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“El pueblo palmero es creativo y acogedor como pocos”

Nacho Rubio Arese es profesor de Historia en el IES Alonso Pérez Díaz.

Pablo Díaz Cobiella

Santa Cruz de La Palma —

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“Madrileño de la maravillosa periferia, Nacho Rubio Arese es un viajero de emociones”. Un cúmulo de encuentros universales lo llevan a una hormiga, transparente y a veces desnuda. Profesor de Historia del IES Alonso Pérez Díaz, llegó a La Palma para quedarse y con ello su primera criatura literaria Las hormigas también gritan. 

-Madrid, esa ciudad que despierta a todas horas, naciste, creciste con ella…

-Para comenzar he de decir que no soy un madrileño tan de pura cepa como mi DNI pudiera aparentar. Crecí en una barriada periférica y mi colegio estaba en Leganés, donde pasaba casi todo el día. A los 12 años mi familia se mudó a Moralzarzal, un pueblecito de la sierra donde pasé mi adolescencia y mi juventud, y donde sigo veraneando cada año. Así que, técnicamente, soy mucho más serrano que capitalino. Además, entre los 22 y los 30 años, estuve deambulando por Finlandia, Lituania, Francia, Barcelona… Con lo que, en realidad, me considero más bien ciudadano de la gran Europa. Eso sí, junto a Laura, mi mujer, viví en pleno meollo madrileño entre los 32 y los 36, empapándonos de toda la vida que bullía alrededor a cualquier hora del día y de la noche. Resumiendo, mi alma se ha ido rellenando de pedacitos de muchos lugares, y el imaginario del que brotan mis historias es un crisol de gentes y paisajes diversos. Madrid es solo uno más. La Palma, sin duda alguna, otro de tremenda importancia. 

-Tus primeras palabras escritas. ¿Aún recuerdas ese momento de manchar el papel vacío? El juego de la calle, adolescencia, tus estudios hacia la educación…

Escribí mis primeras fábulas en Trabenco, el colegio de mi niñez. Modelo de enseñanza pública abierta, feliz y alternativa donde las haya. Una de mis clases predilectas era la del texto libre, donde podíamos dar rienda suelta a nuestra imaginación y después compartir nuestras pequeñas, grandes creaciones. En aquel entonces, recuerdo, el papel en blanco no me ocasionaba vértigo alguno, era más bien un mar refrescante en el que me zambullía sin apenas pensarlo y me perdía en sus aguas con placidez de delfín. Después, en mi adolescencia y juventud retomé la escritura, pero centrado mucho más en la poesía, desde donde intentaba expresar el bullicio que se agitaba en mi interior.  Pero mi deseo de convertirme en escritor “de verdad” vino bastante más adelante. Con 31 años. Me apunté a un máster de creación literaria en la Escuela de Escritores de Madrid, donde adquirí unas cuantas herramientas muy útiles del oficio. La pasión por el microrrelato, por la vida, por las historias que siembran las calles, que cuelgan de los balcones, que nos golpean de pronto al doblar una esquina… fue un cúmulo de todas esas vivencias previas y de todo lo que me regala la cotidianeidad diaria. 

-Nuestro sistema educativo se encuentra en continuo movimiento…

-Es importante que así sea, siempre y cuando se tenga un sentido claro de hacia dónde queremos dirigirnos y con qué fines. Muchas veces, el movimiento desde las altas instancias es muy superior a la reflexión previa. Por eso en el plano educativo, más que caminar hacia delante como demandan los tiempos, la sociedad y nuestra juventud, nos bamboleamos torpemente de un lado para otro, lo cual nos impide avanzar con la fluidez que podríamos y deberíamos. Por fortuna, un nutrido grupo de docentes en todos los niveles de enseñanza, se encarga de dar en sus centros esos necesarios pasitos al frente para lo cual, ante todo, hay que escuchar profunda y honestamente al alumnado. 

-La Palma deja de ser un destino para convertirse en un lugar que, antes o después, marcará tu vida, no solo por su belleza natural, sino por cómo la ves tú…

-La Palma cautiva, La Palma lo tiene todo o prácticamente. Llegué a esta islita por accidente, o lo que es casi lo mismo, por amor, ya que a mi mujer le surgió una sugerente oferta laboral y juntos decidimos lanzarnos a la aventura. Vinimos en principio para un par de meses. Pero, transcurrido ese tiempo, nos dimos cuenta de que nuestro corazón se había anclado en las raíces de la isla, junto al fondo del océano. Y nos instalamos por aquí, como puros palmeros de adopción…Por otra parte, la mirada es algo imprescindible para quienes amamos la escritura. Necesitamos depurar la realidad, filtrarla y modelarla según nuestras vivencias y nuestros sentidos… Por tanto, esa mirada ha de ser necesariamente lo más personal posible. Así que, La Palma que yo vivo y siento no tiene por qué parecerse a la que perciben y experimentan los demás. 

-Tu primer libro aparece en La Palma, pero su interior es casi universal…

-Esto se debe, fundamentalmente, a que mis Hormigas habían comenzado a gritar con fuerza feroz varios años antes de que yo aterrizase en esta islita. Los paisajes, gentes e historias que me han ido marcando desde mi llegada a La Palma aparecerán, con suerte, en próximas publicaciones. Pero esa pulsión universal que pueda contener este primer libro de microrrelatos pretende ir más allá de los lugares donde estuve y aquellos con quienes traté. Como dice Bruno Schulz, “¿Acaso, bajo la mesa que nos separa, no permanecemos todos cogidos de la mano?”. De La Palma de la mano, añadiría yo… 

- Hormigas y seres humanos…

-Las hormigas son seres fascinantes, dotados de un nivel de comunicación y una capacidad organizativa tan extraordinaria, que deberíamos observarlas y aprender continuamente de ellas. En mi libro se muestran de muy diversas maneras: a modo de preguntas u obsesiones, de fieles compañeras, de inspiradoras natas… También irrumpen como metáfora de otras muchas cosas que somos sin darnos cuenta o que podríamos llegar a ser si tuviésemos la osadía necesaria. Pero es que además el libro en sí, con sus voces y acciones tan diversas, sus múltiples personajes y sus distintos niveles de profundidad, es un auténtico hormiguero del que, posiblemente, los audaces lectores no salgan igual que antes de adentrarse en él. 

-La cultura de la isla no para de moverse, en una época difícil donde La Palma está demostrando estar a la cabeza del movimiento cultural, dice mucho de los palmeros y palmeras…

-Mucha gente de fuera me pregunta extrañada si no me aburro en La Palma, “con todo lo que yo tenía antes en Madrid y que aquí no hay”. Mi respuesta es categórica: en La Palma suceden tantas cosas todo el rato, que mi problema principal es el de no poder desdoblarme en varios Nachos Rubio para, simultáneamente, acudir a todos los eventos que querría. Teatros, cines, conciertos, presentaciones, bailes, catas literarias, festivales… En ese sentido, me siento tremendamente afortunado de poder vivir y disfrutar con aquello que la isla nos ofrece, y solo puedo agradecer a tantas y tantas personas que se vuelcan para que esto sea posible. Larga vida a todas esas iniciativas y al amplio pueblo palmero, creativo y acogedor como pocos…

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