La cuota española de atún blanco está a punto de consumirse y Canarias confirma así que su zafra de túnidos será ruinosa

Descarga de atunes en el puerto de Santa Cruz, en una foto de archivo

Román Delgado

Santa Cruz de Tenerife —

Los problemas a veces se concentran todos a la vez y así mismo le ha pasado este año a la flota atunera artesanal con puerto base en Canarias, donde a la escasa cuota regional para las capturas de atún rojo (Thunnus thynnus) en 2018 (255 toneladas, consumidas en una semana) se ha unido las pírricas posibilidades de pesca de las especies tuna (Thunnus obesus o bigeye) y barrilote o bonito del norte (Thunnus alalunga), el también conocido como atún blanco.

En este caso, como ocurre con el atún rojo, las capturas máximas permitidas están reguladas por cuota, este año en 15.015 toneladas para toda España y con consumo general, no por regiones o zonas de pesca dentro del país, que así está establecido para el atún rojo.

La combinación de todos esos factores, junto a la casi seguridad de que las islas ya no tendrán opciones de pescar más atún blanco en lo que queda del año, pues esta cuota está a punto de ser consumida en su totalidad durante la costera del bonito (en aguas del Cantábrico), ha hecho sonar todas las alarmas en las islas, una región en la que las embarcaciones atuneras de bajura, todas para la pesca artesanal, lucen amarradas a puerto; quizá no todas, pero sí la práctica totalidad de ellas.

Además, las opciones de pesca en aguas administradas por Marruecos están cerradas, pese a la renovación reciente del convenio pesquero. En cualquier caso, Canarias apenas utiliza seis licencias para faenar en esas aguas, todas de atuneros de la entidad Optuna, con sede en Arrecife, isla de Lanzarote.

Las razones de ese desastre de campaña de túnidos, que hará de 2018 un año ruinoso para la pesca de atunes en Canarias (con un cierre muy por debajo de las 10.000 toneladas en capturas, en torno al 20-40% de ese total habitual en algunas campañas pasadas, esto es, no mucho más de 2.000-4.000 toneladas), tienen que ver con la ya denunciada actividad “insostenible” de buques cerqueros industriales en aguas al sur de Canarias y en zonas de pesca cercanas a Cabo Verde, Senegal y Mauritania.

En esas aguas, dentro de la Zona Económica Exclusiva (ZEE, a 200 millas de la costa) o en caladeros internacionales, se captura la especie tuna o bigeye con elementos de concentración de cardúmenes (esta especie se agrupa en torno a esos instrumentos y luego se captura con el arte de cerco, lo que no permite el bonito del norte o barrilote) y ello, según han advertido los atuneros artesanales canarios, está llevando a la ruina a los armadores locales, a la flota de bajura isleña, que se ha quedado sin opciones de pesca de esa especie, de gran valor en el mercado, por detrás del atún rojo.

A este enorme problema, no resuelto, se añade que las pocas opciones que quedan a los atuneros canarios de salvar la zafra de túnidos en 2018 ahora solo pasan, por lo expuesto en el párrafo anterior, por capturar más bonito del norte o barrilote en lo que queda del año, a su caída hacia el trópico desde el norte de Europa. Pero lo peor de todo es que esta vez eso será poco probable, por no decir imposible.

Y no será por que el barrilote no baje o emigre hacia el trópico desde las aguas más frías del norte de España... No, no es por eso, sino por que el que regrese ya casi seguro no podrá ser capturado debido a que la cuota española para la captura de esa especie, de consumo general en el país, está a punto de ser engullida, en los próximos días, por la costera del bonito: por barcos gallegos, asturianos, cántabros y vascos. El consumo de esta especie ya llega a casi el 80% de las 15.015 toneladas posibles en 2018.

Así las cosas, el grito de los armadores atuneros canarios y de las organizaciones pesqueras que trabajan con este pescado no se ha hecho esperar y además es desesperado, como así se aprecia en el caso de la organización de productores de pesca (OPP) IslaTuna, con sede en la isla de Tenerife y una de las entidades que más acapara capturas de atunes en toda Canarias.

La flota vinculada a IslaTuna está amarrada desde mayo pasado por las escasez de capturas y la falta de pesca rentable, y hoy mismo, este jueves 9 de agosto, ha difundido una nota para decir que ese largo parón en la actividad extractiva está produciendo una pérdida aguda de renta que afecta de lleno a 450 familias.

Por ello, y como última opción para intentar que el descalabro de este año no vaya a más, IslaTuna se ha dirigido a los gobiernos canario y central para que, como solución de urgencia, se cierre la pesquería de atún blanco en la costera del bonito y la poca cuota que ya queda, en torno al 20%, sea reservada a la flota atunera de las islas. Es la única manera de que Canarias pueda tener actividad extractiva en los meses de otoño e invierno, en lo que queda de 2018, justo cuando el barrilote, ahora en aquellas aguas, inicie su viaje de vuelta hacia latitudes tropicales y en ese camino de regreso pase cerca de Canarias.

Si esa solución no se aplica, y es muy probable que así sea, la campaña de túnidos en Canarias en 2018 será recordada como una de las más ruinosas de los últimos años, seguro que con una nivel anual de capturas por debajo de las 4.000 toneladas y con enormes pérdidas para los armadores isleños.

IslaTuna también ha pedido este jueves que, junto a la medida de dejar derechos de pesca para Canarias con cargo a la cuota nacional de atún blanco, se articule una línea de apoyo al sector atunero local para compensar la pérdida de renta por tener amarrada la flota. En esta línea ya se empieza a trabajar con la Comunidad Autónoma de Canarias y el Estado.

Está todo por decidir, y el tiempo apremia, pero ya es seguro que 2018 no se mantendrá en el cajón de los mejores recuerdos relacionados con las capturas de túnidos en aguas de las islas. 2018, y se puede asegurar, pasa a ser, y por adelantado, un año de vacas flacas para la pesca isleña.

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