Espacio de opinión de Canarias Ahora
Benedetti, un caso perdido
Ese hombre que se fue el domingo después de ochenta y ocho primaveras me habló de la pequeña Beatriz, la hija de un preso político que recordaba que en primavera su amigo Arnaldo le regaló un monopatín, claro que Beatriz sabía que había una primavera con una esquina rota, porque era una estación triste para su mamá porque en ese tiempo fue cuando los policías se llevaron a su papá. Beatriz sabía que libertad era una palabra muy grande, porque servía para describir a un país y también era el nombre de la cárcel donde estaba su padre.
Me pregunto que pensarán los presos ahora que el poeta que escribió por ellos dejó de respirar. Y qué pensarán los exiliados que siempre estuvieron presentes en sus cuentos y en sus poemas. Qué dirán los que están fuera de su país estando dentro, los que sufren el desexilio. Yo sé que, por ejemplo, que en esta Canarias que usted y yo respiramos, yo también quiero para mi gente lo mismo que Benedetti para su paisito, yo quiero “que en mi paraíso, es decir en mi país, la gente viva feliz aunque no tenga permiso”. No sé si dar el pésame a los prejubilados, a los oficinistas que viven como la tregua los seis o siete meses que le quedan para dejar el trabajo. Me pregunto si los gringos que esta noche volverán a dormir en un país invadido sabrán que el domingo nos dejó el autor del poema ser o estar, donde nos advertía que el soldado yanqui no distinguía los dos verbos:“ por ejemplo/ un hombre es listo/ cuando obtiene millones por teléfono/ y evade la conciencia y los impuestos/ y abre una buena póliza de seguros/ a cobrar cuando llegue a sus setenta/ y sea el momento de viajar en excursión a Capri y a París/ y consiga violar a la Gioconda en pleno lovre/ con la vertiginosa polaroid/ en cambio un hombre está listo cuando ustedes oh marine oh boy/ aparecen en el horizonte/ para inyectarle democracia.”
Quiero solidarizarme hoy con todos los casos perdidos. Así se definió Benedetti cuando un crítico lo acuso de no ser neutral, él reconoció que se sentía perdidamente parcial, que no podía ser neutral en este mundo aunque ese era el camino más fácil, y escribió “Soy un caso perdido”: es claro que uno/y quizá sea esto lo que quería decirme el crítico/podría ser parcial en la vida privada /y neutral en las bellas letras/digamos indignarse contra Pinochet/durante el insomnio/ y escribir cuentos diurnos/ sobre la atlántida/ no es mala idea y claro/tiene la ventaja/de que por un lado/uno tiene conflictos de conciencia/y eso siempre representa/un buen nutrimento para el arte/y por otro no deja flancos para que lo vapulee /la prensa burguesa y/o neutral“.
No puedo. Me cuesta poner una frase detrás de otra para rendirle un homenaje. Por lo menos tengo la tranquilidad de que un día le agradecí personalmente los versos y cuentos prestados. Tenía dieciséis años más o menos cuando anunciaron que Benedetti venía al instituto Pérez Galdós. Recitó algunos versos y después el público le hizo preguntas. Una mujer le reprochó que en los periódicos siempre hablara de política. Mario respondió “yo no tengo la culpa de que los periodistas no se lean mis libros, por eso me preguntan de política”. Al final del acto me acerqué con Inventario para que lo firmara, después le pregunté ¿puedo darle un abrazo? “Por supuesto”. “Gracias Mario”.
Pasaron más de 20 años, decenas de cuentos y cientos de poemas desde aquel abrazo y hoy estaría dispuesto a darle las gracias nuevamente. Me dio tiempo de aprender que “uno no siempre hace lo que quiere pero tiene el derecho de no hacer lo que no quiere”. Y así llegué a estas horas de su despedida y abro Inventario tres y encuentro “La noticia veneno”, y comprendo mejor las mentiras de última hora en nuestro paisito: “La noticia veneno llueve a cántaros/ sobre los mendigos y los potentados/ pero sólo éstos saben que es mentira./ la noticia veneno ha ensayado con éxito/ el falso tonillo de lo verosímil/ y tal vez por eso enloquece a los cándidos/ entristece a los tristes/ como es obvio la noticia veneno/ será finalmente desmentida/ para gloria y prez/ de los sobrevivientes”. Gracias, siempre, Mario.
Juan GarcÃa Luján
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