Graciela Blanco (Barredos, 1974) acaba de iniciar una etapa más de su carrera, en esta ocasión al frente del Centro de Innovación Territorial (CIT), dependiente de la Red Asturiana de Desarrollo Rural, que nace con el objetivo de poner en marcha iniciativas innovadoras en el medio rural. Pero no iniciativas cualquiera, tienen que ser proyectos que surjan de las necesidades que hay en el medio rural y que surjan de la participación ciudadana. Blanco que se define como mujer rural, que nació en un pueblo y vive ahora en otro, en Caravia, cree que el medio rural necesita de “trabajo y trabajo” para revertir la tendencia y conseguir ser atrayente para fijar población. “No damos nada por perdido”, asegura.
Su nuevo puesto (ha sido consejera de Bienestar Social y Vivienda, directora gerente del ERA, directora de la Agencia Asturiana de Cooperación Internacional y viceconsejera de Turismo del Principado de Asturias), ha arrancado con las críticas del PP que ha solicitado la anulación de su contrato alegando que el proceso ha sido “hecho a medida”. Tranquila y con la ilusión de quien arranca un proyecto nuevo, Blanco, licenciada en Administración y Dirección de Empresas por la Universidad de Oviedo, apasionada de la buena comida y de las ideas innovadoras que cambian territorios, cree firmemente que el medio rural asturiano tiene muchas oportunidades para desarrollarse y fijar población.
Impulso a los pueblos
El CIT asturiano forma parte de una red nacional que surge de la Secretaría General de Reto Demográfico y que, al igual que el resto de centros que existen en otras regiones del país, pretende dar un impulso a los pueblos con iniciativas que sean capaces de revitalizar las zonas rurales, uno de los grandes objetivos a los que se enfrenta Asturias que cada año ve cómo las alas se van vaciando de gente y oportunidades en favor del triángulo que conforman las ciudades de Oviedo, Gijón y Avilés. Antes de ahondar en el trabajo que desarrolla el CIT responde para defenderse de las acusaciones de los populares. “El proceso de la contratación se hizo desde la plena legalidad, yo estoy tranquila y centrada en lo que tengo que estar”, señala.
“No podemos dar al medio rural por perdido en ningún caso, de hecho, el nacimiento de esta red es un poco el reflejo de un cambio de tendencia”, explica. Otro de los objetivos del CIT es “atraer talentos a los pueblos, poner el foco en los jóvenes y en las mujeres y promover la sostenibilidad ambiental, económica y social”.
Graciela Blanco explica que el CIT no trabaja con proyectos personales sino con entidades locales, sin ánimo de lucro, cooperativas y asociaciones de todo tipo. El primer proyecto en el que se ha involucrado el CIT es la modernización de la Cooperativa de Aguas de Otur (Valdés), que no disponía de medios suficientes para llevar a cabo una modernización de sus infraestructuras. “Nuestro papel va desde la elaboración del proyecto donde se recoja la mejora en infraestructuras, al asesoramiento de ayudas a las que pueden optar, hasta la identificación de necesidades que haya en el territorio”, concreta Graciela Blanco.
Proyectos replicables
Otro de los puntos que se valora en el CIT a la hora de apostar por un proyecto es que sea replicable en otros lugares del territorio. Es el caso del proyecto que el CIT tiene en marcha para un matadero móvil que dé servicio en el oriente de Asturias, ya que actualmente no disponen de macelo y tienen que desplazarse hasta el centro de Asturias para sacrificar a los animales de carne.
“Desde el Centro de Innovación Territorial entendemos que eso puede ser una solución. Se habló con los ganaderos, con los mataderos y nosotros contratamos una asistencia técnica. Lo que queremos es que se nos presente un estudio donde se pueda ver qué viabilidad tiene: económica, ambiental y también sanitaria. Una vez que se resuelva si es viable nuestra función es la de buscar financiación y ver cómo se desarrolla”.
Falta de servicios, trabajo y vivienda
Graciela Blanco hace un análisis de qué le falta al medio rural asturiano para ser capaz de asentar a la gente, y ahí saca los datos de un estudio de diagnóstico que se hizo precisamente en los pueblos de Asturias a través de LLAR, un proyecto precursor del CIT, donde se hizo un diagnóstico preciso del territorio. “Se entrevistó a muchísima gente. Creo que todos coincidimos en que en el medio rural hay una falta de servicios, de vivienda y de empleo; y aunque la calidad de vida es innegable, la gente necesita todo lo anterior. En este trabajo de campo se recopilaron propuestas y proyectos muy interesantes y aunque no todos se van a llevar a cabo, tenemos un 70 por los que queremos apostar”, concreta.
Entre todos ellos destaca una idea del Centro Tecnológico CTIC, que ya se ha presentado a una convocatoria europea y que propone crear un generador de gemelos digitales en el ámbito forestal, es decir; desarrollar en soporte virtual lo que está ocurriendo en una zona de monte para poder prevenir fuegos y planificar actuaciones de prevención de incendios.
Ayudas que se desconocen
“Nosotros siempre decimos que el propósito que tenemos en el CIT es convertir las limitaciones del medio rural en oportunidades. A veces cuesta volver a vincular al pueblo a quienes nos tuvimos que ir fuera a estudiar inevitablemente, pero es cierto que existen muchas ayudas para emprender, y ya no solo en el ámbito local o el regional, también a nivel europeo y en muchas ocasiones se desconocen. Nuestra labor es también esa, acercar las ayudas a los proyectos que apuestan por la vida en los pueblos”, concreta Blanco.
EL CIT también ha solicitado una subvención a la Dirección General de Reto Demográfico, para desarrollar una estrategia de innovación local para este año. “Tenemos ahí unas líneas que queremos que sean proyectos, vinculados al sector de la artesanía, de facilitar el acceso a la tierra”, explica.
Graciela Blanco considera fundamental el trabajo de centros como el CIT como “agente facilitador de proyectos reales que mejoren la vida de la gente”. Esta semana ha visitado el Val d´Aran y Teruel, donde el CIT lleva más recorrido y donde confía en poder extraer ideas que también se puedan replicar en Asturias para volver a hacer de los pueblos lugares atractivos para vivir.