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‘Ravier’ al Tozal del Mallo

‘Ravier’ al Tozal del Mallo

Adriano M. Cófreces "Pincho"

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Cualquiera que frecuente la montaña en España conoce, aunque sea de oídas, Ordesa. Y si es escalador, probablemente lo tenga entre sus objetivos, pese a que ninguna vía es fácil, ni la más asequible siquiera.

El Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido está ubicado en su totalidad en la comarca del Sobrarbe, en pleno Pirineo oscense (Aragón). Se reparte entre los términos municipales de Bielsa, Fanlo, Puértolas, Tella-Sin, Torla-Ordesa y Broto. Con una superficie de 15.608 hectáreas, y una zona de protección periférica de 19.679 hectáreas, se trata de una zona de montaña casi salvaje, oscilando su altitud entre los 700 metros, en el río Bellós, y los 3.355 metros del Monte Perdido, su montaña más alta y tercera elevación de la cordillera pirenaica.

Es el segundo parque nacional más antiguo de España, nombrado como tal el 16 de agosto de 1918 mediante el Real Decreto 16-08-1918 con el nombre de Valle de Ordesa. ​El 13 de julio de 1982, con la ley 52/1982, el parque se amplió y se rebautizó con el nombre actual de Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido.

En la actualidad, el parque es titular de diferentes figuras de protección más: en 1977 se declaró Reserva de la Biosfera; en 1988 Zona de Especial Protección para las Aves; y en 1997 se convirtió en Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. 

Desde luego, quizás lo más llamativo de la zona, es su dificultad de acceso hacia las altas cumbres, se vaya por donde se vaya. Como cimas principales, nos encontramos las archiconocidas “Tres Sorores”: los picos de Monte Perdido (3.355 m), Cilindro (3.328 m) y Añisclo (3.263 m) llamado también, este último, Soum de Ramond, dedicado al pireneísta Louis Ramond de Carbonnières, uno de los primeros exploradores y expertos de la alta montaña pirenaica. Tan solo en este sector encontraremos 22 picos de más de 3.000 metros. Las largas caminatas son obligatorias para llegar a los sitios más altos. Muchas de ellas por sendas junto a abismos en los que es mejor no caerse, otras acotadas a avezados montañeros, y en las que las técnicas de trepa serán obligatorias para pasar por las famosas “clavijas”, barras de hierro clavadas en la roca, por donde evitar la escalada libre realizando vías ferratas.

El Tozal del Mallo

Por la vertiente oeste nos bloqueará el camino la famosa “Brecha de Rolando”, punto de paso obligado si queremos ver un sitio mágico, con una brecha que parece cortada con una gigantesca espada, como reza la tradición.

Por el sur, ya hacia Torla, pueblo principal de la zona, nos encontraremos con una estampa sobrecogedora: el Tozal del Mallo, hacia donde dirigiremos nuestros pasos. Realmente es una estribación del pico Mondarruego y, pese a su discreta altura de 2.280 metros, su impresionante cara sur hace levantar la mirada al más pasota. Es tal su altivez, que en tiempos se le llegó a llamar el “Retablo”, nombre con el cual sigue apareciendo en algún mapa antiguo.

La escalada de su vertical cara sur fue intentada desde mitad de siglo XX. En su primera edición, la conocida guía Ollivier recogía una ascensión realizada en 1944 por J. A. Gavín y José Luis Rodríguez. Resultó falsa, siendo producto de la imaginación y ganas de los supuestos escaladores por anotarse esa primera escalada.​ 

La escalada en Ordesa

Si la escalada en este lugar pudiese valorarse como la prima de riesgo, le asignaríamos en valor de AAC. A de Atlética, porque es terreno vertical, casi siempre desplomado. Segunda A de Aérea, por lo mismo, aderezado con las frecuentes travesías y pasos entre bloques que te dejan con el suelo siempre a la vista. Y C de Comprometida, porque una vez se despega del suelo, tanto el escaso y vetusto equipamiento de las rutas, que nos hará navegar con pericia entre sus innumerables bloques y formaciones, unos estables y otros no tanto, autoprotegiéndonos, montando o reforzando reuniones, y asumiendo esa exposición a la incertidumbre, harán complicada y laboriosa la retirada, siendo a veces más factible y segura la salida por arriba que la huida hacia abajo.

En Ordesa la escalada se caracteriza por la complejidad de sus recorridos -sinuosos a la fuerza-, la peculiar y estratificada roca de sus vías, exposición asegurada, escalada atlética y verticalidad garantizada, cuando no superada.

El equipamiento en las vías es justo… muy justo, por mucho que algunos “divinos” y “resucitados” intenten satanizar a su odiado “taladro industrial”. En esta zona en concreto, los pocos expansivos que hay solamente los encontraremos en algunas placas muy duras, en alguna reunión de vías ultraclásicas y fruto de los numerosos rescates que se producen en las paredes. Desde luego, no es aquí donde brillan los paraboles por su reflejo, sino por su ausencia.

También alguno puede pensar que las grandes clásicas, como la vía Ravier que os presentaremos en esta propuesta, está más equipada que antes por el paso de las sucesivas cordadas, y es justo lo contrario.

Ya nadie, o casi nadie, va con clavos y maza por las paredes, al disponer de materiales de “poner y quitar”, friends, microfriends y empotradores. Estas herramientas de autoprotección van sustituyendo a la maza, así que cuando un clavo se rompe, o salta, uno menos que encontraremos en la vía.

