Andalucía Opinión y blogs

Sobre este blog

La portada de mañana
Acceder
La confesión de la pareja de Ayuso desmonta las mentiras de la Comunidad de Madrid
El plan del Gobierno para indemnizar a las víctimas de abusos agita la Iglesia
Opinión - El pueblo es quien más ordena todavía. Por Rosa María Artal

Las cubiertas vegetales una herramienta para la sostenibilidad

Instituto de Agricultura Sostenible (IAS/CSIC) en Córdoba —

0

Las cubiertas vegetales son cultivos que se usan para proteger y mejorar la salud del suelo y no para cosecharlas. El tipo de cubierta vegetal y la manera de implantarla y manejarlas dependen mucho del tipo de cultivo principal (que cosechamos) y el propósito de usar la cubierta.

En cultivos anuales, como trigo, las cubiertas vegetales se siembran durante los períodos de barbecho, mientras que, en cultivos leñosos, como olivar, se siembran entre los árboles. Tradicionalmente, las cubiertas vegetales se han utilizado para cubrir el suelo y evitar la erosión, suprimir el crecimiento de malas hierbas y mejorar la fertilidad y estructura del suelo. Esta mejora de la fertilidad era especialmente importante antes de la aparición de los fertilizantes de origen químico, usándose cubiertas de leguminosas (como guisantes) que tienen la capacidad de fijar nitrógeno del aire en el suelo.

Las cubiertas vegetales han sido una práctica agronómica recomendada desde hace siglos, que hoy sigue vigente tanto en sistemas de producción ecológica o convencional que pretenden utilizar soluciones basadas en procesos naturales para mejorar su sostenibilidad. A estos motivos para usarlas se han unido recientemente la mejora de la biodiversidad, ya que las cubiertas proporcionan hábitat y alimento a numerosas especies, la calidad de los valores del paisaje y la mitigación y adaptación al cambio climático mediante la captación de CO2 de la atmósfera por las cubiertas que se incorpora al suelo y mejora la capacidad de almacenamiento de agua.

Si pretendemos mejorar el contenido de nutrientes del suelo optaremos por leguminosas que produzcan mucha biomasa incorporada al suelo mediante laboreo, conocido como abonado en verde. Si aprovechamos sustancias que producen las cubiertas para luchar contra alguna plaga o enfermedad al incorporarlas al suelo se llama bio-fumigación, y seguiremos una estrategia similar al abonado en verde si existe alguna especie adecuada para nuestro propósito. Un ejemplo son cubiertas de crucíferas (Sinapis alba, una especie de jaramago) para reducir la concentración de Verticillium en el suelo, un hongo dañino para el olivo. Si queremos prevenir la erosión, optaremos por especies de crecimiento rápido, poca necesidad de agua y nutrientes, y alta persistencia de su rastrojo sobre el suelo. Así podremos proteger el suelo de la erosión con la mínima, o ninguna, competencia con el cultivo. Para esto se suelen utilizar gramíneas, por ejemplo, ballico.

En clima mediterráneo, de precipitación siempre limitada e impredecible, es muy importante un manejo adecuado de las cubiertas vegetales para no afectar de manera severa la productividad del cultivo que sí cosechamos

Si nuestro objetivo es mejorar la biodiversidad la opción necesaria es una mezcla de especies que produzcan flores durante un amplio periodo de la temporada, por ejemplo desde Anthemis arvensis (que es una especia de margarita que florece durante invierno), hasta caléndula (que florece más hacia primavera). Todas estas alternativas de cubiertas tendrán un efecto positivo sobre todos los aspectos mencionados, aunque con intensidad variable en cada uno de ellos dependiendo de la especie/s utilizadas y su manejo.

