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Ayuso y su plan estéril

Carlos Dariel, madrileño, y Ariadna, valenciana, primeros bebés del 2020
11 de enero de 2022 22:45 h

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En el momento en que a Díaz Ayuso se le está cayendo a pedazos la Atención Primaria de la Comunidad de Madrid, decide volver a sacar de la chistera un plan de natalidad, ya presentado antes, porque supone que nadie puede oponerse a algo así. Los planes de impulso a la natalidad siempre son bien recibidos y más en un país, en una región, en la que la caída en los nacimientos se acentúa año tras año. De hecho, Madrid lidera la caída en nacimientos de toda España según el INE. No queremos hablar de invierno o “páramo demográfico” porque esa es otra cuestión que hay que afrontar de diferente manera. Las necesidades económicas o sociales que un país o una región tengan de un reemplazo generacional o de mayor tasa de fertilidad, podría arreglarse abriendo las fronteras y atrayendo personas inmigrantes. En todo caso, no es ético plantear que “se necesitan” niños y niñas para determinados proyectos económicos o sociales. Las personas nunca son medios.

Sin embargo, nos preocupa mucho tener una tasa de natalidad tan baja porque tener hijos e hijas es un profundo anhelo humano y no poder tenerlos supone, especialmente para las mujeres que lo desean, una frustración y un dolor. Por eso nos parece que es de justicia y es necesario eliminar los obstáculos que existen para que la mayoría de las mujeres que lo desean (el 80% según las encuestas) puedan tenerlos cuando quieran. Pero desde luego eso no se soluciona con el plan, una y otra vez, presentado por Ayuso, que es cosmético, que podemos pensar que es estéril, que no va a solucionar un problema que es estructural y profundo, y que tiene que ver con la organización del trabajo y con la precariedad vital neoliberal.

El plan presentado insiste en los errores del primer plan respecto a las ayudas directas que se darán a las madres de menos de 30 años y que ganen menos de 30.000 euros. No sabemos (no aparece en prensa) si se seguirá discriminando a las mujeres que lleven viviendo en Madrid menos de 10 años pero dado que necesita los votos de Vox, es muy posible que dicha discriminación siga en vigor. Vox no quiere ayudas de natalidad para las mujeres migrantes. Todo esto hace que la medida alcance a un número ínfimo de mujeres madrileñas. El resto del plan es prácticamente nada: fuegos artificiales. Una parte de lo que ofrece no es competencia de la Comunidad de Madrid, lo que hace que no ayude a ninguna mujer excepto a ella, que podrá seguir confrontando con el gobierno central a costa ahora de la natalidad. Otra parte son medidas con muy poca incidencia económica real en las familias y en todo caso, además, y dado que el plan es a cinco años, es perfectamente posible que nada de eso se cumpla si tenemos en cuenta en qué suelen quedarse los planes y estrategias del PP en la Comunidad de Madrid: presupuestos que no se ejecutan o que desaparecen misteriosamente de un año para otro.

Pero la medida estrella, la diferencia con el plan anterior es delirante. Se trata de un Plan de Fertilidad en Red que permitirá ayudar a las familias “en el costoso acceso a la reproducción asistida”. En él, se incluye a mujeres de hasta 45 años y también a aquellas que ya tengan un hijo. Que no se nos entienda mal, nos parece necesario que la sanidad pública asuma los costes de los tratamientos de fertilidad pero, en principio, eso ya se hace; otra cosa son las listas de espera que tienen que ver, no con los costes, sino con la organización y financiación del sistema sanitario. Si no hay aun aumento de recursos y personal en este servicio… esto es nada. Que se incluya a mujeres de hasta 45 años en la sanidad pública nos parece también bien en tanto que no es justo que a esa edad se pueda acceder a esos tratamientos en la sanidad privada y no en la sanidad pública. Lo que nos parece delirante es pensar que eso es una medida de impulso de la natalidad, por muchos motivos.

En primer lugar, porque no se puede presentar públicamente lo que es un tratamiento médico muy invasivo, de final incierto (una tasa de éxito media de alrededor del 20% y del 15% si se es mayor de 40 años), como una alternativa para las familias o las mujeres que han tenido que posponer su maternidad por causas que son estructurales al sistema económico. ¿Cuánta gente sabe que someterse a tratamientos de reproducción asistida supone intervenciones médicas invasivas, prolongadas, sin garantía de éxito y que pueden resultar psicológicamente agotadoras? Es sabido que en los países ricos se está haciendo común el retraso de la maternidad de las mujeres debido a las necesidades de la producción, lo que es una discriminación flagrante de la igualdad entre hombres y mujeres. Las empresas más punteras, en lugar de facilitar la corresponsabilidad o el tiempo libre necesario para la crianza, lo que hacen es pagar a sus trabajadoras la congelación de sus óvulos y el posterior tratamiento de implantación. Y el gobierno de Ayuso, ahora, en lugar de facilitar a sus trabajadoras el acceso a vivienda digna, a salarios dignos o plazas en escuelas infantiles públicas gratuitas, lo que hace es lo mismo que las empresas. Conociendo a Ayuso, este plan de fertilidad seguramente lo que sea es un magnífico negocio para el lobby de las clínicas de reproducción, uno de los lobbies más poderosos. Ayuso no va a perder la oportunidad de convertir un servicio público en una nueva transferencia para los negocios privados.

Pensar en la Reproducción Asistida como algo que potencia la natalidad es animar a las trabajadoras a retrasar esa natalidad más allá de la edad en la que los embarazos aún no requieren de ninguna ayuda, y más allá de la edad en la que ellas mismas querrían tener hijos. La reproducción asistida no puede ser nunca, en ningún caso, una alternativa real a una crisis reproductiva sino, si acaso, a un problema médico o personal al que la ciencia puede ayudar. La crisis reproductiva se solucionará cuando se den las condiciones socioeconómicas y políticas que pongan los cuidados y la igualdad en el centro; cuando se den las condiciones que verdaderamente permitan a las mujeres elegir el momento de ser madres. Tenemos experiencias de sobra en Europa, y desde hace muchos años, como para saber ya lo que funciona y lo que no. Las ayudas directas condicionadas no contribuyen al fomento de la natalidad si no van acompañadas de otras medidas menos coyunturales y de mayor calado; si no van acompañadas de medidas que permitan tener vidas vivibles para una misma, no sólo para los hijos e hijas, que también. Además, hay evidencias muy claras que sugieren que las prestaciones a las madres que están muy condicionadas tienen efectos perversos en términos de desigualdad de género (eso seguramente al PP también le da igual). Hay evidencias también de que las ayudas deben ser en todo caso universales, o cercanas a la universalidad, y eso permite, además, combatir la pobreza infantil. Somos una región líder en pobreza infantil, que es una de las consecuencias más evidentes de las políticas del PP en la sociedad madrileña. En Madrid se concentra el 9% de todos los niños y niñas pobres de España. Eso sí que requiere un plan, uno realista.

En definitiva, para aumentar la natalidad hay que hacer políticas redistributivas, garantizar las condiciones materiales de vida y potenciar los servicios públicos. Y sólo así, con medidas estructurales de cuidado, algunos países europeos han conseguido aumentar sus nacimientos de manera significativa. Lo de Ayuso ahora es lo de siempre: humo, negocio, y propaganda para tapar su pésima gestión.

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