El PSOE cierra el caso Salazar con un informe repleto de excusas que da al fin “credibilidad” a las víctimas
Ha tardado cinco meses el PSOE en dejar caer definitivamente a Francisco Salazar y en admitir “la credibilidad y verosimilitud” de las denuncias de acoso sexual interpuestas contra él por dos mujeres del partido. Con un informe plagado de excusas sobre la dilación del procedimiento y en el que los socialistas lamentan carecer de los “medios técnicos ni legales necesarios” para hacer más comprobaciones, Ferraz da carpetazo definitivo a un escándalo que ha generado una ola de indignación que trasciende a sus siglas. Y que, de paso, ha puesto en entredicho la implicación de ese proyecto político con la causa feminista que proclama abanderar.
Para entender la dimensión del caso hay varias fechas que resultan clave. La primera es la del 5 de julio. Pedro Sánchez convoca ese día una reunión extraordinaria del Comité Federal del PSOE. El estallido del escándalo de Santos Cerdán, con un informe de la UCO que lo sitúa en el epicentro mismo de una trama de corrupción, hace temblar los cimientos de Ferraz. Es el segundo secretario de organización, tras José Luis Ábalos, que cae de manera consecutiva por su presunta relación con el cobro de comisiones ilegales y amaños de contratos públicos. Y Sánchez necesita reestructurar una cúpula del partido otra vez descabezada.
Cada vez más aislado tras ver caer a dos de los hombres que estuvieron a su lado desde la campaña de primarias con la que reconquistó la secretaría general del PSOE, Sánchez decide refugiarse en una de las pocas personas que le quedan dentro de un círculo de confianza que se estrecha a golpe de escándalos. Es Francisco Salazar, otro hombre de la misma camarilla política de Ábalos y Cerdán. Junto a él, el presidente diseña la nueva cúpula de poder en Ferraz. Tanto es así, que es Salazar, de hecho, quien le plantea al presidente la necesidad de poner a una mujer como 'número tres'. Y también quien al parecer le propone para ese puesto el nombre de Rebeca Torró, una socialista valenciana sin ascendencia orgánica alguna que va a llegar a la primera línea de la noche a la mañana de la mano del hombre ahora apartado por denuncias de acoso sexual.
En esa nueva estructura el propio Francisco Salazar aparecía como adjunto a Torró, además de otros nombres como el de Anabel Mateos o Borja Cabezón. Todo el mundo entendió entonces la jugada: Salazar pasaría desde ese momento a compatibilizar su enorme poder en la Moncloa como asesor directo de Pedro Sánchez con un poder fáctico también sobre la sala de máquinas de Ferraz. Es decir, una especie de secretario de Organización en la sombra de un partido que, en el fondo, se disponía a controlar a través de personas interpuestas. Pero entonces hablaron las mujeres.
La misma madrugada del 5 de julio elDiario.es se hizo eco del testimonio de dos militantes socialistas que habían sido en algún momento subordinadas de Salazar. Una de ellas, denunciaba comentarios obscenos sobre la vestimenta y el cuerpo, mensajes intempestivos con invitaciones para cenar a solas fuera del horario laboral, incluso con ofrecimientos de quedarse a dormir en casa.
En esa información se reflejó también el caso de una segunda joven que, durante las primarias de 2017, cuando trabajó en el partido como voluntaria, también vivió situaciones “incómodas” con el mismo dirigente socialista. Ella misma contó a su entorno la actitud “babosa” y los “comportamientos inadecuados” que sufrió de Salazar. Ahí lo dejó. No contó nada a nadie hasta que la campaña acabó y, pasado el tiempo, le hizo partícipe a un familiar directo, un veterano socialista, de los desagradables episodios que tuvo que afrontar trabajando para el partido. Tras las reticencias de la cúpula socialista, que en un primer momento quitó valor a los testimonios de sus compañeras de filas publicados por este periódico, el plantón de un grupo de mujeres de puertas hacia adentro desembocó ese mismo 5 de julio en la renuncia de Salazar a todos sus cargos tanto en el partido como en el Gobierno.
