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Opinión - Pedir perdón y que resulte sincero. Por Esther Palomera

La semana fantástica del PP

Rajoy y Sáenz de Santamaría en animada conversación en el Congreso.

Iñigo Sáenz de Ugarte

Lunes

Los dirigentes del PP se levantan algo groguis después de una noche de no mucho sueño. Puede que ya nadie hable del rescate, como dice Rajoy, pero los resultados indican que ya son muy pocos los que creen sus palabras. El partido ha perdido todas las mayorías absolutas en los parlamentos autonómicos y muchas grandes ciudades, empezando por Madrid. Sólo le ha sacado dos puntos al PSOE en las locales y se ha quedado en el 27%.

Esta vez la portada de ABC no sirve ni de placebo: “El PP gana por votos, pierde en poder”. A los dirigentes del PP les interesa obviamente lo segundo. Si esperaban una reacción de su líder que no fuera la línea de un encefalograma plano, por la tarde van a tener doble ración de la nada. Es el mismo hombre que tardó meses en nombrar a los candidatos porque no había que darse tanta prisa, ya que el PSOE no levantaba cabeza y Podemos se desinflaba (o eso decía él). Tranquilos, muchachos, está todo controlado. Y Floriano dirigirá la campaña. ¿Qué puede salir mal?

El lunes, el presidente da el mismo mensaje en la reunión del Comité Ejecutivo y en un acto posterior de carácter inaudito en él: una rueda de prensa. Rajoy se señala con el dedo, pero para autoproclamarse candidato para las generales y descarta cambios de calado: “Hemos ganado las elecciones y por tanto en ese asunto estoy muy cómodo y muy tranquilo”. Los barones empiezan a mirar al techo.

Para confirmar la imagen del boxeador sonado que le dice al preparador en la esquina del ring que está bien mientras chorrea sangre, recurre al truco más viejo y gastado de la política. Quizá el PP deba comunicar mejor. Así que ahora la culpa no es del Gobierno, sino del partido. Pero no es un problema tan grande como para que ponga en peligro el puesto de Cospedal. Varios barones creen que los cambios deberían empezar por ella. Seguro que algunos piensan que no deberían limitarse a ella.

“Llevo muchos años en este partido, creo conocerlo bien”, dice también. Al día siguiente, tendrá la ocasión de comprobar lo equivocado que está.

Martes

La paciencia de la derecha se ha acabado. En portada, el ABC dice que “la falta de reacción del presidente ahonda el desánimo del PP ante la pérdida de 2,5 millones de votos”. Ouch. En La Razón van más lejos. “Rajoy no hará los cambios que pide el PP”. Doble ouch (¿Tu quoque, Marhuenda?). No pueden sorprenderse. Es lo que tiene la derecha en España. Se encadena al líder y cuando este se va al fondo ya es demasiado pronto para soltarse. Tendrían que tomar lecciones de los tories británicos.

El primero que se va de la lengua es el que menos ganas tiene de seguir en el negocio. Juan Vicente Herrera no quería volver a presentarse a las elecciones en Castilla y León. Al final, aceptó la petición de Rajoy. Ha perdido la mayoría absoluta, pero no debería tener problemas para repetir. Ni por esas. Herrera dice que lo mismo se retira y lanza un mensaje críptico a Rajoy. Le aconseja “que se mire al espejo” y decida si quiere ser candidato.

Un momento. Con o sin espejo, Rajoy ya ha tomado esa decisión. Parece que Herrera le está dando el típico consejo de amigo después de una noche de borrachera: tío, no cojas el coche que te la vas a pegar, y con todos nosotros dentro.

A partir de ahí comienza la huida. Los que no tienen tanta confianza en el líder ya menos líder prefieren no hablar de espejos y votan con los pies. Herrera había hablado de renovación generacional. Avanti. Fabra, Bauza y Rudi anuncian una dimisión en diferido en sus cargos del partido. Es decir, se producirá dentro de unos meses. La autora del concepto no se mueve. Cospedal se ha atado a la silla de la secretaría general.

La cabeza del PP está a punto de explotar. La de Esperanza Aguirre ya ha saltado por los aires. Siempre preparada para dar espectáculo, convoca una rueda de prensa en la que anuncia su intención de salvar la “civilización occidental”. Ofrece entregar la alcaldía al PSOE en un delirante pacto de todos contra Manuela Carmena, convertida en el demonio que traerá el fin de los días. En las redacciones se pasa de la expectación a la perplejidad y de inmediato a las risas.

