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El nuevo modelo de promoción del docente universitario impacta de lleno en Andalucía, territorio de catedráticos

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Consuelo Durán

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Andalucía es con diferencia la comunidad autónoma con más catedráticos y profesores titulares en sus universidades, y no porque sea la de más docentes (Madrid y Cataluña la superan ampliamente, según los últimos datos oficiales), sino por el peso de las públicas, donde este sistema de promoción es una exigencia plenamente consolidada. Por eso los nuevos criterios para lograrlo, publicados en modo borrador con participación no vinculante por la Agencia Nacional de Evaluación y Acreditación (ANECA), han puesto en pie de guerra a buena parte del mundo académico. De momento, ese borrador acumula más de un millar de enmiendas y otros tantos comentarios.

Ese marco es consecuencia de la Ley Orgánica del Sistema Universitario (LOSU), que entrará en vigor el 1 de abril y prima la gestión y el liderazgo a la hora de valorar los méritos para la promoción. En realidad, es un cambio de perfil, como apuntaba en el elDiario.es Pilar Paneque, directora de la ANECA y catedrática de Geografía Humana de la Universidad Pablo de Olavide (UPO) de Sevilla.

“Si tienes a un tío brillante en investigación y docencia, ¿por qué le tienes que obligar a que se meta en cargos de gestión para promocionar?”. “La libre designación de muchos cargos de gestión o el limitado número de puestos a los que se accede por votación supone un obstáculo evidente a la garantía de igualdad de oportunidades. Es un requisito que se ha convertido en obligatorio y que, por otro lado, nada dice de la calidad docente e investigadora”, se expresan en foros en plena ebullición muchos PDI (personal docente e investigador), que es como se denomina a estos profesionales.

Los que se han llevado el mayor palo son los académicos consolidados. Los que, después de años de carrera acumulando méritos con el modelo todavía vigente, están a punto de presentar su candidatura. Incluso los que la han presentado hace poco tiempo y todavía esperan la respuesta de la ANECA [se demora hasta seis meses]. Si es negativa por falta de algún punto, deben reintentarlo. En uno y otro caso pueden toparse con que esos méritos no les sirven y tienen que reiniciar una estrategia que lleva años. 

Lo cuenta un titular de la misma UPO que pretendía presentar su solicitud en el último trimestre de 2024 porque ya habría completado todas las exigencias del modelo vigente: “Todo me cuadraba para pedir la acreditación a catedrático. Ha sido un varapalo. Los nuevos criterios me obligarán a esperar entre cuatro y cinco años más para sumarlos”.

“Indefensión e incertidumbre”

En este sentido, desde CCOO critican que “estos criterios constituyen otro nuevo cambio en las reglas de juego para el PDI, que constantemente necesita adaptar sus estrategias al albur de la ANECA”.  

Como corroboran desde el CSIF, esto es así porque “se observa que la filosofía cambia radicalmente, por lo que nuevamente se produce un efecto claramente retroactivo”. Según el sindicato, “no se puede consentir que cada vez que se produce un cambio de criterios en el ámbito universitario, gran parte del trabajo de los últimos años se vea gravemente afectado”.

Vuelve a ocurrir lo mismo que hace unos años. “Tienen al PDI con una incertidumbre permanente, ya sea en criterios de acreditación como en los de evaluación de sexenios de investigación”, insisten desde el CSIF. “Los criterios cambian con demasiada frecuencia, ganando en subjetividad, lo que lleva a una mayor indefensión a la hora de reclamaciones por parte del PDI”, recalcan sobre un malestar que también se ha plasmado en un recogida de firmas en la plataforma charge.org y que acumula 2.500 firmas de adhesión.

Sin periodo transitorio

No hay prevista una disposición transitoria para esos casos que citábamos de aspirantes a los que el cambio les ha cogido en pleno proceso. Solo se ha establecido, apuntan desde estos dos sindicatos, “que, en caso de resolución negativa de una solicitud ya presentada con el modelo vigente, no tendrán restricción temporal para una nueva”. 

