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María Pilar Cardos: “Es inconcebible que no sea obligatorio contar con intérpretes en servicios tan importantes como la sanidad o los servicios sociales”

María Pilar Cardos, a la derecha de la imagen.

María Bosque Senero

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Esta semana se ha celebrado el Día Internacional de la Lengua Materna. ¿Las de traducción e interpretación son dos profesiones atractivas en la actualidad para ser estudiadas?

Sí, lo son, lo han sido y lo serán. Estoy segura de ello. Nos gusta hablar, nos gusta expresarnos, nos gusta escuchar y descubrir cosas nuevas. Esto, indiferentemente del medio -sonoro, escrito, de signo, etcétera- es y ha sido una realidad. Si destaca algo del ser humano es su forma de comunicarse en la vida diaria, la política, los negocios, al mismo tiempo que la necesidad de expresarse artísticamente (literatura, música, poesía, cine) por poner varios ejemplos. Así como la inquietud de recordar. Por eso, dado que las personas o los lenguajes no tienen barreras, existe la traducción y la interpretación, para comunicar o transmitir un mensaje de una lengua a otra y siempre ha habido y habrá gente, jóvenes con la inquietud de conocer otras lenguas y transmitir esos mensajes entre códigos distintos. A los traductores e intérpretes nos mueve el amor por las lenguas y la pasión por comunicar. Este hecho, sumado a la necesidad del resto de la sociedad de comunicarse con personas de culturas y pueblos distintos, hace que sea no solo atractivo, sino perenne. De modo que existe esa atracción que, sumado a la necesidad del otro hacen que este oficio exista y no tenga fin.

¿Cuál es la función de un traductor y de un intérprete?

Como he dicho antes, la existencia de esta profesión nace de la necesidad del ser humano para desarrollarse con éxito en sociedad, pero también de la necesidad de expresar lo que lleva dentro o de recordar hechos, de no olvidar. Así pues, la traducción y la interpretación (traducción oral para los que no están familiarizados con esta palabra) tiene la función única de ayudar al otro a conseguir este objetivo. La traducción y la interpretación, desde mi punto de vista, son una forma de ayudar al otro a conseguir lo que quiere o necesita. Me explico. Yo soy traductora jurada, mi función es traducir documentos que los ciudadanos o entidades necesitan para conseguir algo, básicamente. Es decir, traduzco documentos de los extranjeros necesitan entregar a la Administración para traer a su hijo a España, interpreto en un juicio para que la persona que está delante del juez entienda y pueda ser entendido. Esa es mi función. En el caso de los libros, las películas y otros medios de expresión, la traducción permite que tú te enamores de un libro, te cuelgues por una serie de Netflix o te apasiones por un videojuego. En pocas palabras, es un puente entre tú y el otro que permite la continuidad de la comunicación, salvando las barreras de un código, el lenguaje.

Los traductores e intérpretes son un elemento clave para la comunicación en caso de encontrarse con una persona sordomuda, por ejemplo. ¿se les da el valor que debería?

Si bien es cierto que, afortunadamente, estamos en un punto de madurez en nuestra sociedad que hace que poco a poco se vaya tomando más conciencia del otro, en respuesta a esa pregunta debo decir que no, no creo que se les dé el valor que debería. Creo que falta mucho para estar a la altura de las necesidades de este grupo social.

¿Hemos avanzado en los últimos años? ¿En qué sentido?

El Estado tiene cada vez más en cuenta las necesidades de los ciudadanos y, que no se olvide de los que necesitan un código de signos para comunicarse. No obstante, en España aún queda mucho y no creo que se les tenga en cuenta lo suficiente ni a nivel de la Administración ni entre los que no conocemos ese lenguaje signado.

¿Dónde es de obligado cumplimiento que haya intérpretes y traductores? ¿Dónde todavía no los hay?

