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Desdeelsur es un espacio de expresión de opinión sobre y desde Andalucía. Un depósito de ideas para compartir y de reflexiones en las que participar

Yo no estoy en los papeles de Panamá

Las oficinas de Mossack Fonseca por los papeles de Panamá

Ana I. Bernal Triviño

Yo no estoy en los papeles de Panamá. Tampoco mi familia. Ni mis amigos.

Yo no estoy en los papeles de Panamá porque mi vida ha oscilado, según el mes, entre lo que se llama pobreza o respirar un poquito.

Yo no estoy en los papeles de Panamá porque, en cambio, he estado en muchos otros.

He estado en los papeles del paro, en los de cláusulas abusivas de los bancos, en la lista de espera del médico, en las de ayudas denegadas, en las de grupos de investigación anulados, la de emigrar, papeles de currículum repartidos que luego tiran a la basura, en la cartilla con números rojos, en las declaraciones de renta miradas con lupa, en el papel del autónomo, en los de becas para poder estudiar, en las solicitudes de préstamos rechazados, en la lista donde marcan y registran a aquellos que reclaman derechos en su empresa… Y en tantos otros que no quiero declarar porque son del ámbito más cercano, de los míos, y ahí yo pertenecía a eso que, con delicadeza, denominan como víctimas “secundarias”. A veces, ni siquiera he tenido identidad para estar en ningún papel, sino de quedarme en un limbo, cuando en el paro se agotan todos los recursos y pasas a ser invisible.

Mis amigos y allegados también han estado en otros papeles, aunque esos apenas tienen repercusión. Han estado en la libreta de la tienda de ultramarinos, cuando debían la leche o el pan que no podían pagar a fin de mes. Han estado en los papeles del desahucio, en los morosos del agua, en la lista para cortar la luz, en los papeles de embargos, en las listas de dependencia, de los que esperaban su medicamento de hepatitis C, en las entrevistas de trabajo rechazadas, en la del comedor escolar para los niños... Y  conozco un par de casos en los que ni siquiera, en principio, formaron parte de ningún papel. Aquellos a quien la angustia les llevó al suicidio, y los que sufrieron su pérdida no quisieron reconocer su caso en las estadísticas.

En la vida puedes estar en dos papeles. O apareces en los papeles del poder o en los papeles de los oprimidos. O estás entre los que te salvas, o apareces en los papeles de estadísticas de la exclusión, la desigualdad y la pobreza.

Frente al paraíso fiscal está el infierno fiscal.

Mientras aparezcas en los papeles del poder disfrutarás de impunidad quizás toda tu vida. Incluso si te pillan podrás recurrir a otras de tus múltiples tapaderas y contactos… El dinero todo lo calla. Pero si, víctima de la necesidad de sobrevivir, caes en un fraude menor, puede ser que arrastres una multa durante media vida. Luego, ellos mismos dirán que vives de papá Estado. Lo dicen quienes viven de papá Capital y quienes viven del Estado para privatizar y enriquecerse. Y, precisamente, inciden en llamarte así porque no quieren aportar ni un céntimo a los demás, salvo para esa filantropía y las obras de caridad que siempre quedan bien. Por eso, incluso Hacienda desgrava las donaciones.

No estar en los papeles de Panamá significa que sufrirás recortes sociales, que tendrás más listas de espera, que aumentará el copago de los medicamentos, que tus hijos pueden dejar de entrar en la universidad, que se reduzca el empleo público, que baje el consumo, que tu hijo sufra pobreza o marginación… Por todo eso, estar en los papeles de Panamá es muy rentable. Para quienes están ahí. Porque ellos, con su dinero evadido y si no tienen otra alternativa, sí pueden pagar su sanidad privada, la universidad privada para sus hijos, su comida de la mejor calidad, sus viajes por el mundo para evadirse, sus medicamentos retirados de la cartera sanitaria, sus asistentes, sus asesores, sus viviendas o sus yates.

Ellos son los de los papeles de Panamá, de Suiza, de las amnistías y de las sociedades fantasma. Ellos son los que conocen el paraíso, donde no dar explicaciones. El auténtico. Casi el cielo.

Yo no estoy en los papeles de Panamá. Porque siempre he estado en los papeles de España. Y por eso, siempre, me ha tocado estar con mis pies descalzos en el suelo.

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