturas construidas por artesanos de la región.

Uno de los centros de manufactura de carrozas más representativos es el taller de la familia Córdoba, situado al final de una calle empinada de Pasto, capital del departamento de Nariño, en el que cinco hombres trabajan sin descanso en la talla de figuras gigantes en “icopor” (poliestireno).

Los Córdoba son expertos en fabricar estos enormes muñecos pues el artesano José Avelino aprendió el oficio de su padre hace más de 45 años cuando todavía se usaban figuras de barro que luego fueron sustituidas por otros materiales más ligeros.

El maestro Córdoba trabaja con un grupo de vecinos y con su hijo José Luis, quien estudió diseño gráfico para continuar con la tradición familiar y poder unir, según dice, “la parte empírica de mi padre con la academia”.

Los escultores del taller Córdoba esperan que con su diseño para el próximo carnaval, que incluye un elefante que se mueve, hadas y duendes, puedan ganar la “pelea de calidad” a las otras 20 carrozas que competirán por el primer puesto en el Desfile Magno del 6 de enero de 2014.

El carnaval de Pasto permite diferentes expresiones artísticas más allá del desfile de carrozas, como los disfraces individuales y las comparsas con las cuales los participantes recorren casi seis kilómetros por la senda carnavalesca, que atraviesa calles y avenidas de la ciudad.

El maestro Ricardo Narváez Cabrera es de los veteranos en la confección de trajes de comparsas con los cuales ha obtenido cinco veces el primer puesto y viajado a ferias en París y Nueva York.

Este año, Narváez decidió hacer sus máscaras basándose en rituales como alimentarse, tomar el baño o reverenciar a una divinidad.

Con estas creaciones espera obtener por sexta vez el primer puesto y dejar un legado para otros carnavales, pues asegura que de Quito, capital del vecino Ecuador, “vienen siempre a comprarme las figuras para sus fiestas”.

Para muchos, el carnaval es exitoso porque “uno sale sin plata (dinero) y con ropa vieja, y se regresa comido, bebido y bailado”, pero la gerente de Corpocarnaval, Guiselle Checa, cree que el éxito está en la tradición familiar que involucra y empodera a la comunidad, construyendo tejido social.

“Aquí se ve a los jóvenes participando, a diferencia de otros lugares donde la fiesta ha disminuido; eso se lo debemos a la tradición familiar”, opina Jurado.

María Isabel Magaña

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