El grado obligado, poco a poco, va elevándose, y donde dije digo, digo Diego, y ese V obligado, además “quinto de los de antes”, va elevándose, y haciendo que nos lo curremos más en libre o en artificial, así que lo mismo me da que me da lo mismo.

Como consejo personal, no subestimar dificultades, lectura de itinerarios ni horarios por muy fácil que se vea la reseña, o muy fácil que lo pinten los que bajan. Hasta la vía más fácil, no lo es.

Guía práctica

‘Vía Ravier’ al Tozal del Mallo

(350m, 6B+, V+ oblig)

Año 1957… Cinco franceses cruzan la frontera pirenaica por la Brecha de Rolando, con esquís, en Semana Santa.... Los “aparcan” cerca del Tozal del Mallo y se van a dormir valle abajo.

Cuando salen por arriba tras escalar la fantástica tapia del Tozal habrán trazado una línea que, medio siglo después, se sigue escalando con respeto día tras día. 

Jean Ravier, Claude Dufourmantelle, Marcel Kahn, Claude Jaccoux y Noël Blotti fueron los aperturistas, y el apellido Ravier quedó de nuevo escrito para la posteridad en el Pirineo. Tardaron 17 horas efectivas de escalada en dos días para abrir la vía, y aún en la actualidad, si te descuidas, pasas de las 6 horas para repetirla sin querer...

Aproximación 

Desnivel: +500 metros.

Tiempo: de 1h a 1h30

Salir desde la Pradera de Ordesa, hasta donde llegaremos en vehículo, ya sea particular si es antes de las fechas en las que se pone la lanzadera desde Torla, o en el autobús del Parque. Fechas aproximadas del autobús obligatorio, del 30 de junio al 15 de septiembre.

Caminar en dirección Torla hasta la casa Oliván, Centro de Interpretación, donde en dirección norte nace un sendero que por el bosque nos va llevando camino de las clavijas de Salarons (Carriata en los carteles, cercanas, pero hacia otro lado) que, a la postre, será el paso de descenso. Una vez salgamos del bosque llegaremos a una bifurcación que por senda marcada nos llevará por la base del Tozal, hacia el inicio de la vía. El punto más crítico del camino, quizás sea el de entrada a la propia vía, en el bastión inferior con un trepadero, con algún paso tonto de IV entre matojos… 60 metros más arriba montaremos la R0. (se puede montar un largo de 70 m). Miradlo muy bien, y sacad la cuerda en caso de duda.

Descenso 

Desnivel - 900 metros.

Tiempo: de 1h30 a 2h.

La bajada desde la cima es muy evidente. Seguir la senda al norte que esquiva todos los cortados hasta llegar a un cruce que nos marca las clavijas con una señal verde del parque en un gran bloque. En las clavijas hay una senda que sale hacia la derecha. Coged el sendero de la izquierda. 

POR LARGOS

Primer largo (50m/IV+).  

Ir por lo evidente, al ser un tanto indefinido y herboso, buscando lo pisado hasta llegar a una repisa bajo un diedro.

Segundo largo (30m/V). 

Largo muy bonito, atlético, que va metiéndonos en ambiente. Sale por la derecha del diedro, cruzando hacia su izquierda y volviendo en travesía a la derecha.

Tercer largo (30m/6b+). 

Largo clave de la vía. Nos encontramos la característica chimenea, famosa por su “pulido jabonoso”, que nos hará apretar para escalarla. Tradicionalmente estaba cotada en 6a, incluso V+ en algún croquis, pero hoy en día está en 6b+ en libre. Miedo nos da que sea más. Se puede acerar bien, pese a algún clavo dudoso, y pensar que, aun así, nos hará pelear hasta la reunión.

Cuarto largo (35m/6a+). 

Sucesión de bloques desplomados en travesía espectacular (6a+), siempre viendo el suelo entre tus pies.

Quinto largo (50m/V+). 

Diedro/Dulfer al principio, no regala mucho el quinto…

Sexto largo (50m, 6a).

Largo muy bueno y apretón, con paso fino en la llegada a la reunión.

Séptimo largo (30m/V). 

Largo de chimenea, unas veces de interior, otras de exterior, de no muy fácil protección, pero con algún clavo salvador en sus entrañas.

Octavo largo (50m/V).

Largo de diedro-chimenea, de manual, de mirar y escalar a la “antigua”.

MATERIAL NECESARIO

Juego de friends 0,5-4 (BD), semáforo de aliens, juego de empotradores, cintas largas y muy largas. Todo aquello que repitamos, a los menos experimentados en este tipo de escalada y conocedores del lugar, seguramente no les sobre, especialmente los microfriends minúsculos, que se pueden usar incluso en los agujeros de los pitones arrancados.

Pese a ser algo que todo escalador debería saber, no está de más recordar la importancia del uso de cuerdas dobles en este tipo de terreno, en el que los grandes bloques parecen levitar sobre el aire, ya que puede haber caída de piedras debido a aves, cuadrúpedos o incluso bípedos. Los bordes cortantes también son frecuentes. Por supuesto, el casco, debería ser parte del material obligatorio en nuestra mochila.

Por último, recordad que unos pitones y maza al fondo de la mochila pueden sacarnos de más de un apuro.

MEJOR ÉPOCA

De mediados de mayo a mediados de octubre. Antes y después se podrá también, dependiendo de las condiciones de innivación de la temporada, y de las precipitaciones, tan frecuentes en esta zona geográfica.

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