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De 'ASSIA!' a 'Este mar llamado mi espalda', la importancia de saber tejer
¿Sabes algo que me gusta hacer (aparte de comer)?: tejer. Me enseñó mi madre y mi abuela, pudiendo así mantener viva la memoria, bueno, las memorias. Al fin y al cabo, tejer sirve para parar en un mundo que va a un ritmo frenético que asusta, y sirve para reflexionar, para conversar, y especialmente, para sanar.
Tejer, o crear tejido, es una de las piezas claves entre artistas africanas y afrodescendientes como Agnes Essonti Luque (Barcelona, 1996) y Carla Hayes Mayoral (Málaga, 1997), quienes este mes de octubre en Málaga han realizado, respectivamente, dos propuestas artísticas entrelazadas: 'ASSIA!' y 'Este mar llamado mi espalda'.
Desde lugares diferentes usan sus manos para convertirse en lenguaje, inscripción y cartografía emocional, constituyendo un campo de acción estética y política desde el cual se revisan las formas de representación, pertenencia y visibilidad.
'ASSIA!' es una exposición fotográfica organizada por la Asociación Biznegra y Fondo Calala (con el apoyo del Instituto de las Mujeres y FEST-UMA) durante todo el mes de octubre en Málaga. La muestra, que reúne el trabajo de Agnes Essonti Luque, utiliza el término en pidgin (assia) que significa “coraje” o “fuerza”, para mostrar vivencias propias y colectivas de la mujer afrodescendiente y que basculan entre el reflejo de la opresión y el de ese coraje. Crea, así, un recorrido que vincula los procesos íntimos con una experiencia más universal de la diáspora africana, retratando en algunas de las imágenes el paisaje camerunés desde una perspectiva intimista, sirviendo de punto de unión de la diáspora.
Por otro lado, 'Este mar llamado mi espalda' (en La Térmica -Málaga- hasta febrero de 2026) es una exposición obra de Carla Hayes Mayoral, comisariada por los profesores de la UMA, Ariadna Ruiz y Javier Cuevas, donde a través del bordado teje un diálogo entre la iconografía histórica del arte occidental y las narrativas visuales contemporáneas que circulan en los medios tradicionales y las redes sociales con una mirada crítica, afrodiaspórica y decolonial, abordando la representación de los cuerpos racializados en la tradición artística europea, donde esta manos que conversan, producen una resignificación de lo afro, lo comunitario, el conocimiento y lo femenino.
Y sí, las manos dialogan. En 'Assia!', con la cámara fotográfica, tejiendo simbólicamente con su mirada a través de la lente, volviendo a unir lo fragmentado, lo que nos han dicho que es incompatible de coexistir, invitando a romper silencios que se materializan en ese assia (aguanta) pero sobre todo a preguntar los porqués.
Y en el caso de 'Este mar llamado mi espalda', con el trabajo textil de la rafia y el uso del azulejo construye algo más que imágenes o piezas plásticas, sino que rencarna memorias y recupera voces desplazadas, desde la lógica de los feminismos negros. Pues no es sólo la experiencia concreta de la mujer afrodescendiente sino de todo lo que rodea a las mujeres afrodescendientes, siendo un abrazo a toda la comunidad africana en la diáspora.
Obras que tejen resistencia, resistencias desde la dulzura de la manta que nuestras abuelas tejieron haciendo punto y nos calientan en invierno. Resistencias desde la juntanza, desde el querer hablar de lo malo para respirar y seguir construyendo un mundo más bonito para ti, para mí y para todas
Estas propuestas no son una mera cuestión estética que busca la visibilización por la visibilización, o lo que es lo mismo, las políticas de la representación, sino que son la muestra más pura de la esencia del arte afrodescendiente: la curación colectiva, el ubuntu.
Ambas autoras han tejido también con mujeres africanas y afrodescendientes de Málaga para la producción y desarrollo de sus obras, como elemento clave para el espíritu de la obra.
Obras que tejen resistencia, resistencias desde la dulzura de la manta que nuestras abuelas tejieron haciendo punto y nos calientan en invierno. Resistencias desde la juntanza, desde el querer hablar de lo malo para respirar y seguir construyendo un mundo más bonito para ti, para mí y para todas.
Porque resistir no es sólo la epopeya mítica que nos bombardea con paradigmas de excelencia para generar auténticos cambios, resistir también es hablar de la alegría, llorarnos las penas, un abrazo o, mostrar la cotidianidad y sostenerla en su diversidad ante un mundo cada vez más gris. Sean piezas como esta, un documental que muestre tal cual la vida en Santo Tomé y Príncipe (sin exotismos ni penas), o como diría Mar Gallego, hacer un puchero con hierbabuena.
Es así que, con cada imagen, puntada, forma, se convierten en una herida sanada que nos devuelve nuestra paz y dignidad, invitando a cuestionar los relatos hegemónicos que nos han construido desde un lugar propositivo, es decir, desde la ternura y el amor.