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Entre la “lealtad” y la “sumisión” a Pedro Sánchez: el debate entre Díaz y Espadas enfrenta dos identidades del PSOE andaluz

Susana Díaz, Juan Espadas y Luis Ángel Hierro debaten en las primarias del PSOE de Andalucía.

Daniel Cela

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No habían pasado ni dos minutos desde el arranque del debate de las primarias que elegirá al próximo candidato del PSOE andaluz a la presidencia de la Junta, cuando la secretaria general, Susana Díaz, introdujo la idea-fuerza que soporta su campaña: “El próximo 13 de junio vamos a elegir qué modelo de partido queremos. Si queremos que se dirija desde Madrid o desde Andalucía. Los andaluces nos hemos ganado tener voz propia”. Para remarcar ese discurso autonómico y andalucista, frente a supuestas injerencias de Ferraz, Díaz vestía una camiseta de un verde luminoso, idéntico al color corporativo que adorna la sede del PSOE andaluz. Su sede. Enfrente, el alcalde de Sevilla, Juan Espadas, con una camisa blanca, y el profesor de la Hispalense, Luis Ángel Hierro, con traje y corbata roja.

El único debate de primarias del PSOE de Andalucía, organizado en la sede de la calle San Vicente, retransmitido en directo por el canal YouTube, con bloques de política sectorial y abierto a preguntas de los afiliados es el punto álgido de una campaña en la que están llamados a votar los 46.577 militantes (aunque en el mejor momento del programa no llegó a 4.000 conectados). Concluye el próximo domingo si uno de los tres aspirantes rebasa el 50% de los votos, de lo contrario, habrá una segunda vuelta el 20 de junio.

Se ha hablado de sanidad, educación, políticas sociales, vertebración territorial, pandemia, fondos europeos... pero la fibra sensible del debate estuvo en la identidad misma del PSOE andaluz: ¿Se va a convertir en una “sucursal” de Ferraz? “¿Es una federación ”leal, pero no sumisa“? Éste es el marco mental que Susana Díaz ha impuesto a estas primarias, adelantadas por la dirección federal en contra de su criterio, siete meses antes del congreso del PSOE-A, y que ha terminado arrastrando a sus contrincantes.

Espadas, con la vitola de ser el candidato señalado por Pedro Sánchez para jubilar definitivamente a la ex presidenta andaluza (su rival en las primarias de 2017) se ha rebelado contra este relato: “Ningún secretario general o presidente de la Junta permitirá nunca que el PSOE andaluz sea sucursal de nadie, dejémoslo claro, porque decir lo contrario es faltar el respeto a los militantes”, ha sentenciado, malhumorado, al borde de perder su contención habitual. El regidor sevillano ha afeado a Díaz que explote “posiciones personalistas” para enfrentarse a Ferraz, y le ha recordado que es el PSOE andaluz, la federación más numerosa del país, “la que tiene fuerza suficiente para orientar las políticas del partido y del Gobierno socialista de España”. “Ser leal no es ser una sucursal”, avisó.

En el debate no ha habido cuerpo a cuerpo como tal, porque Díaz lo ha evitado -con un perfil domesticado a conciencia para ocultar sus aristas de dirigente dura-, y porque el formato se prestaba más a los monólogos paralelos que al cruce dialéctico. Los tres candidatos apenas se han solapado al hablar. Pero en el bloque que ha tratado la posición de Andalucía en España, ahí la expresidenta ha lanzado el golpe más duro contra su compañero de filas: “Las personas más leales son las que son libres. Para ser leal y no sumisa, una tiene que ser dueña de su destino, y tiene que ser aquí en Andalucía donde se tomen las decisiones. Una vez que se tome la decisión aquí, arrimaremos el hombro”. Todo esto sin mirar a Espadas a la cara, con una sonrisa, con tranquilidad infinita.

Acto seguido, ha puesto como ejemplo de esa pérdida de peso político en Andalucía la negociación del Gobierno de Sánchez con la futura Política Agraria Común (PAC), determinante para el campo andaluz y la economía regional, y que ha sido pilotada por otro andaluz, el ministro de Agricultura, Luis Planas, que en 2013 amagó sin éxito con disputarle la secretaría general en otras primarias. Un disparo, tres dianas.

Bases y aparatos

Susana Díaz tiene el control de la ejecutiva regional del PSOE-A, tiene su propio aparato, pero se presenta a estas primarias como candidata outsider, enfrentada al aparato federal, a la dirección de Pedro Sánchez, que ha señalado a su contrincante como sucesor. El alcalde de Sevilla se postula con el aval del “cambio, la ilusión, la unidad y el reencuentro” entre socialistas, tras la guerra civil que enfrentó a sanchistas y susanistas. No quiere que estas primarias se lean como una “segunda vuelta” de aquel enfrentamiento que desgarró al partido por dentro, pero es lo que está pasando. En su primer minuto de intervención, Espadas sacó un gráfico de datos para recordar que el PSOE andaluz ha perdido más de un millón de votos desde que Susana Díaz está al frente del partido (seis años como presidenta).