En clima mediterráneo, de precipitación siempre limitada e impredecible, es muy importante un manejo adecuado de las cubiertas vegetales para no afectar de manera severa la productividad del cultivo que sí cosechamos. Esto puede ocurrir, en ocasiones por competencia por agua, ya que aunque las cubiertas vegetales mejoran la infiltración de agua, en contrapartida su consumo de agua por transpiración durante primavera y verano es más elevado que la evaporación desde un suelo desnudo y seco. En cultivos leñosos, en los que se siembran en las calles, esto se logra utilizando especies de ciclo muy corto que crecen en otoño-invierno y se agostan a principio de primavera, dejando semilla en el suelo para una auto-siembra con las lluvias del próximo otoño. Estas cubiertas, ideales, provienen de especies autóctonas muy bien adaptadas existiendo ya en el mercado diferentes variedades, sobre todo de Brachypodium (una gramínea) disponibles para los agricultores. No obstante, este ciclo ideal no siempre se puede alcanzar, por ejemplo, en zonas frías con crecimiento más lento de la cubierta, o en otoños secos en los que la cubierta no emerge hasta más tarde. Por ello, en numerosas ocasiones se debe efectuar un control de la cubierta vegetal (antes de que se cree una competencia por agua con el cultivo principal) en algún momento entre principios/mediados de primavera. Esto debe hacerse mediante siega (mecánica o con ganado) o químico (con herbicidas). Cuando esto se hace, hay que tener la precaución de dejar una banda de cubierta sin matar para que llegue a producir semilla para auto-siembra.

Hoy los agricultores españoles utilizan cubiertas vegetales en un 23% de la superficie de cultivo, siendo usadas preferentemente en cultivos leñosos. En estos cultivos leñosos la mayoría de las cubiertas usadas (más del 95%) es la vegetación naturalmente presente en el banco de semillas del suelo, denominada cubierta vegetal espontánea. Se escoge esta opción porque es la más económica y porque en muchas ocasiones las especies presentes están ya adaptadas al ciclo de crecimiento perseguido. No obstante, existen circunstancias en las que es necesario sembrar una cubierta: 1) Queremos hacer biofumigación o abonado en verde; 2) El suelo está degradado y no se puede generar cubierta espontánea; 3) La cubierta natural no ofrece los beneficios deseados.

Los principales obstáculos para esta siembra son el elevado coste de la semilla de las cubiertas más convenientes, y la dificultad de implantación en suelos muy degradados o con alta densidad de herbívoros, por ejemplo conejos. La Política Agraria Comunitaria pretende contribuir a ayudar a su uso ofreciendo la opción de usar las cubiertas vegetales como uno de los requisitos (eco-regímenes) entre los que deben escoger los agricultores para optar a cobrar la parte íntegra importante de la subvención.

Las cubiertas vegetales son una herramienta muy poderosa para ayudar a la sostenibilidad de los sistemas agrarios, y su uso efectivo requiere de un manejo sofisticado para optimizar sus beneficios y prevenir sus potenciales riesgos. Esto depende de decisiones de manejo específicas de las condiciones de la explotación y de la climatología del año. Aunque hoy existen décadas de investigaciones para orientar en los principios generales de manejo de cubiertas, sigue existiendo una necesidad de asesoramiento y herramientas para la toma de estas decisiones a nivel local. Esto es un factor especialmente limitante en un país que carece de servicios de extensión agraria robustos y bien distribuidos en todo el territorio.

Las cubiertas vegetales son cultivos que se usan para proteger y mejorar la salud del suelo y no para cosecharlas. El tipo de cubierta vegetal y la manera de implantarla y manejarlas dependen mucho del tipo de cultivo principal (que cosechamos) y el propósito de usar la cubierta.

En cultivos anuales, como trigo, las cubiertas vegetales se siembran durante los períodos de barbecho, mientras que, en cultivos leñosos, como olivar, se siembran entre los árboles. Tradicionalmente, las cubiertas vegetales se han utilizado para cubrir el suelo y evitar la erosión, suprimir el crecimiento de malas hierbas y mejorar la fertilidad y estructura del suelo. Esta mejora de la fertilidad era especialmente importante antes de la aparición de los fertilizantes de origen químico, usándose cubiertas de leguminosas (como guisantes) que tienen la capacidad de fijar nitrógeno del aire en el suelo.