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Un taraje con cinco troncos que se sale de la media

Taraje.

Francisco J. Jiménez

El taraje del puente de La Barca de La Florida (Jerez de la Frontera) es un ejemplar singular por muchos motivos: la gran altura de su copa, el notable calibre de los cinco troncos que brotan de una misma cepa y su magnífica estampa, que se dibuja con el puente metálico del río Guadalete como fondo. 

El árbol se encuentra, realmente, bajo el puente. Para acceder hay que rodearlo y llegar a un zona de merenderos que ya ha vivido sus mejores días. Ahora los habitantes de esta pedanía prefieren pasar los ratos de ocio en el parque periurbano de La Suara. Esto provoca que los alrededores del taraje estén bastante descuidados.

Este ejemplar pertenece a la especie Tamarix africana que, junto a Tamarix canariensis (muy parecida), forman parte de la vegetación acompañante de muchos de los ríos, arroyos y lagunas de esta zona. Magníficos ejemplares de tarajes pueden verse a lo largo del curso del Majaceite o del Guadalete (ribera de Lomopardo, pies del cerro de La Sierrezuela, Haza del Calvo...) y en la práctica totalidad de las lagunas. En algunos lugares llegan a constituir masas espesas, casi boscosas, como en el Tarajal de El Portal, amenazado actualmente por las obras de ensanchamiento del cauce del Guadalete. Es habitual ver también ejemplares aislados de tarajes o en pequeñas formaciones en hileras, escoltando muchos cursos de arroyos y desagües naturales que se conservan entre las lomas y cerros cultivados de la campiña.

El taraje del Puente de La Barca, merece, por méritos propios, formar parte de ese selecto catálogo de árboles y arboledas singulares de la provincia de Cádiz. Si habitualmente los tarajes apenas superan los cinco metros de altura, este ejemplar sobrepasa los diez, descollando su copa sobradamente por encima del tablero del puente y confundiéndose con las celosías de la estructura de sus grandes arcos metálicos. 

Aunque hace unos años se podaron algunos de sus troncos de manera poco reglamentaria, el taraje supera los 10 metros de altura, descollando su copa por encima del tablero del puente y confundiéndose con las celosías de la estructura de sus grandes arcos metálicos.

Con el paso de las estaciones, el taraje del Puente de La Barca muda su aspecto. Así, en primavera sus ramas desnudas se cubren de pequeñas flores de pétalos blancos que se agrupan en racimos erectos, ofreciendo por unos días un aspecto muy llamativo. Su copa se cubre pronto de pequeñas hojas verdes en forma de escamas, presentando por ello su follaje un aspecto ligero y grácil. En otoño e invierno, y hasta que la copa se desnuda, pasan sus hojas por las distintas tonalidades del ocre, naranja y amarillo mostrándolo aún más hermoso. 

El contexto en el que el árbol crece es también de gran interés por la proximidad de las alamedas del Guadalete y por el telón de fondo que en el vado de La Florida ponen la silueta del puente metálico, del arco de hormigón del Acueducto de los Hurones y del puente atirantado que construyera Eduardo Torroja para el Acueducto del Tempul, una obra de ingeniería realizada en 1864 para comunicar Jerez de la Frontera con el manantial de Tempul, situado en Algar. Por todas estas razones, bien merece una visita. 

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