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La okupación reivindicativa en Zaragoza continúa con la apertura del CSO Loira en el barrio de La Madalena

CSO Loira

Laura Gracia Romero

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El centro social okupado (CSO) Loira abrió sus puertas el pasado fin de semana en la calle Teobaldo del distrito de La Madalena con el objetivo de recuperar espacios autogestionados por la ciudadanía para que ésta pueda organizarse y construir de forma conjunta una vida más deseable. 

“Ir de la mano como las loiras -nutria en aragonés- para cambiarlo todo” es la biografía que puede leerse en su cuenta de instagram (@cso_loira), desde la cual se defiende la necesidad de “generar un espacio fuera del mercado y un ocio más allá de las lógicas del consumo” que se materializa con la apertura de este nuevo punto de encuentro físico al alcance de todos los vecinos y vecinas. 

Han pasado nueve meses desde que el Ayuntamiento de Zaragoza desalojara el centro social comunitario (CSC) Luis Buñuel, pese a la negativa de miles de zaragozanos en numerosas protestas, concentraciones y marchas multitudinarias que congregaron hasta 3.000 personas. Además, el consistorio -con el apoyo de VOX- acaba de asegurar que tomará acciones judiciales para desalojar el CSO Kike Mur, el cual resiste desde el año 2010 en el distrito de Torrero.

Zaragoza ha contado con centros sociales de estas características desde 1987 y para evitar que desaparezcan diversas personas que provienen del tejido social y asociativo de la ciudad se han unido y organizado para que el CSO Loira de sus primeros pasos y perdure en el tiempo lo máximo posible. 

La música folk del cuarteto de cuerda Muro Kvartet, una comida popular, un taller de pancartas, una columna de manifestantes en apoyo a Palestina y el concierto de Bi-xa han sido algunas de las iniciativas celebradas en las jornadas de apertura del espacio. En cuanto al CSO Kike Mur, este viernes celebra una “Maafetada vegana popular” organizada por el colectivo Kemet Zaragoza para hablar sobre la lucha antirracista desde una posición panafricanista en la que también habrá música y comida. Las actividades de ambos espacios se anuncian a través de sus redes sociales.

Recorrido por la ocupación social

El movimiento cultural okupa, un fenómeno diferente a la ocupación de la vivienda, tiene su germen en los sesenta, primero en Inglaterra, y posteriormente en otros países como Holanda, Francia o Alemania. En España se remonta a mediados de los años 80 con las primeras asambleas de okupas en Madrid, Barcelona y Bilbao, en las que se impulsa una “autonomía metropolitana” con actividades y talleres culturales alternativos alejadas del ocio hegemónico, relacionado con el consumo.

Frente a una sociedad cada vez más individualista, estos espacios proponen cristalizar las ideas personales en proyectos colectivos y servir como un contramodelo de organización social donde prime la autogestión asamblearia. Además de su función educativa y cultural también ofrecen una alternativa de vida como es el caso del movimiento sociocultural de los “krakers” en Holanda.

Si barremos para casa, en Zaragoza comienza con la ocupación de un emblemático chalé situado en el paseo Sagasta que llevaba años abandonado y que se transformó en la Casa de la Paz, la cual acogió a varios colectivos pacifistas y antimilitaristas entre en 1987 y 1993. 

“Empezaba una historia entre bloques de viviendas y entidades bancarias, llena de heladoras guardias nocturnas, de escombros, de fiestas, de polvo, de música, de trabajo, de amor al arte, de discusiones, de exposiciones, de asambleas, de colores y de diversidad que, con muchos y diferentes protagonistas, duraría más seis años”, explica uno de los ocupantes, Chema Pérez, en el blog del proyecto Zaragoza Rebelde.

Desde entonces, el movimiento social se ha “ocupado” de quitar el polvo y traer la cultura comunitaria a distintos espacios abandonados que suelen pertenecer a administraciones públicas o que han recaído en manos privadas del sector de la banca, inmobiliario o de sociedades privadas como los fondos buitres.  

También han formado parte de la historia reivindicativa de la okupación en Zaragoza los CSO: San Agustín, la Vieja Escuela, el antiguo Ateneo Libertario -en la actualidad un centro comercial-, la Casa del Río, Miju, la Revuelta, Rasmia o El Adoquín, entre otros. En la actualidad resiste el CSO Kike Mur y el recién inaugurado CSO Loira. 

183.455 euros para limpiar el CSC Luis Buñuel 

Las última noticia del Ayuntamiento de Zaragoza sobre la situación actual del CSC Luis Buñuel -desalojado el 8 de febrero de 2023 y que se convertirá en un centro de mayores- ha generado debate entre los colectivos que formaban parte del centro, ya que no entienden cómo el consistorio ha gastado un total de 183.455 euros en limpiar el inmueble. Esta cantidad triplica la estimación inicial de 70.000 euros, la cual ya generaba dudas por su “aparente exageración”.

En un comunicado publicado en la página web del CSC Luis Buñuel, los colectivos han recordado que el espacio se gestionó “prácticamente a coste cero durante años” y consideran que “estos fondos desperdiciados podrían haberse destinado en su momento al edificio” en reparaciones, mejoras, control de plagas o incluso a otros proyectos culturales “igualmente valiosos en la ciudad”. 

Desde el Ayuntamiento de Zaragoza sostienen que este dinero se ha destinado a la limpieza de todo tipo de residuos del interior del edificio, así como a la desinfección del mismo. Urbanismo se ha encargado de las obras de limpieza por emergencia, con un importe de más de 98.200 euros en recogida, por medios manuales, de todo tipo de basuras y deshechos y su posterior transporte manual hasta el vaso contenedor. 

Entre el resto de tareas que elevan la cifra hasta los 183.645,85 euros se encuentra la demolición de falsos techos en malas condiciones, la instalación de una bajante para los escombros, la recogida de enseres y basura en el patio exterior, las tasas de vertederos o las medidas de seguridad y salud laboral, según ha informado el consistorio.

En cuanto al material de los colectivos, desde el Ayuntamiento aseguran que a las asociaciones se les permitió ir recoger sus enseres, mientras que desde el CSC Luis Buñuel rechazan que así fuera. “Tras un desalojo policial sin sentencia judicial firme, los miembros del centro se ofrecieron a recoger los enseres que decenas de colectivos no habían tenido tiempo de retirar de sus almacenes. Sin embargo, una vez más, por enésima vez, no fueron recibidos ni escuchados por el Ayuntamiento”, manifiestan en el comunicado, en el que también reclaman conocer el gasto que ha supuesto el servicio de la empresa privada de seguridad que opera en el CSC desde su desalojo.

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