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Loporzano, el pueblo que se rebeló contra las granjas de ganadería intensiva

Reunión de miembros de la Plataforma Loporzano SIN ganadería intensiva

Eduardo Bayona

Loporzano, un pequeño municipio de medio millar de habitantes situado a los pies de la Sierra de Guara, en Huesca, nunca quiso formar parte de “Tocilandia”, ese país cada vez menos imaginario en el que se está convirtiendo la España vaciada con la proliferación masiva de instalaciones de ganadería industrial que, mientras disparan una renta agraria que cada vez tiene menos destinatarios, están generando una huella ambiental de difícil reversión y están devorando a las explotaciones familiares.

Aragón, uno de los principales bastiones de esa transformación de la España vaciada, con un desmesurado crecimiento del porcino, tenía desde hace tres años uno de los principales focos de resistencia a ese cambio de modelo en Loporzano, sede de la plataforma Loporzano SIN Ganadería Intensiva, una de las entidades promotoras de la coordinadora Stop Ganadería Industrial, que opera en el ámbito estatal.

El pueblo, uno de esos miles de municipios rurales con el vecindario disperso en núcleos aislados (quince, en este caso), fue escenario de un sorprendente desenlace de las elecciones municipales: con una participación superior al 77 %, el PP fue de nuevo el más votado en las urnas, con 149 de los 356 votos emitidos y tres concejales, pero la constitución del Ayuntamiento lo dejó en la oposición al apoyar los dos concejales de PSOE (56 votos) y PAR (46) a los dos de Loporvenir (105) para aupar a la Alcaldía a Roberto Malumbres, cabeza de lista de una agrupación de electores cuyos miembros están vinculados tanto a la plataforma como a la asociación de vecinos local.

El intenso desarrollo de la ganadería industrial del porcino llevaba casi cuatro años siendo el principal tema de debate del pueblo, lo que no ocultaba otras carencias como la ausencia de un modelo de diversificación de la economía hacia el turismo rural y la producción agroalimentaria o como el deterioro del patrimonio de los pueblos del municipio, con techumbres de iglesias al borde del derrumbe.

“Lo que no sale en el boletín no sirve”

Loporzano, asignado a la comarca administrativa de La Hoya de Huesca, forma parte del área histórica del Abadiado de Montearagón, un territorio de tradición milenaria en la que, tras el 26 de mayo, se ha producido una eclosión del municipalismo en el que a la Alcaldía de Loporvenir se le suman las mayorías absolutas de los independientes de Blecua-Torres y de las Mujeres por el Municipio de Angüés, una lista exclusivamente femenina.

Las motivaciones de cada uno de esos grupos, que gobiernan pueblos separados por apenas veinte kilómetros, son distintas. En el caso de Loporvenir hay una fuerte componente ambientalista, vinculada a la convicción de que es necesario poner límites a la proliferación del porcino industrial.

“Se pueden tener buenas ideas, pero lo que no sale publicado en el Boletín Oficial no sirve para nada”, explica Jorge Luis, teniente de alcalde y exdiputado estatal de Equo elegido por la confluencia Alto Aragón en Común. “Por eso es por lo que los activistas nos metemos en la política”, añade.

Moratoria para el porcino industrial

Los votos de Loporvenir, el PSOE y el PAR sirvieron el pasado 17 de julio para sacar adelante una moratoria a la instalación de explotaciones de ganadería industrial en el municipio y a la ampliación de las granjas ya existentes.

La suspensión de la aprobación de nuevas licencias tendrá, “salvo prórroga justificada y adoptada en una nueva resolución plenaria”, una vigencia máxima de un año “habida cuenta que las explotaciones ganaderas sostenibles representan un sector clave para el desarrollo rural” y no afectará a las solicitudes que ya se encuentren en tramitación y no incluyan irregularidades.

La moratoria será evaluada dentro de seis meses, periodo en el que el pleno debería haber resuelto las alegaciones presentadas al PGOU (Plan General de Ordenación Urbana) y determinar las normas sobre las distancias mínimas entre explotaciones ganaderas y entre estas y los núcleos habitados.

En esos seis meses, el Consistorio realizará consultas “a los habitantes de los 15 núcleos para identificar cuáles pueden estar más orientados hacia la ganadería y cuáles más hacia otras actividades”.

Moratorias, vetos y limitaciones en 25 pueblos de Huesca

Al menos catorce municipios oscenses han tomado medidas en los últimos cuatro años para atajar la desmesurada proliferación de la ganadería industrial en sus términos, a los que se suman el veto del Gobierno de Aragón a nuevas instalaciones en otros once de las tres provincias (seis de ellos en Huesca) cuyos términos ya no pueden soportar más estiércoles y purines

Los primeros fueron, en 2016, Jaca, Puente La Reina, Lupiñén-Ortilla y Bailo, los tres primeros mediante moratorias y el cuarto aumentando de 1.000 a 1.500 metros la distancia mínima de las granjas a los núcleos de población.

Al año siguiente, y mientras los anteriores emitían nuevas normas para consolidar sus medidas de protección, Berdún y Camporrells aumentaban las distancias, mientras el primero pasaba también a exigir “la dotación autónoma de servicios, en especial la dotación de agua para la explotación”, Villanova establecía limitaciones y Aínsa-Sobrarbe sacaba adelante otra moratoria.

El año pasado, Sabiñánigo aprobaba otra moratoria y Bisaurri limitaba las explotaciones de porcino no tradicionales por su fuerte impacto ambiental.

Este año, por último, el Pueyo de Araguás establecía restricciones a las granjas de cerdos y de aves, Caldearenas limitaba la capacidad de las cuadras de ganadería intensiva y Fonz lanzaba los primeros trabajos de su PGOU, también con límites.

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