Una conejera en la gran ciudad: la batata, producto lanzaroteño estrella en Mercalaspalmas
La mayor plataforma de distribución y venta de productos del sector primario de Canarias se esconde en el interior de un valle atrapado entre el mar, la autopista que conduce al Sur desde Las Palmas de Gran Canaria y las grandes torres de edificios de viviendas donde se agolpan las familias del barrio de Jinámar.
Mercalaspalmas es una especie de ciudad del tomate, la papaya y el aguacate. Los camiones de mercancías entran y salen para alimentar a las distribuidoras, a los compradores al por mayor y a un gran número de particulares, por lo general vecinos de la capital o de Telde, que se desplazan hasta los locales detallistas atraídos por unos precios ventajosos en realación a otros puntos de venta.
“¿Tienes batata de Lanzarote, mi niña?”. La voz tímida de la mujer encuentra por respuesta un gesto eléctrico, casi una orden, por parte del mozo de almacén, que señala marcialmente con su dedo índice hacia una esquina donde en efecto se amontonan varias decenas de cajas rebosantes del tubérculo conejero, inconfundible por el tono rojizo de su piel. La batata conejera, como se ve, conserva su aire de distinción y su carácter predilecto más allá de la isla.
Sin embargo, su presencia en esta meca agrícola ha sido irregular durante los últimos años. En el periodo comprendido entre diciembre de 2013 y diciembre de 2014 llegaron hasta Mercalaspalmas algo más de 163 toneladas de batatas procedentes de Lanzarote. Este año, en cambio, apenas si han llegado noventa. Este hecho ha provocado además un sensible incremento de su precio, que ha pasado de un coste de venta medio diario de 1,61 euros a los 2,08 actuales.
En realidad, la batata no es el único producto lanzaroteño que ha perdido cuota de mercado, aunque eso el pobre tubérculo no lo sabe. Otro emblema de la agricultura insular, la cebolla, también está experimentando una caída de sus cifras en Mercalaspalmas.
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