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Las fotos de la vergüenza

El paro bajará, lo juro.

Ana R. Cañil

Los refugiados no deben de dar votos. O eso piensan nuestros políticos, como ha constatado el padre Ángel tras enviar una carta a los candidatos a la presidencia del Gobierno -Mariano Rajoy, Pedro Sánchez, Albert Rivera y Pablo Iglesias- instándoles a no olvidarse de los millones de personas que deambulan por las fronteras de la Europa rica. Los que han conseguido llegar hasta esas fronteras. Otros miles son cadáveres perdidos en el Egeo y en el Mediterráneo. El fundador de Mensajeros de la Paz, que ha regresado de visitar los campos de la frontera en Macedonia, aún tiene la esperanza de que ese drama brutal se mencione durante la campaña electoral. Veremos cuando y como lo hacen.

Si lo hacen, pidamos que sea para hacer algo eficaz y que mantengan el pudor, que no se convierta en un gesto tan bochornoso como la foto que se hicieron Martin Shulz –presidente del Parlamento Europeo- el griego Alexis Tsipras y sus responsables de migración o el ministro de Exteriores luxemburgués, Jean Asselborn. El sonrojo que no subió a los rostros de la los políticos que rodeaba a las seis familias -cuatro sirias y dos iraquíes- sí que cubrió las caras de millones de europeos solidarios que vieron las imágenes. Los dirigentes de la Europa rica rodeaban a treinta desdichados que iban a ser “reubicados”. Treinta entre los cuatro o cinco millones de desplazados que se arrastran por ahí afuera, buscando un agujero en nuestras fronteras, cada día más fortificadas, cada día más orgullosas de los muros que la política levanta por toda la UE.

Fotos que  abochornan abundan en la política y la española no es diferente. Basta echar la vista atrás al pasado inmediato para recuperar esa sensación de vergüenza, de falta de pundonor que nos han producido nuestros políticos. Los ejemplos son numerosos, pero bastan unos pocos para ilustrar.

Sonrojo produce la foto de Mariano Rajoy en la cola del paro, antes de las elecciones del 2011, cuando personajes como González Pons anunciaban a bombo y platillo los tres millones y medio de empleos que iban a crear.

Foto de vergüenza fue aquél aplauso rotundo, sonoro, eufórico, de los diputados del PP puestos en pie, dando el sí a la Guerra con Irak. Aún estamos esperando las disculpas de José María Aznar para con aquella enorme mentira que ha costado tantas vidas y sufrimientos.

Foto para la vergüenza fueron los abrazos de los cúpula del PSOE, encabezada por Felipe González, despidiendo a José Barrionuevo y a Rafael Vera en la puerta de la cárcel de Guadalajara, adonde ingresaron tras ser condenado por terrorismo de Estado (GAL, secuestro de Segundo Marey).

El padre Ángel tiene razón, es un escándalo moral que nuestros políticos no se acuerden de los refugiados. Deberíamos exigir que propuestas para este drama se incluyan en los programas de los partidos y muy detalladas. Pero ¡cuidado! Qué sean veraces, realizables y no conviertan a esos millones de desgraciados en carnaza de campaña, hasta tal punto que nos vuelvan a avergonzar.

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