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Susana Díaz cede ante Ferraz en el pulso de las listas del PSOE, pero se hace con la bandera de la militancia

Susana Díaz junto a Micaela Navarro y Juan Cornejo, durante el comité director del PSOE andaluz.

Daniel Cela

La última guerra entre Pedro Sánchez y Susana Díaz gira estos días en torno a la elaboración de las listas electorales al Congreso y al Senado, pero en realidad esto es una escaramuza, un episodio que el PSOE andaluz ya está resignado a perder, cuando la dirección federal cumpla su amenaza y modifique, este jueves, las candidaturas elegidas por la militancia (orientada por las ejecutivas provinciales) de Sevilla, Cádiz, Almería y Córdoba. La ex presidenta de la Junta y secretaria general del PSOE de Andalucía ha templado los ánimos en sus filas, alteradas por la decisión de Ferraz de borrar a todos los susanistas de las listas al Congreso para colocar a los sanchistas. Llamamiento a la calma.

El siguiente pulso inevitable con Sánchez lo librará en dos escenarios consecutivos: las elecciones generales del 28 de abril y las municipales del 26 de mayo: Díaz y todo el músculo del PSOE andaluz se fajarán en ambos procesos para que el resultado en Andalucía sea decisivo, significativamente mejor que en otros territorios. La sevillana capitalizará la victoria, si la hay, y como consecuencia Sánchez puede repetir como presidente del Gobierno. “Una vez que Ferraz apruebe las listas definitivas para las generales, todos estaremos detrás y saldremos a muerte a pelear por esa candidatura, porque todos somos el PSOE”, dice el secretario de Organización andaluz, Juan Cornejo, con la pesadumbre de no haber logrado alcanzar un acuerdo con Madrid. El siguiente escenario serán los congresos posteriores y las primarias, donde Díaz, ahora sí, querrá cobrarse el coste de que Sánchez -“líder de la militancia”- haya orillado el voto de las bases en cuatro provincias andaluzas para situar a los suyos en el Congreso. El primer cónclave socialista previsto es el congreso federal de 2021, aunque la convulsa vida interna del partido puede precipitar los escenarios, según fuentes de la formación socialista.

Los estatutos del 39 congreso del PSOE, que consolidaron el nuevo rumbo del partido con Pedro Sánchez a la cabeza, vinieron a estrenar un equilibrio inédito entre la voluntad soberana de la militancia y la representación de la dirección política. Sanchistas y susanistas leen de manera distinta ese reglamento interno del que se han dotado. Los estatutos no están sirviendo para consolidar la unidad del partido a las puertas de un ciclo electoral importantísimo, porque se juegan el Gobierno y la prevalencia de la izquierda frente al avance de las derechas y la ultraderecha. Los estatutos de la militancia llevan semanas en boca de los socialistas, de uno y otro lado, como elemento de confrontación interna. “La elaboración de las listas en Andalucía ha sido un proceso ejemplar con un apoyo de más del 90% de la militancia”, dijo este martes ante el comité director del partido [la participación de las bases estuvo entre el 30 y el 40%].

El PSOE andaluz ha enviado a Ferraz unas listas electorales combinando a los ministros de Sánchez y gente de su ejecutiva con nombres elegidos por la militancia, fieles hasta el tuétano a Susana Díaz. La dirección federal va a modificar esas porque quiere un grupo parlamentario coleccionado y leal a Sánchez, aunque eso suponga ningunear la voluntad de la militancia. En el corto plazo, es una derrota interna de la secretaria general del PSOE andaluz, que lanzó este pulso para demostrar a Ferraz que aún controla la federación más numerosa del partido, la que más necesitará para ganar las próximas elecciones. En Andalucía, los sanchistas hacen guerras de guerrillas, pero les falta un general que aglutine un ejército capaz de plantar cara a Díaz en unas primarias. El sanchismo no es compacto ni siquiera por provincias. Tampoco el susanismo lo es ya, dicen sus rivales, tras ver cómo las listas electorales de Jaén, Huelva, Granada y Málaga se han pactado entre Ferraz y las ejecutivas provinciales sin demasiados roces. En el plazo largo -que es el que Díaz tiene ahora en la cabeza-, que Pedro Sánchez trastoque las listas votadas por la militancia es una victoria para la sevillana.

El pulso por las candidaturas es una escaramuza más, la verdadera batalla interna vendrá después del ciclo electoral, que termina (presumiblemente, si no hay repetición de las generales) cuando pasen las municipales y europeas de mayo. Hasta entonces, el PSOE necesita a un PSOE andaluz musculado y movilizado, y Susana Díaz ya está haciendo valer su derrota política en las autonómicas como acicate para los socialistas del resto de España. “Andalucía aporta la experiencia para que el PSOE gane”, ha dicho a los suyos en el enésimo comité director que convoca desde el 2 de diciembre, máximo órgano de dirección entre congresos. Su derrota ha tenido un eco mediático más allá de las fronteras andaluzas, con la formación de un Gobierno de PP y Ciudadanos sustentado en la ultraderecha de Vox. Es el esquema que los conservadores quieren proyectar en Moncloa, en los ayuntamientos y en el resto de comunidades.

Ellos lo usan como reclamo electoral, y Díaz lo esgrime como aviso a navegantes. “Quiero sacarme esa espina”, dice la sevillana, prometiendo a todos que ella y los suyos harán una campaña electoral trepidante para “frenar a la derecha”. “Aportaremos la militancia, el talento de los hombres y mujeres de Andalucía que se van a batir el cobre… seremos los que más aportemos a la victoria de Pedro Sánchez. Las generales serán la antesala de nuestro mayor reto, que son las municipales de mayo, porque la fuerza del PSOE está en lo local”, ha anunciado en el comité director. Ahí mismo, medio escondida, está la hoja de ruta de Susana Díaz hacia una suerte de redención política, y también hacia el choque definitivo contra Sánchez.

Los dos dirigentes socialistas -rivales en las primarias- volverán a pelearse por capitalizar el resultado de las generales y municipales, si le es favorable al PSOE. Los dos lo necesitan, por eso Díaz no le discutirá a Ferraz el cambio de nombres en las listas electorales después del comité federal del domingo, al que acudirá para defender (por última vez) a los candidatos que eligió la militancia andaluza. “Los andaluces ya saben perfectamente lo que ocurre cuando la derecha y la extrema derecha se unen, porque Andalucía ha sido un claro escaparate”, ha dicho durante su intervención ante unos 300 compañeros de partido.

Después de las urnas, vendrán los congresos y las primarias del PSOE. Para Díaz será el momento de cobrarse la pequeña derrota interna que asumirá esta semana si Ferraz borra a todos los susanistas de las listas al Congreso y al Senado. Entonces la sevillana prevé usar la bandera de la militancia para romper en pedazos el potente relato político que devolvió la secretaría general del partido a Sánchez, “autoproclamado líder de la militancia”.

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