Miércoles

Rajoy encaja el golpe. Como es de imaginar, su intención era que el fracaso en las urnas quedara amortizado en 24 horas y que los dirigentes del partido reanudaran la cantinela de 'nadie habla ya del rescate'. Los barones han cortocircuitado su estrategia, que escasamente merece ese nombre. En público, no se baja de la burra: “Los cambios, sean en el partido o en el Gobierno, se anuncian una vez que se han producido”. Se harán, sí, pero “poco a poco”.

De puertas para adentro comienzan a moverse las placas tectónicas. Algunos barones quieren irse tan rápido –después del verano– que Génova bloquea la celebración de congresos extraordinarios hasta nueva orden.

Aguirre sigue enloquecida. Ahora propone un Gobierno de todos en Madrid, incluida Ahora Madrid y Manuela Carmena. Pero pone como condición que no se formen “sóviets” en los distritos de la ciudad. Por las mismas, podría haber vetado la invasión de Francia. Es inútil preguntarle dónde ha visto eso en el programa de Ahora Madrid porque admite que no lo ha leído.

Jueves

Las palabras de Rajoy no dicen mucho, pero los periódicos completan los puntos suspensivos con lo que dicen fuentes anónimas. La confusión es notable. El País y El Mundo dicen que “Rajoy acepta cambiar la cúpula del PP” o que “Rajoy renovará la cúpula del PP”. Resulta difícil de asumir, dado que Rajoy es la cúpula del PP. Los demás son los figurantes. Parece que todo se reduce a cambiar a Cospedal, como si poner en ese puesto a Núñez Feijóo o Alfonso Alonso fuera a tener efectos mágicos.

El ABC se lo toma con filosofía. En su portada, Rajoy sólo “estudia cambios”. En periodismo, ya sabemos lo poco que significan los titulares que comienzan por 'El Gobierno estudia'. El periódico más dócil para el Gobierno pone en su portada la imagen de un reloj de arena en el que no queda mucha en la parte de arriba. Como decían antes en los mítines de Podemos, tic-tac.

Para el Gobierno de Castilla y León, donde ya no hay más arena es en el reloj del ministro Soria. Su portavoz pide la dimisión del ministro de Industria, y además lo hace de forma casi despectiva. Para los periodistas, Soria es alguien capaz de hablar durante horas sin decir nada reseñable, un rasgo perfecto para un miembro del Gabinete de Rajoy. Para algunos dirigentes del PP, es sólo un inepto que les ha hecho perder votos.

El día ofrece un momento de gran humor. Soraya Sáenz de Santamaría defiende a Cospedal: “No recibirá de mí una sola crítica”. Los periodistas que saben que no se soportan hacen gala de su profesionalidad al no soltar carcajadas al escuchar a la vicepresidenta.

El juez De la Mata –el que sustituyó a Ruz en la Audiencia Nacional– dicta apertura de juicio oral en la investigación de la caja B en las cuentas del PP. Reclama al partido una fianza de 1,2 millones para cubrir la responsabilidad civil subsidiaria. Entre los delitos que aparecen citados en el auto está el de “organización criminal”. Pero esto es España y llamar de esta manera al partido en el poder no sorprende a nadie. Es como si la opinión pública le dijera al juez: 'Cuéntame algo que no sepa“.

Viernes

El PP valenciano ha quedado para los restos. No tiene ni líderes de recambio. Según ABC, a corto plazo la figura que puede llevar la iniciativa es Serafín Castellano, delegado del Gobierno en la Comunidad Valenciana. Le habían hecho responsable del mal resultado en las elecciones europeas y ahora se cobrará “venganza” –se supone que políticamente hablando, pero en Valencia quién sabe–, y de ahí que empleen esa palabra en el titular.

La elección no puede ser más adecuada. Por la mañana la policía detiene a Castellano por sospechas de corrupción en la conselleria que dirigió. Hay de por medio el regalo de un rifle de caza, uno muy caro, pero que confirmaría la idea de que sobornar a un alto cargo del PP no sale por un precio prohibitivo.

El alcalde de Valladolid –20 años en el puesto– es condenado por desobediencia y tendrá que dejar la política. Ahora podrá hacer declaraciones machistas en la intimidad de su domicilio. Al final, los tribunales son la forma más efectiva de propiciar la renovación del PP.

Sábado

Un día después de la detención de Castellano, Rajoy vuelve a demostrar a su partido que continúa siendo el hombre que nunca hace nada. Ni siente ni padece la derrota electoral. En una reunión de empresarios de Sitges, dice que la corrupción “ha hecho daño” (al PP) pero también “la forma de tratarla”. Se refiere al “martilleo constante en todas las televisiones” sobre los casos de corrupción desvelados en el último año.

Traducción: lo malo no es que haya corrupción, sino que se hable de ella, en especial en las televisiones. Así que lo más probable es que Rajoy esté pensando en hacer cambios en las televisiones.

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