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En qué coinciden y en qué discrepan Podemos e IU sobre la confluencia

Pablo Iglesias y Alberto Garzón, en una reunión pública.

Aitor Riveiro

Pablo Iglesias y Alberto Garzón mantienen contactos discretos desde hace semanas para buscar una fórmula con la que presentarse juntos a las generales de diciembre. Ambos coinciden en la necesidad de articular un encaje que les permita competir en mejores condiciones en los comicios que cerrarán el rally electoral que arrancó con las europeas de 2014. El verano ha servido para acercar posiciones, pero las líneas rojas de ambos partidos forzarán a cesiones que pueden provocar tormentas internas. Estas son las claves de un proceso aún abierto.

La fórmula jurídica

Es uno de los mantras de Podemos: no a la coalición electoral. La rechazaron en las municipales y autonómicas del 24 de mayo y mantienen su veto. “No a la sopa de siglas”. Íñigo Errejón ha convencido a la dirección de que esta opción, lejos de sumar, resta. Como toda regla, tiene excepciones: el 27S Podemos se integra en la coalición electoral Catalunya Sí que es Pot. IU tampoco se ha obcecado en este punto. Cuando Alberto Garzón presentó su propuesta de unidad popular el pasado mes de junio ya habló de la necesidad de crear un nuevo espacio en el que confluyeran las fuerzas rupturistas.

Parece que no se repetirá la pugna por la fórmula jurídica previa al 24M. Al menos su uso político, porque al final habrá que buscar un encaje jurídico que convenga a todas las partes. Cuando se habla de esta cuestión hay que tener en cuenta que, en realidad, se está hablando de dinero. Para que los partidos políticos accedan a la financiación que la legislación contempla por sus resultados electorales, deben efectivamente concurrir a esas elecciones. Por lo tanto, aunque de partida la fórmula jurídica no se ha esgrimido como elemento de conflicto, puede convertirse en ello a la larga.

¿Cuál es ese espacio unitario?

Esta una de las principales discrepancias que ambas organizaciones han mostrado en público. IU aboga por que todas las fuerzas y movimientos rupturistas, incluido Podemos, confluyan en un tercer espacio. Replicar a escala nacional proyectos como Barcelona en Comú, las mareas gallegas o Ahora Madrid. En ese espacio se celebrarían unas primarias para elegir por un lado al candidato a la Presidencia del Gobierno y por otro la composición de las listas.

Podemos defiende que ellos son el espacio en el que concretar la unidad popular. Pablo Iglesias ya lo dijo en la rueda de prensa de presentación del proyecto a principios de 2014, antes de las europeas. Y lo han repetido en múltiples ocasiones con distintas fórmulas: “No pedimos a nadie el carné”. Las primarias de Podemos, todas las que han hecho, han sido abiertas a militantes de otros partidos. Así lo hicieron el 24M en la Comunidad de Madrid, por ejemplo. Es el mismo modelo que quieren replicar para las generales: ya han aprobado liberar huecos en las listas para introducir a personas que no participaron en las primarias de julio.

La propuesta del partido de Iglesias pasa por que el espacio unitario que se cree en cada provincia se integre, a posteriori, en las lista de Podemos en esos huecos libres.

Confluencia territorial o estatal...

Podemos ha planteado las negociaciones territorio a territorio. Así lo hizo el partido de Pablo Iglesias el 24M. Podemos, además, abrió la puerta a la confluencia precisamente en territorios que han denominado “históricos”: Cataluña, Galicia, Comunidad Valenciana y Baleares. La realidad de la ley electoral (circunscripciones provinciales) y de las encuestas llevó a Iglesias a abrir la mano y a ampliar a Aragón, Madrid o Zaragoza las opciones.

IU ha aceptado en principio esta exigencia, aunque su preferencia sigue siendo la confluencia en todas las provincias. La dirección de la coalición confía en que las piezas acaben cayendo unas tras otras. Es decir, que alcanzar acuerdos en varias regiones acabe empujando para que estos se generalicen.

... un problema en IU

Aunque este elemento no parece un problema en las relaciones con Podemos, sí lo constituye en el interior de IU. Izquierda Abierta, el partido que lideran Gaspar Llamazares y Montse Muñoz, ya ha exigido que la confluencia con Podemos debe ser estatal o nada. Asturias, donde Llamazares mantiene influencia, es uno de los lugares donde las relaciones entre IU y Podemos son más complicadas y parece muy difícil que logren un acuerdo sin la imposición de las direcciones estatales.

El nombre de la candidatura

Este es otro de los puntos negros para el acuerdo. Quizá la principal línea roja de Podemos, la más irrenunciable. Aquella que se grabó a fuego en Vistalegre y que fue ratificada en el referéndum de julio. Podemos irá con su marca a las elecciones. Y, como mucho, en la papeleta se añadirá un guión seguido “de lo que sea”. Podemos-X, donde X se corresponde al espacio de confluencia de cada territorio.

Esto no supone un problema solo para IU, aunque también. En Galicia, por ejemplo, es uno de los escollos para una negociación con las mareas que parecía cerrada. Y en la Comunidad Valenciana, donde Compromís quiere que su marca vaya primero. En Cataluña el debate se solventó rápido: para el 27S no hay rastro de Podem. Para las generales, sin embargo, no hay nada decidido tampoco.

En IU son conscientes de que su marca no tiene la fuerza de la de Podemos, pero tampoco son muy receptivos a la hora de concurrir bajo otra. Menos bajo la del partido de Iglesias. Este mismo miércoles, Garzón salía al paso del debate interno: “No voy a entrar en Podemos, yo tengo mi partido”. La idea es, nuevamente, reeditar las candidaturas municipalistas y buscar un nombre neutral.

El lugar de los candidatos

Es, quizá, el elemento más espinoso. El que el pasado domingo hizo saltar las alarmas cuando un artículo en El Mundo dejaba al diputado de IU en mal lugar delante de los suyos. ¿Aceptaría Alberto Garzón no encabezar la lista por Madrid en una lista unitaria?

Él mismo respondió en junio en una rueda de prensa: “Yo podría no ser el candidato si la gente lo decide. No hay ningún miedo”. Entonces se interpretó que estaría dispuesto a ceder a Pablo Iglesias la cabeza de lista e iría de número 3 en la papeleta. Hoy, la misma frase adquiere otro valor. La cuestión ha pasado a la categoría de anatema en IU. No así en Podemos. La lista por Madrid tiene overbooking y sacar de la ecuación el encaje al candidato de IU solventaría muchos problemas.

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