Residencias rurales de mayores en lucha contra el coronavirus: “La situación en otros centros no es la más adecuada”
Yéqueda es una localidad de menos de 500 habitantes censados, a cinco kilómetros de Huesca, con vestigios íberos y romanos y un circuito permanente para la práctica de la BTT. También se convirtió en la primera en Aragón en acoger a ancianos enfermos con coronavirus en la segunda semana del confinamiento decretado por el Gobierno. Su residencia, de titularidad privada, a abierto las puertas a medio centenar de personas y a esta iniciativa se han sumado después otras de las provincias de Zaragoza y Teruel. El Aragón rural pon su granito de arena para paliar esta crisis sanitaria.
En su día fue un hotel restaurante de paso obligado para aquellos viajeros que se desplazaban al Pirineo. Se iba a inaugurar hace unos días y su estreno está siendo algo distinto al que esperaban sus rectores. El Gobierno de Aragón ha puesto en marcha cuatro centros para mayores que cumplen este fin y el de Yéqueda fue el pionero. Una medida que forma parte del denominado “Dispositivo especial de cuidados COVID-19” para evitar la propagación del virus por medio de un protocolo firmado por los departamentos de Sanidad y de Ciudadanía y Derechos Sociales.
La residencia de La Abubilla cuenta con 47 plazas y sus gestores están “orgullosos” de poder aportar su granito de arena. El protocolo recoge el traslado de personas mayores con COVID-19 que viven en residencias y que no requieren ingreso hospitalario, a los sospechosos que tienen vínculo epidemiológico y a los residentes que hayan estado ingresados por esta patología y deben pasar un periodo de aislamiento de al menos 14 días.
El estado de alarma paralizó los trámites para la apertura del centro y sus trabajadores se han aprestado a atender a aquellos enfermos que han ido llegando de manera gradual. Su responsable, Mateo Ferrer, indica que “desde que contactaron con nosotros tendimos la mano. Nos vimos en la obligación moral de intentar salvar el mayor número posible de vidas. Éramos conscientes de cómo está el sector y sabíamos que la situación en otros centros no es la más adecuada, por falta de equipos de protección o de condiciones de aislamiento. Algo así era necesario”.
Sanidad y Servicios Sociales buscaban un centro que estuviera acabado, con personal preparado para ponerse en acción en cuanto resultase necesario y con toda la documentación en regla a falta de los últimos trámites. El de Yéqueda se adaptaba a esta búsqueda después de haber cancelado las reservas con que ya contaba para su inminente apertura en circunstancias normales.
La consejería de Sanidad facilita recursos materiales y humanos, y La Abubilla se encarga del servicio asistencial de una residencia común, con médicos y enfermera en diferentes turnos y un personal que “ha respondido inmediatamente”, en palabras de su director, que dirige un equipo de unas 30 personas. Este fin de semana, la Guardia Civil de Huesca ha colaborado con el centro y les ha entregado 320 pantallas de protección fabricadas por un empresa oscense y que los trabajadores necesitaban para seguir desempeñando su labor.
Plan para reubicar a mayores contagiados
A la de Yéqueda se han unido cuatro residencias más con el objetivo de prevenir nuevos contagios y liberar camas de otros centros de mayores. Una en el barrio zaragozano de Miralbueno, con capacidad para 48 personas; otra en Casetas (Zaragoza), con 128 camas; otra en el municipio turolense de Alfambra, con 80 y una última en Gea de Albarracín (Teruel) con otras 57 plazas. Se están buscando profesionales para cubrir estos y otros servicios asistenciales y Servicios Sociales ha abierto una bolsa de empleo para sociosanitarios, auxiliares, cocineros y limpiadores.
Nueve de los internos en la residencia de la localidad monegrina de Sariñena se han trasladado a La Abubilla y el resto de ancianos y de trabajadores del centro permanecen confinados en él desde el pasado 25 de marzo para evitar expandir el virus por todo el municipio y teniendo en cuenta que la plantilla tiene tres turnos de trabajo y eso supone la entrada y salida de 15 personas diarias. Un grupo de 20 trabajadoras hacen cuarentena junto con los residentes. El resto permanecen confinadas en sus casas y superada la cuarentena sustituirán a sus compañeras.
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