Juan y Medio y otros amuletos de la suerte: así viven los estudiantes su segundo día de PEvAU

Alumnos de Sevilla hacen el último repaso antes de presentarse a la PEVAU

Carla Rivero

Sevilla —

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Segunda jornada de la PEvAU sin altercados, a la vista. La procesión va por dentro, pero los nervios dejan un reguero de adolescentes que necesitan unas horas para descansar y enfrentarse al tercer y último día. El examen de acceso a la universidad ha convocado entre el 15 y 17 de junio a más de 10.000 estudiantes en las sedes de la Universidad de Sevilla (US) y unos 1.500 en la universidad Pablo de Olavide con un Protocolo Covid-19 que los obliga a llegar con media de antelación, mantener las distancias y desalojar el edificio al término de las pruebas para desinfectar las aulas. 

Así que no hay movimiento en los pasillos, sino en el exterior, donde las terrazas se llenan de apuntes y el patio de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería de Edificación de la US es escenario de los repasos y comidillas de cómo ha ido el examn de Matemáticas. Berta Jiménez, Ana María Torres, Ángeles Domingo y Julia Contreras están sentadas en círculo tomándose un respiro, que en un rato toca Física. “Mentalmente, estás en la mierda, es como si tu cuerpo estuviera aquí, pero tu cabeza en otra parte”, ríe Julia. Les invaden las pocas horas de sueño, el estrés y la sensación de que se lo juegan todo a una carta. “En el cole si te sale un examen mal, no pasa nada, pero aquí con la presión tienes que tener mucha mente fría para no morirte de impotencia cuando te das cuenta del fallo al salir del examen, así que te repites a ti misma: ¡bloquearte no es una opción!, y sigues, esos diez minutos sin hacer nada es un ejercicio menos”, cuentan, “no hay tiempo para llorar”. Están en estado de ebullición.  

Los sacrificios no han sido pocos e incluyen hasta dos semanas de autoconfinamiento por miedo a contagiarse del coronavirus y que, de dar positivo, las obligaría a esperar a la siguiente convocatoria. El lado bueno es que nunca antes habían estado tan mimadas por sus progenitores: “somos unos bebés llorones que necesitan ser cuidados”, ríen, y Berta disiente, “en mi caso depende, no les hace mucha gracia que a las cinco de la madrugada les vaya a hablar de matrices, ¡no quiero integrales por la mañana!, me dicen”. La meta es superar este proceso para acceder a las carreras de sus sueños: Matemáticas, Ingeniería eléctrica, Física y Derecho. Casi nada.  

¿La hora y media del examen? Un suspiro. Pero siempre hay a quien rezar por los milagros: a Juan y Medio, por ejemplo. Genio y figura, la clase del Colegio Internacional Europa lo tienen en corcho y envuelto en la bandera de Andalucía para pasarlo de una lección a otra como talismán. Algo similar le pasa a Elena Dueñas, del mismo centro y con la vista puesta en el FP de Integración social, pero ella prefiere cantar los “Doce cascabeles”, que persevera que sí, que la canción anima, y más cuando sabe que “soy un desastre y llevo el nervio en el cuerpo, así que siempre llevo bajas las expectativas para que luego, si es positivo el resultado, venirme arriba”, con Joselito, claro.

Padres, madres, profesores, todos a la mesa

Rafael Valencia es hijo de su padre, también Rafael, y sobrino de su tío Joaquín. Son una piña que hoy ha cruzado la ciudad de Sevilla para acompañar al primogénito en la PEvAU. “El nerviosismo me hace dudar de mis posibilidades, pero teniendo aquí a mi padre me veo un poquillo más confiado, apoyo moral más que nada”, dice Rafael, estudiante del IES Alcaria con próxima entrada en Ingeniería del Software. “Venimos a arroparle, pero no como una manta, sino a dar ánimos como un entrenador, aunque estamos también nerviosos”, apoyan. Rafael hijo saca del bolsillo de su pantalón una medalla que lo acompaña en las citas importantes de su vida y comenta lo difícil que ha sido ser testigo de cómo se enmarañaba el curso para él y la mayoría de sus compañeros debido a la semipresencialidad dada por la pandemia. 

En ese plano participa la madre de Clara Pérez, del IES Pino Montano, que muestra su descontento por “la situación tan complicada que ha dado la Covid, a la que hay que añadirle el estrés de no haber dado todo el programa”. Clara va a cursar Biología y está segura de sus posibilidades, las velas y la música la han relajado estos días, pero no está satisfecha de sus futuros resultados: “He estado meses estudiando y no creo que vaya a tener la nota que realmente me merezca en la PEvAU; por ejemplo, en Historia nos han faltado por dar temas que me he tenido que preparar por mi cuenta, ya que no tenemos un libro de texto como tal, o en Matemáticas solo hemos preparado la mitad de los ejercicios, y luego, con la semipresencialidad, era difícil consultar dudas y no te enterabas de nada”, añade. No obstante, confía en las pruebas de Geología y Biología, son su fuerte, y el ánimo de su madre la acompaña. 

