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The Guardian en español

El futuro jefe del Pentágono no necesita tantos misiles nucleares

James Mattis, elegido por Donald Trump para ocupar el cargo de secretario de Defensa, en una imagen de archivo compareciendo ante el Senado.

Julian Borger

Washington —

James Mattis, el general retirado elegido por Donald Trump para ser el nuevo secretario de Defensa de Estados Unidos, ha cuestionado la necesidad de disponer de misiles nucleares con base en tierra, alegando que, en comparación con otro tipo de armamento, representan un riesgo más elevado de lanzamiento ante una falsa alarma.

Mattis expuso sus reservas en torno a la estrategia nuclear de Estados Unidos en una comparecencia ante el Congreso en 2015, y cuestionó la conveniencia de que la política de disuasión militar siga dependiendo de la “tríada” de armamentos: misiles nucleares intercontinentales con base en tierra, misiles lanzados desde submarinos y cabezas nucleares transportadas por bombarderos de la Fuerza Aérea.

Durante la campaña a la presidencia, Trump se comprometió a mantener un plan ya trazado para los próximos veinte años, que tiene el objetivo de modernizar los tres tipos de armas que integran esta tríada y cuyo coste estimado es de medio billón de dólares.

En su análisis de las prioridades en seguridad nacional presentado ante el Senado, Mattis se mostró más escéptico. Planteó la posibilidad de que Estados Unidos declare que la tríada solo tiene una finalidad disuasoria, es decir, evitar ataques nucleares de terceros. Si Estados Unidos reconoce que este es el único objetivo, no necesitará la cifra actual de cabezas nucleares.

Estados Unidos dispone en la actualidad de 4.500 cabezas nucleares que, según la estrategia vigente, sirven en ciertas circunstancias para prevenir ataques con armas convencionales o químicas.

“Debemos hacernos preguntas fundamentales en torno al actual arsenal nuclear”, afirmó Mattis ante el Comité de Servicios Armados del Senado. “Debemos determinar cuál es el papel que desempeñan nuestras armas nucleares. ¿Tienen una simple función disuasoria? Si este es el caso, deberíamos explicarlo. Esto nos ayudará a determinar cuántas cabezas nucleares necesitamos”.

“¿Deberíamos pasar de los tres tipos actuales de armamentos a dos y prescindir de los misiles con base en tierra? Esto reduce el peligro de que una falsa alarma los pueda activar”, indicó.

El peligro de una falsa alarma

Estados Unidos dispone de unos 400 misiles balísticos intercontinentales que se pueden activar ante la más mínima señal y que se pueden lanzar en cuestión de minutos si los sistemas de detección temprana detectan un ataque inminente. En el pasado, algunos secretarios de Defensa y varios generales han indicado que sería preferible reducir su capacidad de reacción ya que una falsa alarma podría activarlos, especialmente si tenemos en cuenta que estamos en la era de los ataques cibernéticos. Algunos altos cargos, entre ellos William Perry, quien fue secretario de Defensa con Bill Clinton, han planteado que sería mejor prescindir de ellos.

Perry afirma conocer bien a Mattis, ya que durante su tiempo en el Pentágono el militar estaba destinado allí como coronel de marines. Desde entonces los dos han participado en conferencias y debates en torno a la estrategia de defensa y el armamento nuclear.

“Es un hombre muy inteligente y reflexivo; no es nada frívolo”, explica Perry a the Guardian: “Mi opinión es que es un gran fichaje y un gran activo para el equipo de Trump. Este equipo carece de experiencia en defensa y seguridad nacional y él tiene mucho que aportar”. “Y, todavía más importante”, añade Perry. “Siempre dice lo que piensa. No se deja intimidar por nadie. Siempre canta las verdades a sus superiores y esto será muy beneficioso para la Administración de Trump”.

Perry también indica que durante unas conversaciones que mantuvo con Mattis y con George Shultz, que fue secretario de Estado con Ronald Reagan, el general demostró tener un gran conocimiento de los peligros que representan las armas nucleares: “Mi previsión es que, en lo relativo al arsenal nuclear, será muy prudente con sus recomendaciones y hará propuestas muy meditadas”.

A favor del acuerdo nuclear con Irán

“En muchos aspectos, es más partidario que yo en la línea dura pero, que yo sepa, no tiene posiciones extremas”, afirma el exsecretario de Defensa. También cree que Mattis no intentará acabar con el acuerdo nuclear que Estados Unidos alcanzó con Irán el año pasado, según el cual Teherán se comprometió a reducir sus actividades nucleares si Estados Unidos suaviza las sanciones económicas. “Si bien en el pasado ha apostado por la línea dura con Irán, no creo que sea partidario de dejar este acuerdo sin efecto”, señala Perry.

Lo cierto es que Mattis ha cuestionado las intenciones de Irán y ha advertido de la importancia de que Estados Unidos y sus aliados se mantengan alerta para poder reaccionar si Teherán incumple el acuerdo. Sin embargo, en abril, después de que Trump amenazara con apartarse del plan de ruta previsto en el acuerdo si llegaba a la Casa Blanca, Mattis mostró su desacuerdo con el candidato presidencial.

“Quiero que quede muy claro: no hay marcha atrás”, indicó en un acto en el Centro para los Estudios Estratégicos e Internacionales de Washington: “Ya no podemos romper este acuerdo, salvo que lo incumplieran de forma fehaciente y grave, es decir, una violación que también requiriera que Europa reaccionara”.

En referencia a que Estados Unidos renegara del acuerdo, Mattis indicó que “nos quedaríamos solos si lo hiciéramos. Las sanciones económicas unilaterales tendrían menos impacto que una reacción conjunta de todos los países aliados”.

Las opiniones de Mattis en torno al arsenal nuclear de Estados Unidos podrían ser relevantes cuando Trump inicie su mandato, ya que durante los primeros meses deberá decidir si mantiene el plan de modernización de la tríada diseñado por la Administración de Obama. Trump, que prometió bajar los impuestos, deberá decidir si Estados Unidos se puede permitir modernizar su arsenal nuclear y, al mismo tiempo, como prometió durante su campaña, fortalecer las fuerzas militares convencionales. “Trump dijo que podía hacerlo todo”, señala Perry. “Creo que tendrá que volver a evaluar la situación”, añade.

También indica que los generales no estarán cerrados a la posibilidad de que se modernice la tríada si, al mismo tiempo, el país destina más dinero a ampliar las fuerzas militares convencionales.

“Si Trump está dispuesto a entregar un cheque en blanco al Departamento de Defensa, si los generales perciben que la tríada no se refuerza a expensas de las armas convencionales, entonces apoyarán un programa de modernización. Sin embargo, si llegan a la conclusión de que para modernizar el arsenal nuclear no se destinará dinero a proyectos que ellos consideran esenciales, entonces la situación cambiará”.

Traducido por Emma Reverter

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