Uy, aquí has puesto dedo en la llaga. Por dos motivos: uno mencionas obligatoriedad y, dos, mencionas ausencia “dónde no hay traductores e intérpretes”. He mencionado antes dos cosas: la ineludible presencia de la traducción en la sociedad para que esta tenga éxito y la madurez social. Pues bien, considero que, como sociedad, la Administración está a años luz de lo que debería ser en ese sentido. El Estado da importancia a la digitalización, las nuevas tecnologías, que haya internet en la calle, por ejemplo, y no se da cuenta de que ya no hace falta cruzar la frontera para necesitar un traductor. España y, concretamente Aragón, es ya una sociedad multicultural y plurilingüe en la que los ciudadanos que votan a nuestros políticos tienen necesidades comunicativas en cosas tan básicas como ir al médico o expresarse en un juicio y resulta paradójico ver lo mal que abordan esta cuestión.

De entrada, la obligatoriedad de un traductor o un intérprete hay que recordar que tiene dos direcciones: una la de que el ciudadano se comunique con la Administración y la otra la de que la Administración se comunique con el ciudadano. Es obligatorio que haya un intérprete en los juicios o en las comisarías para que se respete el derecho del ciudadano a entender o ser entendido, para que el ciudadano entienda lo que le están diciendo, sí. Y, por otro, lado es obligatorio que todo lo que el ciudadano quiera comunicar al Estado esté traducido a la lengua oficial del Estado o territorio al que le entregue los documentos que le pide. Por ejemplo, en los juzgados y comisarías hemos ido para atrás en España y desde 2010 aproximadamente, ya no hay traductores jurados o profesionales formados que cubran este servicio.

En ese caso, ¿cómo se asegura la aplicación de este derecho?

Se ha pasado a subcontratar el servicio a empresas que contratan a personas sin formación, que solo saben las lenguas de partida y llegada, sin mirar si quiera si tienen antecedentes penales (hemos visto casos de intérpretes de comisarías de los que luego llegaban órdenes de estar en busca y captura, por ejemplo) y a los que les pagan por hora tarifas ridículas de 7 o 14 euros por hora cuando antes se les pagaba unos 25 euros la hora. Este cambio, el trabajar con una subcontrata en vez de contratar directamente al traductor, ha supuesto la fuga inmediata de los traductores jurados (somos traductores nombrados por el Ministerio de Asuntos Exteriores) y de los traductores profesionales no jurados que trabajaban allí desde hace mucho tiempo. Desde la Red Vértice, la unión de asociaciones de traductores e intérpretes de toda España, de la que ASATI (Asociación Aragonesa de Traductores e Intérpretes de Aragón) es miembro fundador y activa militante, hemos tratado de ayudar al Estado a organizar este servicio conforme a las necesidades de la sociedad y los principios éticos y deontológicos de la profesión. Nos hemos reunido con representantes del Ministerio de Justicia, con políticos de distintos partidos, hemos escrito comunicados, hemos informado a los medios, pero nada. En vez de ir hacia adelante, vamos hacia atrás.

¿Cree que se están priorizando campos como las nuevas tecnologías frente a la cobertura de necesidades sociales reales?

Eso es, como digo siempre, luchamos por tener un mejor acceso a internet en las calles, pero ¿qué pasa con la realidad social? ¿Por qué tengo que escuchar que en Zaragoza la intérprete del detenido le está diciendo al acusado lo que debe decir al juez delante del mismo? Y en los hospitales, ¿Por qué tengo que escuchar que una madre se lleva a su niño a la consulta del médico, su hijo que va a la escuela y ha nacido en España, para que le traduzca si tiene cáncer o le duele el hombro? Al no ser obligatorio que haya intérpretes en nuestros hospitales o en los servicios sociales, esta función la están organizando, principalmente, asociaciones o entidades sin ánimo de lucro como las que ayudan a los refugiados o entidades como la Casa de las Culturas aquí en Zaragoza.

¿Los traductores e intérpretes están tan presentes en los servicios públicos como deberían?

