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El ‘Esnobismo Ilustrado’ o cómo convertir una postura elitista en un discurso social (II Parte)
La primera parte se la dediqué a los que se reían de quienes sin haber leído a Gabriel García Marquez le dedicaron un homenaje en las redes sociales el día en que falleció. Como si ese gesto no tuviera el mismo valor, que quien se ha leído toda sus obras y va a una velada sobre el realismo mágico. Es como si un cierto grupo de la sociedad se sintiera con altura cultural y moral suficiente para juzgar “como de marca blanca” la tristeza y sentimientos de los demás. Pues esta clase social lo ha vuelto a hacer, amigos.
Estos días la verdad negada al resto de los mortales ha sido revelada a un grupo de eruditos que nos abren los ojos con agresividad en las redes sociales. Les reconocerán porque ningún gesto que hagamos, aunque sea parpadear, en homenaje a París, les parecerá sincero. Por diversos motivos, podría agruparlos en grupos pero tampoco el tema se presta a estar con sarcasmo,el caso es que les podrán reconocer porque se meten con tu foto de Facebook con la bandera de Francia, con la ilustración que has elegido como foto de portada de la Torre Eiffel para solidarizarte estos días con la ciudad de París o porque de repente, sin tú conocerles hasta ahora mucha trayectoria y compromiso activista te recuerdan absolutamente todos los países del mundo que actualmente sufren un atentado.
Lamentablemente son muchos, lamentablemente es terrible lo que pasa en Siria, lo que Occidente ha patrocinado que pase en Siria. Sigo muy de cerca este tema por mi relación y admiración a Sirin Adlbi Sibai y se me parte el corazón. Yo tengo la suerte de conocer a Sirin y de haberme cruzado en el camino con periodistas comprometidos que ven el mundo más allá del sur. He tenido la suerte de darme cuenta de que nuestro mundo no debería empatizar solo con Occidente, sino con todas sus latitudes por igual, que me gustaría que Facebook se llene de banderas de todos los lugares que padecen el terrorismo y la guerra, pero por eso no voy a discriminar a quienes sienten tristeza sincera, desconcierto o solidaridad con París.
Cada uno siente lo que siente cuando lo siente, ni antes ni después, ni porque tú se lo digas ni porque se lo dejes de decir (y menos si se lo dices con esa prepotencia) ¿Quién diablos soy yo para decir que su tristeza es menos legítima o sincera que la mía porque yo sé donde está Beruit?
Otra cosa es que planteemos el debate de que nuestra sociedad a veces se acomoda en la apariencia, no se va al contenido de las cosas pero ni siquiera esto es culpa suya. Al próximo agresivo venido a más me lo quito de las redes, los elitismos los llevo muy mal, porque la gente a la que más he admirado en la vida no sabía leer o no había terminado su carrera. ¡Quien viera a los eruditos del siglo XIX decirles a los alzados del dos de mayo que su levantamiento no tenía mérito porque no tienen una visión global de las cosas! ¡No sean ignorantes!
Y a todos a los que este horrible atentado les ha servido para pensar, para acercarse a una sensibilidad global y seguir siendo tolerantes y útiles al planeta, Bienvenidos de verdad. A llenar las redes de banderas, de condolencias, les invito a acercarse a la raíz del problema y nunca es tarde si la tolerancia es buena.
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