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Días de Empresa es un espacio en el que eldiarioand quiere contar las historias de las empresas andaluzas. Cómo discurre sus días, cómo nacen y cómo se consolidan, y cómo, desde aquí, desde Andalucía se construye sociedad a través de las iniciativas empresariales.

Eferson, la empresa sevillana que vive en “un evento permanente”

Parte del equipo de Eferson en su sala común
2 de julio de 2024 06:00 h

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Son las 8 de la mañana cuando empieza la actividad en Eferson, una empresa de organización de eventos que se ubica en unas instalaciones de 1.300 metros cuadrados en Gelves. Al entrar, ni el espacio, ni el tamaño, ni la decoración dirían que la historia de Eferson nace con un fracaso. Y que es una historia que cuenta cómo los fracasos no tienen por qué marcar finales, sino principios que te pueden llevar al éxito. Un éxito cifrado ya en más de tres millones de facturación el último año.

La historia de Eferson es la historia de Enrique Fernández, que después de que su empresa anterior no funcionase, en 2012 se lio la manta a la cabeza, agarró la maleta y volvió a Sevilla para empezar un nuevo proyecto en solitario en un pequeño despacho de la calle San Luis. De ahí la “E”, de Enrique; la “Fer”, de Fernández; y un “On” que hay que agradecerle a su madre, la que siempre le decía “este niño es muy activo”. Así que Enrique Fernández, “siempre activo”, se hizo autónomo y con 15 euros en negativo en la cuenta empezó a ofrecer sus servicios a grandes empresas de producción.

El banco apretaba para que los números de la cuenta mejoraran. Y Enrique se puso al teléfono en busca de clientes. “Le perdí el miedo al teléfono”. Al otro lado encontró su primer reto: organizar un evento para una empresa farmacéutica en Sevilla. A partir de ahí, todo fue hacia arriba porque “me pasaba el día buscando oportunidades”. Se convirtió en un hombre multitarea que lo mismo hablaba con los proveedores, calculaba presupuestos, movía un sofá o ponía una moqueta. Y desde entonces, como él mismo explica, “vivimos en un evento permanente”.

Ahora, parte del trabajo de buscar clientes lo lleva Tana Dorta, responsable del área comercial. Ella entra a las 9.30. A esa hora los teléfonos empiezan a sonar y ya ha terminado la reunión de producción. Esa en la que Rosa Carrasco, Marisa Baena, Lucía Ordóñez y Francisco Díaz repasan los proyectos pendientes y los que están por llegar. Desde el presupuesto al diseño gráfico, la decoración o la construcción de escenarios.

En esta empresa les gusta “resolver los problemas todos juntos” y, a ser posible, con un café. Y lo tienen fácil. Eferson cuenta con su propia barra de bar dentro de las oficinas. Se trata de un espacio cálido, luminoso, con muros de ladrillo y hasta con una máquina de Arcade, donde antes todo eran “paredes blancas como en un psiquiátrico antiguo”. Porque Enrique está convencido de que “las mejores reuniones se tienen en los bares”. Y las mejores ideas son fruto “de la colaboración”, como explica Rosa.

La idea es sacar un poco los pies del tiesto, y ubicarse en un espacio más distendido donde pensar, incluso, cosas locas. Por eso puedes llegar a la empresa y escuchar una batería, una guitarra... porque algunos empleados están tocando (incluido Enrique). Y quizás por eso han colocado una frase motivadora, nada menos que de los Cazafantasmas, en lo alto de la pared de su particular cafetería: “Who you gonna call?”. Y ¿a quién vas a llamar? A Eferson, claro. A pesar de este ambiente aparentemente informal, en los proyectos todo está medido y ordenado. Por eso metieron el logo en una suerte de “cuadro”. Porque, como le dijo una amiga a Enrique, los clientes “llegan con las ideas muy desordenadas” y ellos las meten dentro “en una cajita”.

“Emprender no es fácil. No hay fórmula mágica para el éxito. Es trabajo duro, noches sin dormir y aprender de los errores”, afirma Enrique. Por eso, Enrique siguió la estela de aquella frase de programa de televisión “yo solo no puedo, con amigos sí”, y hace cuatro años sumó a su proyecto a Miguel Herrera como socio y “complemento perfecto”. Herrera cuenta con más de tres décadas de experiencia en la producción de grandes eventos (conciertos y citas corporativas) y conocía a Enrique desde hace muchos años, de su etapa en Madrid. No fueron pocas las veces que bromearon con trabajar juntos, y al final la broma se hizo realidad.

Enrique volvió a Andalucía por morriña y por amor a Triana, y ahora hace suya la frase del cómico Manu Sánchez de que “a Madrid hay ir, no hay que irse”, para defender el ritmo de vida de su barrio sevillano. Eso sí, él y Miguel tienen claro que “la geografía no debe de ser un problema a la hora de emprender” y reivindican que se puede hacer un trabajo “excelente” desde cualquier lugar.

Tiene muchos ejemplos. Es el caso de Nestle Purina, que les vio trabajar y les pidió organizar un evento en Suiza. Desde entonces, los retos internacionales “de gran envergadura” no les han abandonado y han viajado a Berlín, Dublín, Italia, Portugal o México adaptándose a las “características de cada país”. Uno de sus secretos, explica Enrique, es el espíritu sostenible y el trabajo con los locales, una red de contactos construida poco a poco. “Hay mucha gente que hace muy buen trabajo y sale más barato y es más sostenible contratar el montaje de un escenario, por ejemplo, a empresas locales en vez de mover un montón de camiones con el material desde Andalucía”. Otro, que “no tenemos deudas”, algo de lo que está particularmente “orgulloso”.

En la lista de clientes de Miguel y Enrique hay grandes farmacéuticas, administraciones y empresas privadas; han montado conciertos y han trabajado para supermercados como la cadena MAS, uno de sus eventos más recientes y del que están particularmente orgullosos: “Organizamos la reunión de más de 4.000 empleados de los supermercados en el Estado de la Cartuja y hubo que gestionar desde el catering y el transporte de los trabajadores, hasta montar una atracción de coches locos. Fue un trabajo de logística muy complejo, toda una odisea”.

Una década da en realidad para muchas odiseas. Sobre todo, si contamos los difíciles años de la pandemia. La herencia de la COVID que ha quedado en Eferson es un plató que usaron entonces para recrear de manera virtual cómo podrían quedar eventos futuros y enseñarlos a los clientes. Ahora ese plató se sigue usando para grabar spots, programas y lo que haga falta.

Ya son las 15.00. En Eferson todo el mundo se va a casa porque desde esta empresa defienden “la conciliación de la vida laboral con la personal”. Aunque todos los trabajadores saben que aquí, como explica Marisa, “cada día es un mundo y no existen patrones de actuación”. Eso sí, Enrique y Miguel, “siempre ON”, concilian con el teléfono de la empresa en el bolsillo. La palabra “fracaso” ya no se escucha en sus oficinas, pero tampoco se olvida. Porque a partir de aquel fracaso, de mucho trabajo y mucho esfuerzo, nació lo que hoy es Eferson.

Mañana, otro día, otro evento.

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