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GRÁFICO: ¿Gastar más en sanidad es tener mejor salud?

Life Expectancy inyears

Javier Padilla

En 2004, Victor Fuchs publicó un artículo en la revista Health Affairs titulado “More variation in use of care, more flat-of-the-curve medicine”. En él describía el fenómeno que se puede ver en esta gráfica, según el cual mayores cifras de gasto sanitario se relacionan con mayores esperanzas de vida en forma de incrementos decrecientes, de modo que variaciones pequeñas del gasto sanitario al principio de la curva se relacionan con amplias variaciones en la esperanza de vida.

Sin embargo, en zonas de la curva donde el gasto sanitario es más elevado, las variaciones en la esperanza de vida son mucho más tenues, llegando un momento en el que se describe una “parte plana de la curva”, en la que los países que más dinero gastan en sanidad no consiguen traducir ese incremento en más años de vida ganados. Esta relación que observamos en la gráfica cumple fielmente la ley de los rendimientos decrecientes que se aplica a múltiples ámbitos de la economía.

Podemos observar cómo España es de los países que presentan una mayor esperanza de vida junto con uno de los menores gastos sanitarios per capita entre los países de su nivel de socioeconómico. Así mismo, es llamativo el caso de Estados Unidos (USA), que presenta una cifra de gasto sanitario aberrante con respecto al resto de los países representados, sin que ello se relacione con una esperanza de vida elevada –de hecho se encuentra al nivel de Chile, que presenta menos de una cuarta parte de gasto sanitario per capita-.

Esta gráfica suele utilizarse para afirmar que nuestro sistema sanitario tiene una gran eficiencia macro. Sin negar este hecho, es necesario hacer algunas consideraciones acerca de utilizar la esperanza de vida como variable que correlacionar con el gasto sanitario es que:

  1. No se trata de una variable que mida de forma directa el desempeño del sistema sanitario.
  2. Es una variable poco específica para medir esta relación dado que se ve influida de forma más importante por otros determinantes poblacionales o individuales, entre ellos los socioeconomicos, calculándose que, en países con un sistema sanitario establecido y unos servicios de protección social relativamente desarrollados, el sistema sanitario es el responsable de un 10-20% de los resultados finales en salud de la población.
  3. Puede lanzar el mensaje de que no merece la pena invertir en el sistema sanitario porque los resultados incrementales que vamos a conseguir son cada vez menores.

Sin embargo hay una conclusión fundamental en torno a la cual debemos reflexionar tras ver esta gráfica: tratar de desarrollar el sistema sanitario a expensas de la inyección ilimitada de recursos económicos no va a hacer que vivamos más y seguramente tampoco hará que vivamos mejor. Es necesario analizar qué otros determinantes de nuestra salud van a devolvernos mayores rendimientos en igualdad de inversiones, y hemos de determinar cuál va a ser la distribución de estos rendimientos en la sociedad.

En los años previos a la actual crisis económica, España incrementó su gasto sanitario sin que eso se tradujera en una mejora de la salud de la población (ni siquiera al medirla por variables directamente relacionadas con el desempeño del sistema sanitario). Al llegar las restricciones presupuestarias, en vez de actuar sobre aquellos aspectos del sistema sanitario que menos aportaban en términos de salud y equidad, se realizaron recortes en la cobertura y el reembolso de medicamentos, así como en servicios sociales y dependencia. Esos recortes probablemente no repercutirán en la esperanza de vida en el corto plazo, pero sí deteriorarán la salud de la población… y mientras tanto habrá gente que siga diciendo que tenemos un gran sistema sanitario –y que los recortes en sanidad no se están notando- porque tenemos una alta esperanza de vida con un bajo gasto sanitario.

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