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¿Y si fuera mañana?

Beatriz Gimeno

Habrá muchos días importantes en este proceso de resistencia y lucha que tenemos abierto; ya ha habido muchos días. Hemos estado en concentraciones, en manifestaciones, hemos intentado parar desahucios, hemos salido a la calle con la bata blanca y la camiseta verde o morada, o negra, o roja. Hemos acudido a la mani de paseo, con los niños o nos ha hecho correr la policía; hemos ido con amigas o con los padres; hacía frío y llovía o nos hemos muerto de calor subiendo por el Paseo del Prado en pleno julio. Ha habido muchos domingos en los que a la manifestación le seguía el aperitivo, la comida y el cine; ha habido días tristes, de esos que estaba nublado y en los que parecíamos sombras. Pero también ha habido otros días felices que nos costará olvidar. Cada persona tiene sus días señalados en su propio calendario activista- emocional. Yo tengo varios.

Evidentemente uno de ellos fue el 15 de mayo de 2011; el primero. Ese día una manifestación convocada por gente anónima por las redes, que transcurrió sin siglas reconocibles y con un lema muy alejado de los lemas al uso, “No somos mercancía en manos de políticos y banqueros”, convocó a cientos de miles de personas. Por primera vez el lema hacía referencia a un “nosotr@S” que hasta ese momento estaba medio escondido debajo de las siglas de los partidos. Nosotr@s: la gente corriente, las víctimas de vuestras políticas… era un cambio. Fue completamente inesperado, como un estallido, como un fogonazo. Yo acudí sin ninguna expectativa especial, llegué pronto a Cibeles y no vi a demasiada gente. Iba a marcharme, pero me encontré con una amiga y nos pusimos a hablar, cuando quisimos darnos cuenta había allí miles de personas. Por la noche supimos que había sido así en toda España y supimos también de la acampada… y después ya sabemos lo que ocurrió. El 15M levantó el velo que hasta este momento ha venido protegiendo a este régimen; un velo que lo cubría desde la Transición, de alguna manera quebró por fin el falso consenso y deslegitimó el relato fundacional que nos venían contando, nos mostró la auténtica desnudez de esta democracia y nos enseñó un camino diferente en el que cada uno de nosotros y nosotras cuenta. Desde entonces recorremos ese camino que no sabemos dónde nos lleva pero por el que seguimos muchos/as caminando; a veces más lentos, a veces más rápidas; a veces más contentos y otras veces tristes, cansadas, exasperados.

Después han seguido pasando cosas, como las mareas y sus éxitos y fracasos; como la PAH o los coches de Miguel Blesa y de Rato zarandeados por la gente. Y ha habido otros días para recordar. Uno de ellos, de “mis” días, fue el recibimiento de los mineros en Madrid el 10 de julio del 2012. Nada hacía presagiar que la llegada de unos mineros en lucha por un conflicto sectorial sacara a la calle, de noche, a miles de personas cantando “Santa Bárbara bendita”. Recuerdo esa noche por lo extraño de la situación, y la recuerdo también por la melancolía que lo teñía todo. El “Santa Bárbara” que yo había escuchado de niña en un vinilo con canciones de la Guerra Civil que mi padre había comprado en París; el que la gente se echara a la calle a apoyar una lucha que todos sabíamos perdida, el hecho de que fueran mineros (con todo lo que tiene la lucha minera de simbólica). Lo que se respiraba en Madrid aquella noche de verano era solidaridad con todas las batallas y hermanamiento entre toda la gente trabajadora robada, explotada, expoliada. Era un año después del 15M y la demostración de que el camino abierto entonces no iba a cerrarse como muchos creían.

Ese camino sigue abierto, y sigue dándonos días. El 1 de febrero estuvimos en la calle recibiendo también multitudinariamente al Tren de la Libertad que unas feministas asturianas trajeron a Madrid en defensa del derecho al aborto. No exagero nada si digo que fue la manifestación feminista más grande que he visto, incomparable a otras. El feminismo activista que languidecía en las calles y en las manifestaciones revivió de repente empujado por Gallardón, y se llenó de jóvenes, de chicas y chicos. El 8 de marzo pasado la historia se repitió. Llevó toda la vida acudiendo a la manifestación del 8 de marzo; ya no recuerdo las manifestaciones feministas de la Transición, pero dudo que fueran tan numerosas como la del 8 de marzo pasado. Y lo más sorprendente e ilusionante fue el tipo de gente que acudió. Detrás de mí, subiendo por la Gran Vía, caminaba un instituto entero, chicos y chicas de 16 años vociferando lemas a favor de los derechos de las mujeres; saltando, cantando y ellos, ¡ellos!, con la cara pintada de violeta feminista.

Pues este sábado, 22 de marzo, puede ser uno de esos días que después nos cueste olvidar. Por eso te recomiendo que no te lo pierdas; que estés en la calle para recibir y acompañar a las Marchas de la Dignidad que desde distintos sitios han llegado caminando hasta Madrid. Mañana comienzan varios días de activismo. No creo que debamos olvidar qué medios de comunicación han silenciado estas marchas; ni qué partidos y sindicatos no las han apoyado y ni siquiera han dicho una sola palabra sobre ellas. Ese silencio no sólo es cómplice de la situación, es un silencio que suena a desprecio por las formas de organización política que no pasan por ellos y que, finalmente, espero que se los lleven por delante. En todo caso, a pesar de ese silencio, varias columnas formadas por miles de personas llegan a Madrid con una lista de reivindicaciones básicas: que antes que pagar la deuda se garanticen los derechos sociales y los servicios públicos, el empleo, la vivienda; y que se rompa con la Troika, ese triunvirato que conspira contra la democracia y los derechos humanos. Toda persona de bien tiene que apoyar estas consignas, todos los partidos y sindicatos que callan y no están con las marchas porque hace mucho que no están a la altura, están ya desbordados por la gente. Y nosotros y nosotras, a la calle. Otra vez más, a la calle.

Aquello que va a hacer que encajen las piezas de la indignación y de la rabia está gestándose, puede ocurrir en cualquier momento. Pero… ¿y si fuera mañana? No te lo puedes perder.

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