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The Guardian en español

Estados Unidos investiga si Rusia está intentando influir en sus elecciones presidenciales

Los presidentes de Rusia y Estados Unidos, Vladimir Putin y Barack Obama, en una imagen de archivo.

Jamiles Lartey

Agentes de la inteligencia estadounidense están investigando la posibilidad de que el gobierno ruso esté intentando influir en las elecciones. El director de inteligencia nacional, James Clapper, coordina las pesquisas sobre si las autoridades rusas podrían estar intentando influir en las elecciones –y cómo– y “crear ruido propagandístico para atacar a las políticas de promoción de la democracia que Estados Unidos ejerce por todo el mundo”, informó este lunes The Washington Post.

Los agentes que han hablado con dicho periódico bajo condición de anonimato aseguran que no hay ninguna confirmación de ningún ataque ejecutado ni planeado, pero, según una de ellos, “incluso la pista de algo que tenga impacto sobre la seguridad de nuestro sistema electoral sería altamente preocupante”. Añade que “es la clave de nuestra democracia, que la gente tenga confianza en el sistema electoral”.

Varios agentes han indicado a The Washington Post que, si se demuestran, los intentos de sabotaje por parte de Rusia pueden no estar dirigidos a alterar el resultado electoral de ninguna forma en particular, sino más bien a promover en general un caos y una desconfianza que podrían llevar a que Estados Unidos parezca menos estable y fiable en las relaciones internacionales, lo que podría llegar a reducir su autoridad. Washington y Moscú han mantenido conversaciones sobre el conflicto sirio en la cumbre del G20 en Hangzhou (China).

La investigación llega solo unos meses después de que WikiLeaks publicara unos 20.000 emails del Comité Demócrata Nacional, en un hackeo que se ha vinculado a la inteligencia rusa. Según dan a entender las informaciones, los agentes estadounidenses sospechan que el gobierno de Vladimir Putin está implicado en la intromisión, aunque un alto cargo del gobierno de Obama aseguró a the Guardian en julio que no pueden atribuir el ataque “de forma inequívoca” a ningún “agente estatal ruso”.

Hacia el mismo momento del hackeo al órgano demócrata, unos hackers también se infiltraron en los sistemas de registro de votantes de Arizona e Illinois, lo cual planteó la preocupación de que un sabotaje informático pueda provocar un daño incalculable a las elecciones estadounidenses. Si hubiera dispositivos comprometidos que producen recuentos de votos incorrectos se generarían graves dudas sobre la integridad del proceso político.

“Los administradores electorales están formados para organizar elecciones, no para defender sistemas informáticos”, explica Joe Hall, jefe de tecnología del Centro de Democracia y Tecnología, radicado en Washington. “Los sistemas de votación que usamos en muchos casos no guardan el tipo de pruebas que harían falta para detectar un ataque, ni mucho menos para recuperarse de él, sin perturbaciones o pérdidas de votos”.

La semana pasada, el líder de la minoría del Senado, Harry Reid, envió una carta al FBI en la que pedía a su director, James Comey, que investigara la posibilidad de una infiltración en las elecciones desde el Kremlin. “Últimamente he empezado a preocuparme por la posibilidad de que la amenaza de que el gobierno ruso esté alterando nuestras elecciones presidenciales sea mayor de lo que se sabe y pueda incluir la intención de falsificar los resultados oficiales de las elecciones”, escribió Reid.

En los dos grandes partidos hay preocupación por las posibles repercusiones. El senador republicano por Nebraska Bob Sasse pidió en un comunicado al presidente que identifique abiertamente al gobierno ruso como responsable del hackeo a los demócratas de julio, entre otras cosas. “Que las elecciones sean libres y legítimas no es negociable. Está claro que Rusia cree que la recompensa vale más que las consecuencias”, dijo Sasse. “Hay que cambiar ese cálculo”.

Traducción de Jaime Sevilla Lorenzo

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