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El Prismático es el blog de opinión de elDiario.es/aragon. 

Las opiniones que aquí se expresan son las de quienes firman los artículos y no responden necesariamente a las de la redacción del diario.

Smart City. Destapando la caja negra neoliberal

Nociones Comunes

El éxito de esta etiqueta se cifra en su capacidad de leer el cambio en la organización de la producción y la premisa de que la vida cotidiana de la ciudad, al margen de la caída de los circuitos formales del empleo, es una fuente enorme de creación de riqueza social. El reto de la Smart City es cómo convertir eso en valor para el mercado y, por torpe que esté siendo el mercado en asimilar este cambio, encuentra muchas vías: los datos que producimos constantemente con nuestros movimientos y consumos son oro para el marketing, la complejidad de la vida social requiere y produce constantemente soluciones para los problemas más variados, la escalada de la autorganización de la cooperación social a través de las TIC permite  hacer negocio donde antes solo había reciprocidad, entre otras.

Si a todo ello se le suman las industrias tecnológicas y de servicios personales anejos se obtiene un régimen de acumulación que no le llega ni a la suela de los zapatos al glorioso modelo del ladrillo, pero que da para ir tirando y relanzar alguna burbuja financiera aquí y allá, con suerte y recursos públicos mediante.

Un problema añadido del régimen de la Smart City es su funcionamiento opaco, como caja negra, construido a partir de herramientas privativas cuyo código la ciudadanía no puede alterar ni conocer. Bajo este régimen de subsunción vertical de la inteligencia ciudadana hacia los gestores de las aplicaciones, la participación no puede ser sino consumo o simulacro.

¿Qué sería, en cambio, inteligente para una ciudad?

En primer lugar, potenciar esa inteligencia colectiva, fuente de riqueza. Y esto no pasa por la simple difusión de las útimas tecnologías e infraestructuras digitales, que ayudan, sino por el fortalecimiento de ese corpus de derechos vintage (vivienda, educación, salud, seguridad, renta) que marca la diferencia en la capacidad productiva de una población.

En segundo lugar, aprovechar esa producción de riqueza y su utilidad social, al margen de que pase después, o no, por una estructura de mercado. 

Hackear la lógica de la Smart City neoliberal como aparato de captura de la riqueza y la inteligencia colectivas que se producen en la metrópoli, y su encuadramiento exclusivo en términos de mercado y negocio.

Frente a la Smart City como caja negra neoliberal, frente al software privativo y opaco, negocio para multinacionales, es posible erigir un modelo centrado en la transparencia y el código abierto, asequible y disponible para ser gestionado por empresas y cooperativas de proximidad asentadas en nuestro territorio. 

Eso implica integrar en la  gestión municipal ese saber difuso y obligarnos a desarrollar  dispositivos, no de captura de la inteligencia ajena, sino de  proliferación: difusión de información, canales de debate, mecanismos de participación real. Es decir, explotar hasta sus últimas consecuencias el circuito virtuoso entre sociedad del conocimiento, uso intensivo de nuevas tecnologías y democracia.

Una lógica capaz de hablar de riqueza, pero más allá de los límites estrechos en los que el dinero es capaz de pensar la riqueza. Una lógica que habla de oportunidades y nicho de negocio, y al mismo tiempo es capaz de pensar en Derechos de Ciudadanía, Comunidad, retornos y externalidades positivas. 

Es decir: aprovechar las posibilidades que los comunes del conocimiento tienen en el mercado dentro de una institucionalidad económica justa, vinculada al  territorio, al trabajo, a la economía social y a la sostenibilidad, en vez del trinque transnacional, felicista y new age.

Avanzar en la definición del marco de la Commons City y de la economía social del conocimiento como presente de nuestra ciudad. Una apuesta por el material en bruto del que disponemos para construir el futuro: el enorme talento humano del que disfrutamos en la Zaragoza metrópoli del siglo XXI.

Una  economía colaborativa para ser competitivos como sociedad. Colaboración  entre ciudadanos y entre ciudades,  rompiendo el marco de competición interterritorial entre ciudades en el que se ha venido desarrollando la  gran ciudad como máquina de crecimiento en las últimas décadas.

Es decir, pensar la ciudad inteligente como ciudad del común, como ciudad democrática y como ciudad de la economía social del conocimiento. Se trata de una  larga apuesta por un marco productivo para nuestra ciudades, intensivo en conocimiento libre y talento humano, virtuoso en la relación entre nuevas tecnologías y territorio, enraizado en el suelo y la comunidad  sobre la que se asienta, capaz de producir valor de forma sostenible y devolver algo al ecosistema que lo hace posible.

Ese es el reto que proponemos para Zaragoza, Ciudad Inteligente. Ser un prototipo de la Commons City del siglo XXI.

Raúl Royo @xambre_

David Vila @dabivv

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