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La familia de la casa de paja en el Matarranya: “Quería que mis hijos crecieran tocando tierra, como yo”

Marta Fernández y Xavier Mercadé, delante de su casa de paja y madera.

María Bosque Senero

13 de octubre de 2025 21:52 h

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Amantes de la montaña, con dos hijos de dos años, Marta Fernández y Xavier Mercadé, pensaban en un lugar en el que asentar su vida después de la jubilación: “Un sitio en el que hubiera naturaleza y un clima amable”. Visitaron distintos puntos de Cataluña, su lugar de procedencia, y de Aragón, por proximidad, hasta que un fin de semana recalaron en Arens de Lledó, en el Matarranya. “Nos encantó la tranquilidad, el entorno de montaña, y el invierno no era tan duro como en el Pirineo”.

¿Por qué esperar a la jubilación para tener esta calidad de vida? Fue la pregunta que llevó a esta pareja a iniciar en 2011 la aventura que cambiaría sus vidas. La idea inicial era comprar una casa y rehabilitarla, pero “con el presupuesto con el que contábamos, era más factible construir desde cero”. Tanto Xavier como Marta, han compartido siempre un fuerte sentimiento de responsabilidad para con el entorno y el futuro del mismo; por eso, cuando empezaron a plantearse modelos de construcción, la idea de la sostenibilidad tomó cada vez más peso, hasta llegar a decantarse por la paja, la madera, la autoconstrucción y la autogestión.

Cuando el proceso de construcción comenzó tenían “dos hijos, Pau y Anna, tres gatitos y cuatro gallinas”, recuerda Marta. El primer año, hasta que la zona de vivienda estuvo lista, la familia se asentó en su recién comprada finca en una autocaravana: “La recuerdo como una de las épocas más bonitas de mi vida”, confiesa Marta, “teníamos todas las comodidades y la ventaja de poder trabajar en cualquier momento en la casa y de tener a nuestros hijos pequeños con nosotros”, añade.

Con dedicación completa a su proyecto de vida sostenible esta pareja, que por entonces tenían unos 34 años, consiguió autoconstruir la residencia que bautizaron como Mas la Llum, una casa que comenzó siendo un alojamiento turístico que se publicitaba “en las plataformas de turismo que todos conocemos”, y que poco a poco se ha hecho con una entidad propia: “Ahora la gente que nos visita sabe a dónde viene y lo hace porque quiere conocer la casa, vivir la experiencia o porque son personas alineadas con los valores de nuestro proyecto”.

Sin ningún tipo de vínculo previo con Aragón, Marta y Xavier encontraron en Arens de Lledó, un municipio de la provincia de Teruel y sus menos de 200 habitantes, “amabilidad”. “Nos pusieron muchas facilidades para quedarnos y hacer realidad el proyecto de vida tan claro que teníamos”, agradece Marta, que después de 14 años lo que tiene claro es que el pueblo es su hogar.

El incendio que cambió la casa y sus mentes

El 20 de julio de 2017, un incendio arrasó siete hectáreas de bosque y la casa Mas la Llum. El edificio, al igual que parte del sueño de Marta y Xavier, quedó reducido a cenizas. “Hubo gente que pensó que después de este incidente nos marcharíamos del pueblo, pero no. Este era nuestro hogar, nuestros hijos son de aquí, y decidimos apostar por seguir adelante con nuestro proyecto de vida en Arens de Lledó”, explica Marta.

Tras unos meses de reflexión, en 2018 comenzó la reconstrucción de un edificio regido íntegramente por criterios de bioconstrucción, con elementos naturales como la madera y la paja, pero esta vez con balas de 'paja Jumbo', lo que lo convirtió en un proyecto innovador en España sobre el que ya no solo visitantes de otros países, sino también nacionales, posaron sus ojos y su atención.

Con la experiencia acumulada en la construcción anterior al incendio, y las nuevas técnicas y materiales aplicados e implicados en esta nueva etapa de la “casa de paja”, la familia de Mas la Llum se ha ido convirtiendo en un lugar al que acuden aquellos que quieren construir con criterios bio. “Nos dimos cuenta de que podíamos compartir nuestros conocimientos, y comenzamos a impartir formación”, una parte de la que sobre todo se ocupa Xavier.  

El incendio ha proporcionado a estos emprendedores una “nueva visión de la vida” que les “reafirma en continuar apostando por un Mas la Llum 2.0, como ellos llaman a su finca ”sostenible y autogestionada“, que es ahora ”una mejor versión de la anterior autoconstruida con más calma, experiencia, pasión y detalle que su predecesora“, aseguran. Una vivienda referente a nivel europeo en gestión sostenible rural, adherida a la Carta Europea de Turismo Sostenible (CETS) y con acreditaciones como la de ECAT, el Centro Europeo de Turismo Ecológico y Agrícola; la organización europea líder en el campo del turismo sostenible a pequeña escala con especial atención a las zonas rurales y la agricultura ecológica, en la que se han alojado a más de 400 personas.

