Tras las huellas de la memoria enterrada en la fosa mejor documentada de Sevilla

Luis, Pepe y Paula en una de las fosas del cementerio de Osuna con restos de represaliados

Sara Rojas

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Una llave oxidada, atada a un cordel y hallada en el bolsillo de una víctima al fondo de una fosa. Una de tantas “que nunca volvieron a abrir portones ni corrales, pero sí cerraron vidas”. Es uno de los hallazgos más frecuentes en el terreno de las exhumaciones de represaliados de la Guerra Civil. Y por eso, es también el logo de 'Osuna Recuerda', un proyecto a cargo de la Universidad de Sevilla que pone al servicio de la historia la llave de la arqueología, capaz de desenterrar incógnitas y cerrar heridas.

En concreto, las de aquellas familias que todavía hoy, 86 años después, continúan buscando a los más de 200 fusilados - en la mayoría de los casos, familiares ya lejanos - que yacen sin identificar en el cementerio del citado municipio de la campiña sevillana. El único de la provincia, según el investigador José María García Márquez, que conserva toda la documentación posible para identificar a las víctimas de la represión. A partir de ese material, y tras meses de preparación, avanza el trabajo de campo con la vocación de localizar - “en un necesario ejercicio de humanidad” - dichos restos humanos “con todas las garantías científicas”, para que puedan ser devueltos sus familias y “sepultados en las condiciones de dignidad que merecen”, como reza en su página web.

Más allá de la nada desdeñable cifra de muertos, lo significativo en la fosa de esta localidad es que “allí terminaron personas de todo el entorno comarcal”, en palabras de Oliva Rodríguez, coordinadora de 'Osuna Recuerda'. Lugareños que “vagaban sin rumbo fijo” tras la toma de sus pueblos, huyendo por los campos y cortijos de la campiña los primeros días del golpe de Estado. Murieron presos de un juego macabro - “la caza de las liebres”, como documentó Vicente Durán Recio - que terminó truncando sus vidas y arrojando sus sueños a una fosa común, la del patio tercero del cementerio municipal de Osuna.

Por todo ello, el de este municipio de la campiña sevillana es “un caso de estudio muy importante y con muchas posibilidades”, según la catedrática de Arqueología que coordina el proyecto. Y uno de los más relevantes de Andalucía occidental, precisamente por la “completa y exhaustiva” documentación que atesora. Siguiendo el rastro de tales documentos históricos, el equipo interdisciplinar que integra el proyecto trabaja en busca de evidencias que puedan arrojar una lectura científica a uno de los capítulos más sensibles y controvertidos de la historia contemporánea española. “Nosotros nos debemos a los datos y vamos a contar lo que pasó a través de la arqueología y los estudios históricos”, explica Oliva Rodríguez a elDiario.es Andalucía. “Los vecinos cuentan lo que recuerdan, pero lo que más van a contar son los restos de las víctimas”, apunta la arqueóloga, recordando que los restos “no solo hablan de Osuna sino de toda la zona del entorno”.

Dar “encarnadura” a una lista de nombres

Hablan de Emilio Cáceres (suboficial, 37 años) que dejó viuda a su mujer y huérfanos a sus dos hijos. Hablan de los que nunca tuvo Antonio Alcantarilla (jornalero) cuando sus deseos y aspiraciones se truncaron a sus 22. Así, hasta completar una lista de más de 200 vidas recogidas en la base de datos Todos los Nombres, y que Santiago Fernández, vecino jubilado reconvertido en investigador, conoce al detalle.

Fue él quien completó el primer listado de personas represaliadas en Osuna después de bucear quince años en el archivo municipal. Rastreó minuciosamente las fuentes documentales movido por el afán de “darle encarnadura” a una ristra de nombres. Un cometido que se marcó en 2005 cuando asistió al acto de instalación del monolito conmemorativo a las personas represaliadas en el cementerio de la localidad. “Me fui muy triste porque las personas no solo somos nombres, somos mucho más”, reconoce a este periódico. Y eso despertó su anhelo por saber.