El alcalde ha evitado el cuerpo a cuerpo con Díaz en la campaña, por muchos dardos indirectos que ésta le ha lanzado a él y a Sánchez, éste se ha colocado de perfil. En el debate, la estrategia era justo la contraria. Espadas ha interpelado a Díaz en cada bloque, mirándola, nombrándola, y reprochándole la falta de diálogo con los sanitarios, con los alcaldes -“no nos hemos sentido escuchados”-, con los sindicatos... Le ha recriminado que su gobierno perdiera el contacto con la calle y, como consecuencia, fuera apartada del poder por una alianza de tres derechas (PP-Cs-Vox) en diciembre de 2018. “Susana, no se ha escuchado ni a los nuestros. A los sanitarios no los hemos escuchado”, sentenció. “Creo que no es momento de reproches, sino de propuestas”, le respondió Díaz, sin mirarle y sin inmutarse. Ese momento ha sido el único pequeño diálogo entre ambos. Al resto de “Susana, Susana, ¿verdad, Susana? compañera Susana...”, Susana no ha respondido.

A la líder del PSOE andaluz se le dan bien los cara a cara. Es una oradora experimentada, tiene colmillo político y sabe intercalar pullas sarcásticas que se clavan en su adversario. Pero ese perfil es el que ha tratado de tapar en este debate. Díaz ha monologado, es la única que no se ha dirigido por su nombre de pila a sus compañeros de partido, ha hablado siempre mirando a la periodista de El País, Eva Sáiz, que moderaba el debate, y ha expuesto propuestas de alcance propias de un programa de gobierno andaluz: “Vamos a subir 450 euros por andaluz el presupuesto de sanidad para llegar a la media de España (14.000 millones de gasto), y haremos un plan de choque para que en 48 horas que cualquier andaluz vaya presencialmente a su médico, y aumentaremos un 25% más de la plantilla en Atención Primaria”.

En el bloque de educación y políticas sociales, todos han apostado por aumentar el presupuesto, por ampliar la educación de 0 a 3 años, por incorporar la Memoria Histórica al temario de los colegios, por reforzar la Dependencia a mayores... En propuestas concretas, desarrolladas y presupuestadas, Díaz ha ganado de largo a sus contrincantes porque, a ratos, parecía que su adversario real no estaba allí presente (a saber, el presidente de la Junta, Juan Manuel Moreno Bonilla). Espadas no ha desgranado tanto sus medidas. Hierro sólo ha conseguido el interés común de sus contrincantes cuando ha propuesto hacer lo posible “sacar a Queipo de Llano de la basílica de la Macarena”. Díaz y Espadas lo han refrendado -“por supuesto, por supuesto”-, aunque lo cierto es que ambos, ella como presidenta y él como alcalde, han tenido la posibilidad de hacerlo, y no lo han hecho.

El debate le ha servido a Díaz para exponer con detalle su programa electoral. Al fin y al cabo, estas primarias deciden el candidato del PSOE a la presidencia de la Junta, aunque implícitamente están dirimiendo el futuro de la federación socialista más numerosa. Espadas ha valorado las propuestas de Díaz, pero en su discurso lo que mandaba la “autocrítica”, como eufemismo del más lacerante de los reproches a su secretaria general y ex presidenta. “Escuchar, escuchar y escuchar. A mí, Susana, los profesores y los compañeros de UGT me dicen: no nos habéis escuchado lo suficiente”, advierte el alcalde de Sevilla. Ella no responde.

Hierro se encoge de hombros: “¿Pero habrá que hacer política, además de escuchar, no?”, le pregunta. Espadas esgrime complicidad con el profesor de Economía, tiende la mano a su corriente -Izquierda Socialista-, pero aprovecha para lanzar el golpe más duro a la ex presidenta: “Sí, pero quiero remarcar la importancia de escuchar porque estoy convencido de que es una de las razones por las que perdimos las elecciones de 2018. Sólo cuando se escucha, se pasa de un partido que habla como un yo, a un partido que habla como un nosotros”.

En el mensaje final, mirando a cámara, Susana Díaz ha destacado que el domingo 13 de junio “vamos a votar en libertad”. Con una sonrisa amplia, ha apelado directamente a las bases y ha hablado de “valentía” y de “ilusión”. Hierro ha optado por subrayar la necesidad de “integración en el partido”. “Si ganamos volveremos a unir el partido para ganar el gobierno andaluz”. Espadas, para cerrar el debate, ha anunciado “un partido diferente, de cambio, de más participación y proximidad”. “Debemos dejarnos de peleas y de dudar de la autonomía y de la libertad propia que ejerceremos tras las primarias. A votar y a ganar”.

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