La casa rural sana, ecológica y de paja más grande de España

Tras el incendio, la vivienda ha recuperado dos de las habitaciones que se destinaban para la recepción de visitantes –“antes eran seis”, apunta Marta– y el diseño ha variado respecto al inicial, de forma que ha dotado a este segundo de una zona con más privacidad para uso de la unidad familiar y responde así a las necesidades de sus miembros: “Nuestros hijos entraban en la adolescencia y necesitaban un espacio propio para estudiar y para su intimidad”, explica Marta.

La casa es un edificio bioclimático, cuya primera fase de reconstrucción ha finalizado y ha vuelto a apostar por la autoconstrucción: “Prácticamente no existían referentes, por lo que tanto el arquitecto como nosotros hemos ido formándonos a base de investigar y de hacerlo nosotros mismos, tanto la primera vez, como después del incendio”, explican.

Detalle de la casa 'Mas la Llum'.

El resultado es una edificación de 282 metros cuadrados, con sistema híbrido de madera y pacas de paja: 124 balas de paja jumbo y 472 balas de paja pequeñas de barro y madera, autosuficiente, bioclimática, y pensada para aprovechar de forma eficiente los recursos naturales, consiguiendo así minimizar el consumo de energía y las emisiones de CO₂. Con este sistema constructivo, Mas la Llum 2.0 es “la Casa Rural de paja legalizada más grande de España”, apuntan sus creadores.

Construida en el corazón de la comarca del Matarranya se considera una vivienda libre de tóxicos, lo que la convierte en un destino único para personas afectadas por sensibilidad química múltiple y sensibilidad electromagnética: “No es nuestro principal tipo de visitante, pero cada vez son más las personas con estas necesidades las que se interesan en las estancias ya que es un lugar libre de alérgenos y sin conexión a redes, un espacio confortable y seguro para ellas”, argumenta Marta.

Diversificar servicios

Un importante número de llamadas y visitas las recibían de personas interesadas en el proceso constructivo de la casa: “Pensamos que podíamos compartir nuestro conocimiento”, y de ahí nacen las visitas guiadas a la finca y los talleres y cursos de bioconstrucción. De esta parte se ocupa principalmente Xavier, que ofrece orientación y formación especializada basada en su experiencia para ayudar a otras personas, a “obtener información en bioconstrucción, autosuficiencia, gestión de recursos y residuos autogestionados”, en el Aula de Formación Activa de la finca, que “también visitan muchos arquitectos”, apuntan.

Por su parte, entre otras actividades relacionadas con la salud y el bienestar, Marta es una de las promotoras de Obellas Lana, un proyecto lanar que nace con el objetivo de poner en valor y aprovechar la lana de las ovejas de pastores de la zona Matarranya-Terra Alta. “Valorar los recursos del medio rural en el que vivimos forma parte de nuestra filosofía de vida”, explica Marta, que organiza talleres en los que los visitantes conocen la historia de la lana, sus usos ecológicos y las técnicas artesanales con las que todavía se trabaja este material.

Un momento de un taller de bioconstrucción.

Y es que, aunque en sus orígenes Marta y Xavi pusieron en marcha la finca como lugar de residencia para su familia y como casa de ecoturismo rural de alojamiento compartido, el concepto ha evolucionado. “Nos dimos cuenta de que al modelo de estancias le faltaba algo”, explica Marta, “la gente tiene la necesidad de vivir experiencias, de aprender y ver cosas nuevas”, añade. Y con esa idea en mente empezaron a pensar en ofertar actividades complementarias para poder crecer y mantener el autoempleo en el pueblo en el que habían elegido vivir.

Los problemas de los emprendedores

Cuando en 2011 Marta soñaba con proporcionar una infancia a sus hijos, que entonces cumplían dos años, similar a la que ella había disfrutado en una localidad de no más de 3.000 habitantes en Cataluña, no imaginó que terminaría viviendo en una casa de paja, basada en criterios de autosuficiencia, que ella iba a construir con sus propias manos. Casi tres lustros después de aquel viaje de fin de semana a Arens de Lledó que lo cambió todo: “El balance es muy positivo, a pesar de todo lo que hemos vivido, que no siempre ha sido bueno”, confiesa esta emprendedora.

“Yo me crie tocando la tierra y, apostando por la vida en una zona rural, les he dado a mis hijos y me he dado a mí misma, libertad, autonomía y una vida en contacto con la naturaleza y con el entorno como si todo fuera parte de una misma familia”, explica, una realidad que “no podría haber proporcionado a mis hijos en otro lugar”, añade.

Sin embargo, la vida de una persona que emprende, y más si decide hacerlo en el medio rural, no está exenta de problemas y de desigualdades: “Los emprendedores estamos mal considerados”, lamenta Marta que está “de acuerdo en que hay que pagar para poder disfrutar de servicios”, pero denuncia que “la mitad de la factura se va directa para impuestos”, lo que dificulta el mantenimiento de pequeños negocios como el que ella regenta con su pareja. “Además, en las zonas rurales los servicios todavía son más precarios, y la situación no va a mejor”, manifiesta Marta Fernández, que confiesa que, “en el rural lo que sigue compensando la calidad de vida” y la conciencia, el respeto y los valores de sostenibilidad y de humanidad que han calado en su familia, “y esto, no tiene precio”.

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