“Mi curiosidad era grande y el trabajo ha sido del tamaño de mi curiosidad”, asegura. Con la voz entrecortada por la emoción, confiesa que ha hecho suyas todas y cada una de las 235 víctimas que ha recogido. “Todas las siento cercanas”, dice mientras vuelve de una de sus visitas al patio tercero del cementerio. Santiago le prometió a su madre que encontraría a sus hermanos, mineros fusilados y arrojados a la fosa de Nerva (Huelva). Hoy todavía busca a su tío Emilio, pero tiene la esperanza de que otros ciudadanos como él puedan cerrar la página entreabierta de su historia familiar con la exhumación de la fosa de Osuna.

De la excavadora al bisturí

De acuerdo con la arqueóloga que coordina 'Osuna Recuerda', la cifra de fusilados en esta fosa común responde a dos hitos principales: a la crudeza de los primeros días de agosto del 36 y a la huida de los republicanos tras la caída de Málaga en febrero del 37. Por el momento, el proyecto se encuentra en una fase inicial, tratando de localizar la ubicación exacta de las fosas del cementerio, que se caracterizan, frente a otras de la provincia, por ser “muy estrechas, muy largas y muy profundas”, como detalla Oliva Rodríguez a este periódico.

Así pues, siguiendo la metodología arqueológica, van “abriendo zonas en busca de indicios arqueológicos que nos hablen de gente que no fue enterrada de manera ritual”, abunda la arqueóloga. Un proceso complejo, toda vez que se trata de “un espacio muy amplio - 3.000 metros cuadrados - sin evidencias superficiales y que se ha ido transformando” desde la década de los años 30. Además, se sabe que “hay mínimo un metro y medio de tierra estéril encima de la boca de las fosas”. Aun así, Oliva Rodríguez asegura que avanzan “a muy buen ritmo” y confía en que pronto puedan cambiar la excavadora por el bisturí.

Para este proyecto, el municipio de Osuna ha recibido la subvención más alta de todos los municipios de Andalucía: 189.000 procedentes de los fondos de la Secretaría de Estado de Memoria Histórica del Gobierno central a través de su Comisionado para la Concordia, como recoge Europa Press. En él participa un equipo integrado por profesionales de diferentes campos como la arqueología, la antropología y la comunicación. Junto a estos investigadores consagrados, también hay “un grupo de colaboradores muy importantes”: alumnos de estas mismas disciplinas y vecinos de Osuna, actores clave en el proceso de reconstrucción de la memoria de las víctimas.

Se acercan con frecuencia al cementerio - “sin odio, ni resquemor” - para ver cómo avanzan los trabajos de excavación que van a devolver los restos de sus familiares. Algunos vienen de fuera del municipio, como los nietos de los alcaldes de Pedrera y Algámitas, e incluso de la comunidad. “Por ser hijos de republicanos, se tuvieron que exiliar y ya están afincados en Aragón o Cataluña”, comenta Rodríguez recordando la visita de un chico y su madre procedentes de la región catalana durante sus vacaciones.

Al servicio de la verdad, la justicia y la reparación

Muchos de ellos, como Santiago, albergan el deseo de descubrir los hechos históricos que sus parientes protagonizaron, pero que fueron silenciados en el seno familiar por el velo del miedo. En este sentido, el proyecto 'Osuna Recuerda' reivindica la disciplina científica de la arqueología por ser “un instrumento más al servicio de los principios de verdad, justicia y reparación”. Una herramienta con la que poder recuperar y analizar “las evidencias asociadas a la represión, interpretando los hallazgos para hacer tangible la violencia, la tortura y el asesinato” en un “contexto de violación de derechos humanos”, tal y como señala su portal web.

De ahí que Oliva Rodríguez destaque la dimensión social de la investigación que se lleva a cabo desde la Universidad al “estar presente en los problemas que a la sociedad le importa”. Como aquellos años oscuros de la historia que 'Osuna Recuerda' rastrea ahora al sur de España.

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