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Diez años y tres fosas: Cádiz, paradigma en la búsqueda de desaparecidos por el franquismo

Exhumación en el cortijo de El Marrufo (Jerez de la Frontera, Cádiz).

Juan Miguel Baquero

Hay un centenar de fosas comunes y 3.021 desaparecidos en Cádiz. De esa tierra, reabierta contadas veces desde las ejecuciones rebeldes, se han extraído los restos de 64 personas. La primera vez, en El Bosque, hace justo diez años para, en total, sumar un escaso tres por ciento de posibles actuaciones que abarcan sin embargo las singularidades sobre las que pivota la búsqueda de las víctimas del franquismo: implicación pública, exhumaciones pagadas por la sociedad civil y prohibición de trabajos arqueológicos.

El Gobierno del PP nunca derogó la ley estatal de memoria histórica. La dejó morir de inanición y así, sin presupuesto, el lánguido efecto se diluye. Es la queja de los colectivos implicados. La Ley de Memoria Democrática de Andalucía –se tramita el anteproyecto– pretende paliar ese déficit, asumiendo el “deber del Estado” y una política pública de reparación. Con una gran piedra en el camino: La dotación económica asignada, simbólica por ahora. Ahí está la duda de asociaciones y familiares. ¿Cuánto se tardará en aplicar el nuevo marco legal?

La provincia gaditana, como paradigma, tiene la primera exhumación pública con resultados de Andalucía, en El Bosque (2004), y otra en Grazalema, con dinero institucional y funcionarios a pie de fosa. Y el cortijo El Marrufo, proceso sufragado por un ciudadano. O el intento infructuoso de la fosa del Pareoro en Torre Alháquime y la prohibición en Alcalá del Valle. Este año, además, arranca la tarea en el cementerio de Cádiz dentro de los once proyectos de intervención directa subvencionados por el Gobierno andaluz, que alcanzó un acuerdo con el Ayuntamiento.

La primera exhumación pública con éxito de Andalucía

La primera exhumación pública con éxito de AndalucíaEl tiempo guarda también casos sumidos en nebulosa. Jimena de la Frontera, finales de los 70, familiares con picos y palas toman la tierra… Año 2006, camposanto de la capital gaditana. Se extrae un cuerpo. No hay restos de ataúd. En la diligencia de sepultura del expediente del Consejo de Guerra consta inhumación en caja de madera. “Un tema peliagudo”, cuenta el investigador Fernando Romero.

El enterrador indicó 68 años después dónde estaban los asesinados en El Bosque. José Vázquez señaló el lugar y cómo los falangistas le obligaban a cavar las fosas. Sabía que eran de Ubrique, Benamahoma o Grazalema pero no los conocía. La estrategia de “desaparición” de los derrotados convenía en repartir los muertos de un pueblo a otro. El Ayuntamiento amplió el cementerio y las obras casi acaban en el “expolio” de las tumbas. La insistencia de familiares y asociaciones de memoria dieron con el primer rescate de desaparecidos forzados: 12 personas, año 2004.

Como explica el coordinador del grupo de memoria de CGT-A, Cecilio Gordillo, la exhumación supone un hito por el respaldo de la administración y “todas las garantías legales” que suponía acogerse a un decreto publicado por la consejería de Justicia que regulaba estos procesos. No ha vuelto a ocurrir, pero aquella vez los técnicos eran empleados públicos, con un equipo arqueológico de la delegación de Cultura y operarios municipales.

Un año más tarde se extrajeron ocho cuerpos con apoyo de la Diputación de Cádiz, igual que en Grazalema, con 16 víctimas exhumadas en 2008, labores adscritas al Servicio de Recuperación de la Memoria Histórica del que era responsable el actual coordinador del Grupo Regional memorialista del PSOE, Carlos Perales. “Esas actuaciones se hacen cuando la delegada de Cultura en Cádiz es Bibiana Aído, que envía a los arqueólogos y se compromete en continuar estos trabajos después del decreto pionero de la Junta de Andalucía”, manifiesta Perales. Unos trabajos paralizados “al entrar el PP a gobernar en Diputación y el servicio de memoria, desde entonces, queda anulado”.

En una de las escenas de la represión en Grazalema, las nuevas autoridades franquistas sacaron de sus casas a un grupo de mujeres acompañadas de dos niños, cuando la guerra provocada por el estallido golpista no había terminado. Tenían entre 20 y 30 años y un 'delito', ser mujeres o novias de republicanos. 'Paseo', humillación… acabaron sepultadas en una “fosa de castigo”, en el paraje conocido por Los Alamillos.

Un empresario, nieto de desaparecido, aporta 180.000 euros

Un empresario, nieto de desaparecido, aporta 180.000 eurosValle de la Sauceda, término de Jerez de la Frontera, último refugio republicano de Cádiz y primera línea defensiva de Málaga. Cientos de personas huyen ante el avance rebelde. Se concentran en una finca, El Marrufo, que muta en centro de fusilamientos masivos de noviembre del 36 a febrero del 37. Las tropas sublevadas no muestran compasión, como relata el doctor en Historia Fernando Sígler. La capilla del cortijo sirve para la retención y violación sistemática de mujeres. Entre 300 y 600 desaparecidos yacen en la zona.

En 2012 se recuperan 28 de ellos. Una subvención andaluza permite la localización y cata arqueológica. La exhumación debe presupuestarse con ayuda estatal pero nunca llega. La Asociación de Familiares de Represaliados de El Marrufo ve encallar el proceso por la ausencia de recursos económicos. ¿Cómo se desbloquea la situación? El dueño de la empresa de relojes Lotus, Miguel Rodríguez, aporta 180.000 euros. Busca a su abuelo Francisco Domínguez. “Me parece de juzgado de guardia que tenga que ser un particular quien financie la excavación”, se quejó entonces el empresario gaditano.

En Alcalá del Valle, por su parte, la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) inició dos exhumaciones, sin que en ningún caso contase con financiación pública ni protocolo público firmado. El equipo arqueológico desplazado desde León buscó en septiembre de 2011, sin éxito, una fosa común con al menos diez asesinados en 1936. A finales del pasado año regresó a otro enterramiento, bajo las mismas circunstancias. Ésta vez, la administración paralizó el proceso por no cumplir los requisitos burocráticos.

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