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La Graciosa emprende un proyecto energético pionero en Europa junto a dos islas de la UE

Técnicos de Iconic y miembros de la comunidad energética de La Graciosa saludan al futuro desde la playa de Las Conchas.

Luis Socorro

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La Graciosa estará en el umbral de la soberanía energética en esta década. La meta es 2030. Para ello, el próximo año se inician las obras de una desalinizadora alimentada por el sol, se creará un mercado local de la energía y un plan de movilidad para optimizar las necesidades de sus habitantes. Esta iniciativa está impulsada por ICONIC, un proyecto pionero en Europa, financiado por Bruselas y del que se beneficiarán otras dos poblaciones insulares de la UE, una irlandesa y otra italiana. Los técnicos del programa acaban de visitar la Isla para ultimar, junto a la recién constituida comunidad energética graciosera, la hoja de ruta de una senda que impulsará la calidad de vida de los 718 habitantes de la octava isla de Canarias.

El equipo de ICONIC está coordinado por María Ruiz, una profesional de la consultora R2M Spain. Ruiz nació en Madrid, se crio en Barcelona y tiene sangre isleña, porque sus padres son de Gran Canaria. El objetivo global “es la independencia energética y la neutralidad climática, mediante tecnologías renovables y gestión inteligente de los recursos”, pero el reto principal es el agua, “lograr la soberanía hídrica en 2027 con la construcción de una desaladora”. El proyecto fomenta la innovación social y los modelos de economía circular. Por ello, la implicación de la sociedad graciosera es fundamental, un pilar de la filosofía de ICONIC (Innovative Communities On Neutral Islands for Climate). “Desde el inicio de nuestra propuesta”, informa a Canarias Ahora-elDiario.es la autora de la iniciativa, “vamos de la mano de los gracioseros, porque para nosotros es determinante que la gente quiera quedarse en su territorio”.

Con el respaldo de su empresa, Ruiz presentó el proyecto ICONIC a la UE en septiembre de 2024, se aprobó en diciembre y empezó a caminar en mayo de este año. Seis meses después, Ruiz y los socios del proyecto - Boreal Light GmbH, GeoAI Analytics, Traza, la Universidad de Galway y Gobierno de Canarias, entre otros- han vuelto a La Graciosa para evaluar lo hecho hasta ahora y seguir avanzando sin aflojar un pistón, porque ICONIC, con un presupuesto de siete millones de euros –para los tres territorios: La Graciosa, Inis Mór (Irlanda) y Berchidda (Italia)-, tiene un plazo de tres años para implementarse.

Ginés Díaz Pallares, con una dilatada y respetada trayectoria de activismo medioambiental, es directivo de la Comunidad Energética de La Graciosa. Naturalmente, está motivado con la propuesta del joven equipo liderado por María Ruiz Díaz-Reixa, pero es un perro viejo y ha visto pasar muchos proyectos ilusionantes que se han quedado en nada o, en el mejor de los casos, a medias. Ahora es diferente, porque la iniciativa no parte de la política. 

“La Graciosa es como un feto”, describe Ginés a la Isla con esta metáfora, que se nutre de agua y electricidad desde Lanzarote con una tubería y un cable submarino a modo de cordón umbilical. Antes de que llegara ICONIC, los gracioseros ya habían emprendido desde hace unos años una serie de iniciativas, a través de la asociación El Sol de La Graciosa, con el objetivo final de “conseguir el máximo posible de autonomía hídrica y energética en 2030”. El proyecto de la empresa R2M Spain facilitará el camino hacia la meta.

La firma berlinesa Boreal Light GmbH es la encargada de diseñar y construir la desalinizadora. En estos momentos, está en fase de obtener los permisos por parte de las administraciones canarias. En este sentido, asevera Ginés Díaz, “estamos en contacto permanente con los técnicos del Gobierno Autonómico, Cabildo de Lanzarote y Ayuntamiento de Teguise, con los que mantenemos un diálogo fluido”, para que en 2027 sea una realidad.

Exterior de la vieja potabilizadora, reliquia de arqueología industrial. Los gracioseros aspiran a convertirla en un espacio cultural.

La planta se instalará junto a la antigua potabilizadora que dejó de funcionar a principios de los años 90 del siglo XX, cuando se habilitó una tubería para suministrar agua desde Lanzarote, un cordón umbilical que registra demasiadas incidencias; en 2022, por ejemplo, se averió en seis ocasiones, dejando a la Isla sin suministro durante semanas. Gracias a los aljibes, los gracioseros paliaron la adversidad.

El Sol de La Graciosa aspira a transformar la vieja desaladora, con sus máquinas abandonadas en su interior, en un espacio cultural y comunitario, que amplifique, entre otros aspectos, esta reliquia de arqueología industrial.

ICONIC va más allá del objetivo prioritario del agua. En los primeros seis meses de andadura, se ha realizado un estudio sociológico con encuestas para conocer al detalle las necesidades de los habitantes de La Graciosa y sus prioridades. También se han sentado las bases para crear un mercado local de la energía, con el propósito de compartir el excedente de la energía solar que se capte a través de paneles solares. En la Isla está prohibida la instalación de aerogeneradores de energía eólica porque afectaría a las aves. El equipo de María Ruiz ha diseñado un programa para favorecer el autoconsumo eléctrico, con la instalación de placas solares, tanto en instalaciones públicas como en las viviendas privadas de los gracioseros.

La economía circular es otra de las metas de esta propuesta. “Con el agua no bebible de la desaladora”, cuenta Ruiz, “podemos hacer hielo para la cofradía o regar las plantas”. Ginés Díaz imagina que la desalinizadora “debe funcionar como la fuente del pueblo” y para los turistas, con el propósito de que “llenen sus botellas de aluminio para eliminar los envases de plástico”, agrega la técnico de ICONIC.

La creadora del proyecto ICONIC, María Ruiz Díaz-Reixa, en La Graciosa. Al fondo, el Risco de Famara, en Lanzarote.

La tercera pata estratégica de este proyecto de financiación europea es el diseño de los planes de movilidad, en una isla donde no existe el asfalto. “Estamos elaborando un mapeo de las necesidades de la población para optimizar sus recursos”.

Díaz Pallarés considera que “con esta iniciativa podemos posicionarnos en la investigación, en expandir nuestra experiencia para intentar consumir la mejor agua desalada del mundo”. Y todo esto, sentencia, Ginés “debe conducirnos a crear comunidad, un punto de encuentro de gestión y de aprendizaje”.

Esta reflexión está emparentada con la filosofía del programa, porque “ICONIC integra un sólido componente de Ciencias Sociales y Humanidades a lo largo de toda su metodología, especialmente a través de un enfoque de gobernanza transformadora orientado al aprendizaje”. El proyecto, leemos en su web, “establece Grupos Municipales de Trabajo Climático y Asambleas Climáticas Multi-Actor en cada área piloto, fomentando la deliberación inclusiva y multisectorial, el aprendizaje institucional y el desarrollo de capacidades. Estas estructuras novedosas buscan integrar la innovación social y la participación de los actores implicados en el núcleo de la acción climática, asegurando que las soluciones propuestas no solo sean técnicamente eficaces, sino también culturalmente apropiadas, socialmente aceptadas y económicamente viables”.

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