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El otoño desastroso, más en la política que en la economía

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Las preguntas que hace el CIS todos los meses en su Barómetro sobre la situación económica general y personal dan para hacer un índice en sí mismo; un índice muy interesante, digno de atención y seguimiento. Revela nuestras percepciones, nuestras contradicciones, quizás también nuestros miedos. 

Reza así una de esas preguntas: “Refiriéndonos a la situación económica general de España actualmente, ¿cómo la calificaría Ud.: muy buena, buena, mala o muy mala?”. Las respuestas en el último Barómetro, el de noviembre, publicado a primeros de este mes, son estas: mala, el 47,9%; muy mala: el 22,4%. En la otra pregunta, la de la situación económica personal de los encuestados, los resultados son bien diferentes: muy buena, 3,3%; buena, 63,2%. Algo no cuadra: en la misma encuesta, el 70,3% ve la situación económica general como mala o muy mala y el mismo tiempo el 66,5% ve la suya personal como buena o muy buena. 

El otoño llega a sus últimos días, y el apocalipsis, la hecatombe, el hundimiento estrepitoso que le auguraban para estas fechas a nuestra economía los profetas del desastre parece que solo se ha producido... en la opinión de los españoles sobre la situación de los demás, pero no en la situación real de la propia, en la que cada uno conoce bien. La posibilidad de una recesión se aleja, según ha dicho este martes en el Senado el gobernador del Banco de España. La inflación sigue alta, pero cayendo: medio punto porcentual menos en noviembre que en octubre, del 7,3% al 6,8%. Los anuncios de grandes inversiones industriales se suceden, de la mano de los fondos europeos Next Generation, y son inminentes algunos más. El número de activos y de ocupados están en máximos históricos...

Y además, las reservas hoteleras y de la hostelería para Navidad apuntan a que se alcanzarán niveles muy altos y el comercio en general afronta con optimismo este periodo en el que la demanda es muy fuerte. Un prólogo: el black friday y el ciber monday han ido bien, según los primeros datos conocidos.

El Gobierno, mientras tanto, y pese a que dispone de esos indicadores regulares tirando a buenos y la mejor herramienta posible para 2023 -unos Presupuestos Generales del Estado aprobados por un mayoría muy holgada en el Parlamento-, no ceja en su empeño de ponerse palos en sus propias ruedas. La división entre los socios de coalición -unas veces por la ley del 'solo sí es sí', otras por las diferentes corrientes del feminismo, otras por varios proyectos de ley polémicos que quedan para este último año de la legislatura...- y la tensión creciente, a la izquierda del PSOE, entre el proyecto de Yolanda Díaz y un parte del núcleo duro de Podemos han hecho que el otoño, sí, sea caliente y algo desastroso, pero no en lo económico, sino en lo político. PP y Vox, que han olido sangre en esos dos frentes, han radicalizado aún más sus discursos. ¡Y aún quedan seis meses para las elecciones autonómicas y locales del 28 de mayo próximo y un año para las generales!

Las preguntas que hace el CIS todos los meses en su Barómetro sobre la situación económica general y personal dan para hacer un índice en sí mismo; un índice muy interesante, digno de atención y seguimiento. Revela nuestras percepciones, nuestras contradicciones, quizás también nuestros miedos. 

Reza así una de esas preguntas: “Refiriéndonos a la situación económica general de España actualmente, ¿cómo la calificaría Ud.: muy buena, buena, mala o muy mala?”. Las respuestas en el último Barómetro, el de noviembre, publicado a primeros de este mes, son estas: mala, el 47,9%; muy mala: el 22,4%. En la otra pregunta, la de la situación económica personal de los encuestados, los resultados son bien diferentes: muy buena, 3,3%; buena, 63,2%. Algo no cuadra: en la misma encuesta, el 70,3% ve la situación económica general como mala o muy mala y el mismo tiempo el 66,5% ve la suya personal como buena o muy buena.