El profesorado ronda por el patio cuidando a su rebaño. Los responsables de los institutos han convocado a muchos de sus pupilos desde las 7.15 de la mañana con una máxima: el DNI en mano. Los despistes pueden salir muy caros, y no será por no habérselo dicho. “Se ha intentado hacer lo que se ha podido”, afirma Fernándo Sánchez, docente de Matemáticas del Colegio Internacional Europa. “El año pasado fue un último trimestre muy complicado, sobre todo a la hora de preparar al alumnado con cierto nivel de exigencia y mentalizarlos de que se tenían que preparar y, ahora, con la semipresencialidad ha habido mucha diversidad”, explica. “Está el alumno responsable, autónomo, que realiza los problemas sin dificultad, pero está quien necesita al profesor como una fuente de motivación constante, y apelar a su responsabilidad en casa… Ha tenido diversas respuestas”. 

Sánchez asegura que el claustro asiste y apoya a los de segundo de Bachillerato, aunque admite que “puede que le metamos presión, pero este sistema se parece cada vez más a una oposición donde la nota es año a año más importante, por lo que se juegan entrar a las carreras por centésimas, lo que genera un cierto nivel de estrés tanto en el alumnado como en el profesorado que lo prepara”. Por el momento, parece que Matemáticas ha sido la prueba más difícil y espera que la vuelta a la total presencialidad del sistema educativo no genere diferencias profundas entre unas y otras generaciones puesto que la selectividad volvería, seguramente, a su antiguo modelo de elección entre dos únicas opciones. 

A por el último día de la PEvAU sin incidencias en las aulas

Laura Rodríguez es vocal correctora y pertenece a la plantilla del IES Santa Aurelia. Está sentada en un aula recién desinfectada esperando a que vuelva a entrar el alumnado y denomina a este estudiantado como “generación Covid”. “La PEvAU se está desarrollando sin incidencias, y en comparación con el curso pasado, que fue quizás más estresante, estamos ahora más tranquilos porque los profesores estamos vacunados y se respetan las distancias de seguridad, las aulas están espaciadas, y todo se hace con mucho tiempo para que el alumnado no se acumule”, describe. 

Después de un año y medio de pandemia parece que se ha normalizado la situación. Tanto que sabiendo que está prohibido intercambiar material “hay algunos que parece que han ido a comprar paquetes de bolis para hoy”. Los examinados repiten la misma mesa para evitar contactos innecesarios a lo largo de la mañana, se desinfectan y son los responsables del aula quienes se acercan al sitio para las consultas y recoger los papeles. “Nadie se ha levantado después de la primera media hora y, en la mayoría de las asignaturas, han llegado hasta el final, así que creo que han llegado bastante bien a las pruebas”, comenta la vocal correctora tras vigilar en estas jornadas.  

“¡Bendito Primo de Rivera!”, exclama Jesús Torres, del IES Triana. Parece que el vaticinio de la profesora no iba desencaminado. A él le ha salido el tema de Historia que se sabía y, a la vez que se frotaba las manos, la compañera de una fila cercana se echaba a llorar. Cuestión de suerte. “En cuanto pasa el primer examen, no es para tanto, aunque el de Lengua, ojo cuidado…”, advierten sus compañeros Juan Antonio Moreno, Gonzalo Díaz y las hermanas Lucía y Mariola Prieto. Dos del grupo no saben qué opción escoger el próximo año, pero el ánimo está por las nubes: “¡hay tiempo de sobra el fin de semana para saber qué quieres hacer en la vida!”. Y los otros comentan que están decididos por Ingeniería Aeroespacial, Matemáticas y Educación Primaria.   

Lo que sí saben es cómo celebrarlo: las chicas se van a la playa, Gonzalo va a enchufarse a la play, y Juan Antonio y Jesús lo más probable es que, primero, duerman. Sus amuletos consisten en anillos de la suerte que ha hecho Lucía para todos a mano, un estuche que Gonzalo lleva desde primaria guardado en la mochila y unos dibujos que Jesús lleva como oro en año. Queda solo un día para el final del triatlón y las chicas del Europa deciden sobre la marcha que sus caminos las llevarán hacia la Alameda de Hércules, pero a tomarse algo solo, con precaución y sin fiesta, que no se han contagiado y tampoco “queremos caer ahora”, mientras que Clara se apunta a cualquier plan, “como si es ir de compras, lo que sea”. Unas vacaciones que están a punto de tocar. 

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