Las fechas
Hay varias fechas importantes más en el caso. Por un lado, el 8 y el 28 de julio. Esos días se registran en el canal interno del partido dos denuncias formales de dos nuevas mujeres militantes del PSOE que trasladan comportamientos de presunto acoso sexual sufridos como trabajadoras de Salazar en Moncloa. La siguiente fecha clave llega cuatro meses después. El 4 de noviembre, Artículo 14 publica una foto de Paco Salazar durante un almuerzo con Pilar Alegría, dirigente socialista y portavoz del Gobierno, en un céntrico restaurante de Madrid.
Sin haber obtenido respuesta alguna de su partido en todo ese tiempo, las víctimas consultan entonces el estado de sus denuncias sorprendidas por la rehabilitación pública que supone que Alegría se cite en público con Salazar en mitad de la supuesta investigación interna. Y entonces descubren que no solo no se han instruido sus denuncias, sino que han desaparecido del sistema. “En absoluto se borraron del sistema. Lo que se produjo es una ofuscación del sistema para garantizar la protección de las víctimas y el respeto a su anonimato”, defendió la secretaria de organización, Rebeca Torró, en rueda de prensa este viernes.
Con la documentación que acreditaba que la investigación ni siquiera se había puesto en marcha y que las denunciantes ni habían recibido respuesta ni podían ejercer su derecho a consultar el estado del procedimiento, elDiario.es procede a preguntar por el caso en el seno del PSOE el jueves 27 de noviembre. Y el viernes 28 recibe la respuesta oficial: justo el día antes, coincidiendo con la demanda de información, Salazar había decidido darse de baja de militancia y eso imposibilitaba seguir adelante con la investigación.
El 1 de diciembre este periódico publica que el PSOE cortocircuita ese procedimiento interno. Al día siguiente, informa del contenido de las denuncias que obran en poder del partido desde el mes de julio. “Se subía la bragueta en tu cara, escenificaba felaciones y pedía vernos el escote. Si le ponías límites, pagabas las consecuencias. De repente, no tenías nada que hacer porque te sacaba de los proyectos. O llamaba a reuniones a todo el equipo y tú te quedabas fuera. O te gritaba sin ningún motivo delante de todo el mundo diciendo que habías hecho o dicho algo mal”.
Una retahíla de excusas
La publicación de esa información hizo reaccionar al PSOE. En tan solo 48 horas resolvieron la “ofuscación del sistema”. Y se pusieron en contacto con las denunciantes para confirmarles, cinco meses después, que sus denuncias eran, ahora sí, admitidas a trámite. De eso hace dos semanas, justo el tiempo que ha tardado el órgano antiacoso en emitir un informe que considera “procedentes” las denuncias, que otorga “credibilidad” a los testimonios y que declara que el partido no tiene capacidad para seguir adelante con la investigación ni para llevarlo a la Fiscalía sin el deseo expreso de las denunciantes.
El documento recoge, además, toda una retahíla de excusas sobre la investigación fallida. Se arguye, por ejemplo, que en cinco meses no fue posible concretar una entrevista online con Francisco Salazar para tomarle declaración porque el exasesor de Moncloa viaja mucho fuera de España y porque una de las citas agendadas, el 10 de noviembre, coincidió con la festividad de la Almudena en Madrid y decidieron aplazarla. O se sostiene también que a una de las denunciantes ni siquiera llegaron a darle acuse de recibo por protegerla ante la presión mediática del caso.
Con ese informe el PSOE pretende zanjar un caso que no solo ha provocado un inmenso malestar entre militantes y votantes de un partido que se define como garante de los principios feministas, sino que ha dado paso a un incesante goteo de otras denuncias por acoso sexual entre las filas socialistas, como el presidente de la Diputación del Lugo, el senador y miembro de la dirección federal Javier Izquierdo, el secretario general de Torremolinos o el 'número dos' del PSPV en la provincia de Valencia.
La ola de indignación que recorre el partido por todo lo ocurrido ha tenido este viernes una única respuesta de coherencia con la renuncia de la secretaria de Igualdad del PSdeG, Silvia Fraga, que presentó su dimisión de la Ejecutiva que preside José Ramón Gómez Besteiro durante una reunión del órgano de dirección. Fraga se marcha “en coherencia, por dignidad” y ante la falta de explicaciones sobre lo ocurrido con el expresidente de la diputación de Lugo y todavía alcalde de Monforte de Lemos. “No sabemos si se sabía o no, si se tapó o no y Silvia no quiere que nadie la acuse de encubrimiento”. Su ejemplo, aunque sería de rigor después de lo ocurrido, no ha cundido en Ferraz.
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