Pero esto no solo no es excepcional, dado que se ha aplicado con cambios en el pasado, sino que tampoco tiene por qué servirles. Lo explica un PDI de la Universidad de Sevilla que en diciembre presentó su solicitud para catedrático, con lo que en teoría tendrá respuesta en junio. Confía en que sea afirmativa, pero si no lo es, sabe que tardará años en poder presentar otra solicitud. “En el modelo vigente, hay tres patas: docencia, investigación y gestión. Debes demostrar méritos en investigación y docencia, pero aquellos con dedicación en gestión tienen unos requisitos en investigación más leves”, explica. 

¿Demasiadas cátedras?

De hecho, el borrador dice textualmente que “se valorará el trabajo realizado en la dirección y gestión universitaria o científica a través de cargos unipersonales. Se requerirá como mínimo una actividad acreditada de cuatro años”. Pero, ¿cuántos cargos unipersonales de este tipo caben? Pocos podrán acreditarlo. Y precisamente esto lleva a otra pregunta: ¿quiere la ANECA reducir el número de PDI que promocionan a titulares y, sobre todo, a catedráticos?

Como decíamos, Andalucía es la comunidad autónoma con más titulares (5.832 en el curso 2020-2021) y catedráticos (2.656), muy por delante de la segunda, Madrid (1.988 y 4.535, respectivamente) y Cataluña, tercera, con 1.730 y 2.366. El pasado año hubo un 50% más de solicitudes de acreditación (6.730) respecto a las de 2022 (4.544), tanto para titular como para catedrático, también debido que se veía venir el cambio, y muchas siguen pendientes de evaluación. Según el informe de 2023, el 85% de las solicitudes a catedrático logró la acreditación, y el 90% en el caso de los que aspiraban a plaza fija.

Ese mismo PDI de Sevilla suma varias estancias de investigación, pero no con los criterios nuevos. Literalmente, se recoge que “para conseguir el mínimo necesario se requieren doce meses” y con “una duración mínima de tres” cada una. Es decir, no valdrían dos de cuatro meses y otras tantas de dos. Y esto nos lleva a otra pregunta: ¿Qué pasa con la conciliación? Los aspirantes a una cátedra suelen, por lo general, presentar sus solicitudes cuando rondan la cuarentena, y tienen ya cargas familiares. De hecho, estas aportaciones las suelen acumular en sus primeros años de carrera, sin esas responsabilidades. Complicado encajar esto, además, en el caso de las mujeres, que no suponen en Andalucía ni la cuarta parte de las personas con cátedra.

Las mujeres, ¿más perjudicadas?

Son estos dos puntos (la experiencia en gestión y el nuevo diseño de las estancias de investigación) los más controvertidos y que más enmiendas están recibiendo en el proceso abierto por la ANECA. Los comentarios son muy similares. “Los cargos unipersonales han estado durante décadas ocupados por hombres. Hay facultades en las que se ha tardado 50 años en que hubiera una decana (y solamente ha habido una)”, apunta una PDI. “Perjudica especialmente a las mujeres, pero no únicamente. Todo el que esté fuera de un grupo de poder no tendrá nunca un puesto de gestión unipersonal. ¿Qué aporta a la calidad de la enseñanza e investigación de un catedrático el haber sido decano?”, replica otro. Y una más: “Es un paso atrás, y deja a los pies de los caballos a las personas que no son aceptadas en los núcleos duros o en las dinámicas de poder de los departamentos”.

En cuanto a la segunda exigencia más criticada, la preocupación es recurrente: “Hay investigadores que ya estuvieron de estancia de investigación en su etapa predoctoral o al inicio de la postdoctoral. El cambio perjudica enormemente a los investigadores con personas a su cargo, menores o mayores”. Otro afectado apunta: “Quien va a acreditarse para cátedra lleva muchos años de carrera investigadora y ha establecido contactos con otras universidades y países. Su internacionalización se puede medir de otras maneras. ¿Dónde queda la conciliación? ¿Es más valiosa la presencia física que la colaboración fructifera a distancia? Este requisito se hace especialmente complicado para las mujeres”.

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