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Una familia de un pueblo de Cádiz consigue una vivienda gracias a la presión social

Juan José y Hannah enseñan el documento de cesión de la casa.

Francisco J. Jiménez

Al final el callejón sí tuvo salida. La historia de la familia de Villamartín que venía reclamando una vivienda y que había recibido una notificación para abandonar el piso que habían ocupado ha tenido un final feliz. La presión popular, la ayuda de ciudadanos concienciados con su problema y la publicación en este medio, aseguran, han hecho posible que, al menos durante dos años, Hannah Drzonsalla y Juan José Benítez disfruten de un techo junto a sus dos hijos.

La situación ha sido de pirueta administrativa porque debían abandonar la vivienda el pasado 26 de febrero. La Consejería de Fomento y Vivienda pedía el desalojo y avisaba de la intención de recuperar un bien público de titularidad de la Comunidad Autónoma de Andalucía. En manos del Ayuntamiento quedaba la adjudicación a un demandante de vivienda en virtud de la resolución para que las viviendas vacías se pusieran a disposición del Registro Público Municipal de Demandantes. Y, finalmente, los elegidos fueron Hannah y Juan José por encontrarse en riesgo de exclusión social, como quedó certificado en los informes técnicos.

Juan José Benítez, todavía nervioso, relata con emoción que hace pocos días firmaron el acuerdo por el que disfrutarán de una vivienda. El final de una pesadilla: “Al final se solucionó. Nos habían dado un plazo para abandonar la casa y llamamos al Ayuntamiento y dijimos que no nos íbamos porque no teníamos donde ir. El Ayuntamiento se puso de nuestro lado, hablaron con la Junta y nos han adjudicado la casa. El cambio se ha producido por la presión social, creo yo”.

El alquiler social será de unos 50 euros al mes, pero quedan algunos gastos pendientes porque la casa, debido a que estaba en estado de abandono, presenta graves desperfectos. “Habrá que cambiarle las tuberías, que están podridas. No sabemos si el Ayuntamiento correrá con los gastos de las reparaciones. Antes estábamos con luz porque nos la pasaba el vecino con un cable y con el agua pasaba lo mismo. Ahora podemos tenerlo todo legalmente”, explica Juan José mientras enseña el mal estado de los cerramientos de la vivienda, que necesitará de ventanas y persianas nuevas.

“Que no se rinda nadie”

Hannan tiene los ojos vidriosos de la emoción. Fue la que llevó la voz cantante en la reclamación previa, pero ahora prefiere disfrutar del resultado y animar a las familias que, como ellos, necesitan dar el paso y ocupar una casa. “Que no se rinda nadie, que busquen apoyos por donde sea porque se puede conseguir. En Villamartín hay más familias necesitadas que se han rendido porque los han asustado, pero si realmente no tienes un techo, no te vas. Si no lo tienes, te tienes que quedar. Mi hijo pequeño tiene 18 meses y todavía no entiende, pero la niña de cuatro años lo pasó muy mal el día que vino la policía. Cuando ya le dijimos que esto es suyo, que ya no nos mudamos más, se puso muy contenta”.

El infierno vivido semanas atrás ya ha quedado casi en el olvido. Los reproches de entonces hacia el Ayuntamiento se tornan ahora en palabras de agradecimiento. “Hubo muchos líos, pero han querido ayudar y se ha podido hacer. Estábamos desesperados, sin saber dónde meternos, pero el alcalde me llamó un día y todo cambió. Yo iba todos los días al Ayuntamiento para ver si había alguna solución, me pidieron de nuevo los papeles y vieron que estaba todo en regla y que pedía algo razonable. Cuando hablaron con la Junta yo ya vi que tenía arreglo”, recuerda Juan José.

En su momento, el alcalde de Villamartín, Juan Luis Morales (PA), señalaba que era complicado el caso de esta familia porque “no estaba registrada” en el registro demandante de vivienda, pero tras aclararse el asunto burocrático la visión es muy diferente. Bernardo Ruz, delegado de Bienestar Social del Ayuntamiento de esta población gaditana, remarca que “nosotros siempre hemos apoyado a esta familia y hemos hecho lo posible por colaborar. Sucede que en estos casos hay unos trámites que deben cumplirse y cuando se ha producido hemos estado encantados en ceder esta vivienda a Juan José”.

Sin empleo

Han ganado una batalla, pero no la guerra. Ni Juan José ni Hannah tienen trabajo y deben sobrevivir con la ayuda de los 426 euros que se concede a los parados que carecen de rentas, que tienen responsabilidades familiares y que han agotado la prestación por desempleo. “Con eso es imposible pagar un alquiler y la luz. Ya vimos que lo primero era que comieran los niños. Eso va antes que todo lo demás y por eso dimos el paso de meternos en una casa. La gente no debe tener miedo y tiene que luchar por un derecho, que es tener una vivienda digna”, recuerda Hannah.

Mientras que los niños están en la guardería y en el colegio, esta joven pareja trabaja para adecentar el mayor de los regalos. “Gracias de todo corazón” es la frase que más sale de sus bocas por el reportaje publicado a finales de febrero y que, según ellos, ha servido de mucho para conseguir ese techo tan buscado. Pero hay más gente detrás de ese logro: “Muchas gracias a las Corralas de Cádiz, que nos han apoyado mucho y que son como nuestra familia. Nosotros estábamos ciegos y ellos nos dijeron qué teníamos que hacer. Se los agradecemos también a la plataforma Stop Desahucios de Chiclana y a Juan Marín, del SAT”.

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