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Opinión - Vivir sobre un polvorín. Por Rosa María Artal

Contrabando en tiempos de crisis

Formación del CD Tenerife de la temporada 1979/1980.

ACAN

Santa Cruz de Tenerife —

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Un total de 36 cartones de tabaco rubio extranjero, tres radio-cassettes de mediano tamaño, cuatro radio-transistores de bolsillo y dos máquinas calculadoras. Ese fue el botín –aunque ya se verá que, en realidad, era la 'parte entregable' del botín– que le incautó el Servicio Fiscal de la Guardia Civil a la plantilla del Tenerife tras el registro efectuado en la noche del 22 de febrero de 1980 en el hotel El Temple de Ponferrada. Todo ello, según la valoración efectuada por la Benemérita, tenía un valor aproximado de 33.000 pesetas, cantidad considerable en la época.

La expedición blanquiazul pernoctaba esa noche en la localidad leonesa camino de El Ferrol, tras haber aterrizado a media tarde en Barajas. Y la historia oficial también cuenta que una pareja de la Guardia Civil se encontraba en el bar del hotel, donde se celebraba un mitin político. Allí, unos agentes de paisano observaron a dos futbolistas del Tenerife junto a dos acompañantes, en una mesa en la que había, a la vista, un radio-cassette y dos cartones de tabaco. En ese momento, uno de los guardias civiles le indicó a los jugadores que quedaban “detenidos por contrabando”.

Y ante el intento de uno de ellos de contactar con el delegado de expedición, fue sacado a la fuerza del hotel. Acto seguido, el agente de mayor rango pidió la relación de habitaciones asignadas a la expedición del Tenerife. Para entonces, la Guardia Civil había pedido refuerzos para proceder al registro de las dependencias, mientras los responsables de expedición, José Rodríguez y Nicolás Pérez, exigieron un mandamiento judicial. El agente respondió que conseguir la orden preceptiva “demoraría la operación 24 ó 48 horas”, pero que podía impedirles marchar hacia El Ferrol.

Además, el agente se mostraba dispuesto a controlar cada habitación para restringir el movimiento de los futbolistas. Y así, mientras se demoraba la toma de una decisión, algunos futbolistas (sólo algunos) mostraban su indignación con el personal y la dirección del hotel por facilitar a la Benemérita la relación de expedicionarios y las llaves de las habitaciones. Y durante una hora de tensa espera en la recepción del hotel se intentó contactar con un abogado en Tenerife y se exigió el regreso de los dos jugadores detenidos, llevados a la Comandancia de la Guardia Civil en Ponferrada.

Pasada ya la medianoche, se permitió el acceso de los agentes a las habitaciones, donde tras un minucioso registro encontraron el botín detallado en el primer párrafo, puesto a disposición del Tribunal de Contrabando y Defraudación. “Aquí no hay armas ni drogas”, “no somos delincuentes ni asesinos”... se quejaban los futbolistas. ¿Fin de la historia? Oficialmente, sí. Lo que no cuenta la historia oficial es que, quizás, la demora fue sólo una estrategia para permitir que la 'desaparición' de algunos objetos como, por ejemplo, casi un centenar de bebidas espirituosas.

Conocidas con los nombres de whisky o ron, durante las discusiones con los agentes en la recepción del hotel, esas bebidas se trasladaron por arte de magia desde las habitaciones de los jugadores a los gigantescos baúles que el hotel tenía en los pasillos para guardar las mantas en verano. Nadie registró esos baúles. Dos días después, a la vuelta de El Ferrol, por fin se 'colocaron' esas botellas a los compradores asignados.

(*) Capítulo del libro ‘El CD Tenerife en 366 historias. Relatos de un siglo’, del que son autores los periodistas Juan Galarza y Luis Padilla, publicado por AyB Editorial.

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