En una palabra y en mayúsculas, NO. No están presentes ni como deberían ni como se necesita. Como decía al principio, la traducción es un arma que ayuda al ser humano a comunicarse, expresarse o recordar. Sociedades como la nuestra, están acostumbradas a tener una lengua oficial y que, el que venga, que se apañe, básicamente. El Estado está haciendo lo justito y menos por adaptarse a la nueva realidad social, la pluralidad lingüística y cultural de sus ciudadanos (muy a pesar de que España ha sido siempre plurilingüe -por conocidos casos como el catalán, el gallego o, no nos olvidemos, el aragonés-, desde siempre). No es obligatorio que la Administración cuente con intérpretes en servicios tan importantes como la Sanidad o los Servicios sociales y son entidades con interés por ayudar al otro de manera desinteresada las que están cubriendo como pueden esta necesidad.

¿Qué países sí cuentan con sistemas de comunicación más eficaces en este sentido?

Estados Unidos, Nueva Zelanda o Australia, sociedades que han nacido como fruto de la colonización y la mezcolanza con la población autóctona de manera forzada sí han desarrollado sistemas en los que se cubran las necesidades del ciudadano en hospitales, colegios o servicios sociales. Y esto no es literatura científica que yo haya aprendido en artículos de investigación de traducción, sino una realidad que, además, puede contar alguna de las socias de ASATI, que han trabajado allí.

¿Qué haría falta para poder implantar este modelo o similares en un país como España o incluso en Aragón?

De nuevo, en una palabra y en mayúsculas SÍ se puede hacer aquí. Pero para ello, primero políticos y sociedad deben darse cuenta de la realidad que tienen delante y de las malas consecuencias de su ignorancia o de su falta de conciencia social. Al fin y al cabo, ¿no es este un país de todos y por todos? ¿No somos todos los que votamos y pagamos los impuestos?

Dicen que cada 15 minutos muere una lengua materna. En Aragón, ¿qué particularidades tenemos en cuanto a las lenguas que se hablan? ¿Gozan de una buena salud?

El aragonés no goza de buena salud y el catalán no goza de la consideración adecuada. Como traductora y representante de ASATI, debo decir que la falta de consideración a una lengua es la falta de consideración a un pueblo, a una persona, al que se ha criado entre palabras distintas a las del castellano, al que encontrarse en Zaragoza con alguien de otro pueblo que habla aragonés le hace sentirse a gusto en ciudad ajena o al que va al médico y no le entienden bien.

La salud de una lengua minoritaria pasa primero por la normalización para que todo el mundo use un código común, aunque haya diferencias en las distintas localidades y en ese punto estamos con el aragonés. La Administración y los grupos de interés están apoyando y trabajando en ello, pero aún queda mucho trabajo de estudio y consenso. No es nada fácil ponerse de acuerdo. Por otro lado, está el factor de la responsabilidad social, ser consciente de que hay personas que no son de Zaragoza y hablan distinto. Y esto como término es algo muy reciente. Poco a poco, pero en Aragón se está trabajando por y para ello. En cuanto al catalán que se habla en la parte más oriental de Aragón, puedo decir que sí que falta esa concienciación por todas las partes para ser aceptada y normalizar que es una lengua que se habla también en Aragón.

En el caso del aragonés, la lengua ha dado el salto a la pantalla pequeña, a la televisión, a través del show A escampar la boira. ¿Qué trascendencia tiene este hecho?

Sí, me parece importantísimo el hecho de que jóvenes nativos de aragonés comuniquen en aragonés. Hay mucha gente que quiere hablar aragonés y también escucharlo. La presencia de este programa y su grandísimo impacto en redes sociales como Tik Tok es muestra de su importancia y trascendencia. El hecho de que cada vez haya más seguidores y telespectadores tiene un motivo y es una evidencia, porque la gente quiere escuchar su lengua. Y eso es algo que se ha negligido en Aragón desde siempre. Así que gracias, Jorge Pueyo. ¡Sin reblar!

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