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La ley de (des)igualdad de Vox es un aviso

Isabel Díaz Ayuso y Rocío Monasterio, en una foto de archivo.
15 de diciembre de 2021 22:54 h

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Es terrible que la primera ley de Igualdad que se debate en la Asamblea de Madrid sea una ley como la que ha presentado Vox, una ley que busca acabar con la igualdad. La que hoy presentan no solo busca derogar las leyes LGTB y Trans de la Comunidad de Madrid, sino que también es un torpedo en la línea de flotación de todo el diseño legislativo referente a la igualdad entre mujeres y hombres de la Comunidad de Madrid. Es una ley que niega la conceptualización de la igualdad y de la violencia de género que hemos hecho no solo las feministas, sino que hace también la legislación, la doctrina del Tribunal Constitucional, las instituciones europeas e internacionales. 

El hecho de que se debata supone ya un retroceso y un aviso de lo que está por venir si no les frenamos. Desde la Transición, desde hace 40 años, cuando ha gobernado la izquierda hemos ido avanzando en igualdad y derechos civiles con más o menos rapidez y el Partido Popular cuando ha llegado al Gobierno ha asumido estos avances con más o menos convicción y presupuesto, pero no ha provocado retrocesos legislativos. Lo intentó con Gallardón, pero lo frenó antes de que su intento llegara al Congreso. Sería la primera vez que se produjera un retroceso de estas características en 40 años. 

Desde que se conoció la intención de Vox de presentar esta ley nos han escrito representantes políticos y activistas LGTB de todo el mundo, especialmente de Latinoamérica. En su momento España fue un modelo a seguir y muchos de estos países hermanos tomaron nuestras leyes LGTB como modelo y nuestra lucha de aquí fue útil allí. Ahora son ellos y ellas las que nos animan para que la movilización no permita que se dé un solo paso atrás. Fuimos un país pionero en legislación feminista y LGTB, un país que el resto del mundo miraba con asombro, un país del que sentir un orgullo legítimo, algo a lo que no estábamos acostumbradas en un estado que pasó una gran parte del siglo XX sumido en una oscura y feroz dictadura. Son sus herederos los que ahora pretenden hacernos retroceder varias décadas y los que pretenden que nos parezcamos más Hungría o Polonia, tristemente conocidas ahora por sus retrocesos antidemocráticos, que a los estados más democráticos de la UE. 

No lo vamos a permitir. Las mujeres no lo vamos permitir. La semana pasada el CIS publicaba una encuesta de voto por segmentos poblacionales que demostraba que la brecha de género en la intención de voto es, a día de hoy, la más alta de la historia reciente. La izquierda mejora en un 22% sus resultados entre las mujeres y, en contraste, la derecha empeora un 20%. Por tanto, y como era sabido, las mujeres somos las que estamos frenando a la extrema derecha en todo el mundo, y no me cabe duda que sus votantes LGTB, por mucho que los representantes de Vox hagan de vez en cuando declaraciones sonrojantes, deben estar cerca de cero. 

El Partido Popular de Ayuso —la que se inventa robos para culpar a la izquierda— ha demostrado que es capaz de cualquier cosa con tal de ganar el liderazgo de la derecha y la extrema derecha. El hecho de que no haya salido en tromba a defender unas leyes que presentaron ellos mismos y que se aprobaron por unanimidad hace seis años demuestra la profundidad del retroceso sufrido por su partido. El simple hecho de estar contemporizando con estos discursos está sirviendo ya de combustible para los discursos de odio y para las agresiones, que están aumentando en toda la Comunidad y en toda España. Están echando gasolina al fuego del odio. Están abriendo una puerta que, como bien sabemos, puede resultar muy difícil de cerrar. 

Esta ley se contradice en todos sus artículos a la legislación española en materia de igualdad, va en contra de tratados y convenios internacionales firmados por España, va en contra de las directivas emanadas del parlamento europeo, de la doctrina del TS y del TC No tiene ningún futuro y lo saben, pero eso no la hace menos peligrosa. Es una ley que sirve para expandir el odio, para tratar de legitimar la discriminación,  de exaltar a sus hooligans, de esparcir  basura porque ese es el único lugar desde el que Vox puede crecer. No van a derogar la ley pero en el camino dejarán víctimas; de hecho, ya hay víctimas. Las agresiones lgtbifóbicas aumentan, este mismo fin de semana ha sido atacada una librería feminista. Antes de que Vox llegara a las instituciones y de que el Partido Popular se voxificara la idea de que una librería de mujeres fuera atacada era algo inimaginable en este país. Antes de que Vox llegara este era un país mejor, y lo volverá a ser cuando les hayamos echado. 

Las leyes de Igualdad y las leyes LGTB son fruto de batallas históricas, de batallas muy largas, son fruto de la necesidad de acabar con mucho sufrimiento, son fruto de sociedades democráticas que valoran la igualdad y que combaten la discriminación. Las leyes de Igualdad y las leyes LGTB son leyes imprescindibles en una democracia plena en la que se lucha por superar discriminaciones históricas. Las personas LGTB venimos de lugares muy oscuros, venimos de lugares de dolor y de profunda discriminación y no vamos a tolerar siquiera que se abra una rendija que pretenda llevarnos otra vez ahí. Las mujeres también hemos avanzado un largo camino hasta llegar aquí, y aún nos queda mucho por delante. Ni el Partido Popular ni Vox van a lograr que volvamos a los armarios. 

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