El Tenerife falla en todo y entrega los puntos al Burgos

Enric Gallego y Elguezabal se disputan el balón

José Miguel Galarza

Santa Cruz de Tenerife —

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El Tenerife se dejó en casa todas las virtudes que le hicieron bueno y competitivo este curso. Llegaba a El Plantío obligado a ganar para volver a reclamarse protagonista y salió escamado y con una derrota –tercera en los cuatro partidos de marzo– que asoma las costuras de un equipo que arrancó este domingo la última decena de jornadas de la peor forma. Tendrá que exhibir otra cara y otra forma de competir si no quiere hacer de lo que queda un vía crucis como el de 2014 –siete tropiezos seguidos sin goles a favor– que pudra la cosecha trabajada por Ramis y Cordero.

Los blanquiazules echaron de menos la contribución de Aitor Sanz como mediocentro y los pases de Moore. Ausentes sus dos elementos en mejor forma como también Mario González, los relevos no cumplieron igual –a Larrea, acelerado, se le hizo grande la faena–, dieron otras prestaciones como era lógico (Mellot) o se desempeñaron sin chispa ni pólvora (Elady). Y el resto de comparecientes fueron de más a menos: media hora de más posesión y caídas al área –dos rematitos de Enric Gallego y Carlos Ruiz fruto de la actividad de Bermejo y las llegadas en carrera de Pomares– y una hora desconcertante en lo que el Burgos fue madurando la ocasión definitiva para un partido prototípico de esta Liga en la que el miedo a perder suele poderle al beneficio de la victoria.

Ganaron los locales porque, al cabo, fueron superiores cuando solo les tocaba defender y tuvieron más fe cuando se vieron con el balón en los pies. Atacó directo el equipo de Calero, sobrecargó a Pablo Valcarce fiado a su imaginación y cuando no, hizo virtud de la estrategia –y la desatención de su rival–, antes de la pausa (m.41) para obligar a dos manos prodigiosas de Soriano –sentado en la línea de gol– ante Aitor Córdoba y Juanma. Y luego para que Miguel Rubio cazara la buena rebañando, atento, un balón muerto al área –otra segunda jugada maltratada– en la que el portero y Mellot intentaron intervenir cuando solo era cosa de uno.

El Tenerife no tuvo ocasión ni de pelearse con el gol –¿cómo pelearte con el gol sin remates limpios?– ni de asociarse malamente recurriendo a Shashoua como remedio para romper de otra forma las líneas juntitas que montó Calero tras el gol, más de media parte para aguantar abrochados, defender de cara las pelotas al área del Tenerife y esperar una contra que agrandara la herida. La tuvo Valcarce, cómo no, en el 83, pero tuvo tanto tiempo en lo que se encaraba a Soriano que le salió un tiro sin ángulo que adivinó el meta.

Por el camino, la estrategia de los relevos devino insustancial. Llegó cuando el Tenerife ya había encajado –dicho en el lenguaje críptico del fútbol de este siglo, cuando ya habían pasado las cosas que no quieres que pasen– y acabado el encuentro podría convenirse que sin llegar todo habría seguido igual.

Por tandas, Sergio por Carlos Ruiz –como si el uno saliera de una lesión y el otro lo estuviera– y Shashoua –en su peor versión– por un Bermejo decreciente. Luego Mollejo por Elady y Michel por Corredera. Ni un regate ni un remate el delantero, ni un arranque virtuoso Herrero, que luce insustancial tal que juegue o sea suplente. Y en el último tramo, Nahuel por Larrea para que el Tenerife acabara con Michel de pivote y Andrés por delante y una incapacidad general para desbordar con una mala pared o ganar una segunda jugada.

Se lo puso tan fácil al Burgos que a Calero le dio con relevar a los tres atacantes. Su línea de medios acabó inmaculada, sin tarjetas y hasta con tiempo para que Elgezabal comprometiera a Soriano con un cabezazo (m.61) que sacó con otra mano precisa para generar el corner en el que nació el tanto de Miguel Rubio. Primer remate pifiado, pelota al lateral a la que no llega Elady para recuperarla y balón de regreso al área chica con el resultado ya explicado.

Fue el equipo de Ramis el reverso de sus mejores tardes y la demostración de que estaba por llegarle una fase en el curso en la que se caería. Visto con la perspectiva de este marzo amargo, el éxito en El Molinón no tapa las carencias con las que se plantó en la primera jornada de lo que llaman la zona Aragonés, diez citas que dan o quitan ascensos, promociones y permanencias.

(1) BURGOS CF:  Caro; Raúl Navarro, Córdoba, Miguel Rubio, Matos (Fran García min 78; Mumo, Elgezabal, Andy; Pablo Valcarce (Ernesto, m.87), Malbasic (Guillermo, m.70) y Juanma (Alarcón, m.78)

(0) CD TENERIFE: Soriano; Mellot, Carlos Ruiz (Sergio, m.63), José León, Pomares; Andrés, Larrea (Nahuel Leiva, m.86), Corredera (Michel, m.73), Bermejo (Shashoua, m.63); Elady (Mollejo, m.73) y Enric Gallego.

GOL: 1-0, Miguel Rubio (m.62).

ÁRBITRO: Eduardo Prieto Iglesias (Comité navarro). Amonestó a Raúl Navarro (m.64) y Alarcón (m.78) y los visitantes Larrea (m.38) y Enric Gallego (m.51).

INCIDENCIAS: Partido de la 33ª jornada de LaLiga SmartBank 21-22, jugado en el estadio de El Plantío. 8.898 espectadores. Los jugadores del CD Tenerife lucieron brazalete negro, y se guardó un minuto de silencio, por el fallecimiento del padre de su compañero Mario González. Más de 200 seguidores visitantes acompañaron al equipo.

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