Encuentro del Atlántico 2025: el mar como escuela de vida

0

Rumbo a la ciudad: los más pequeños de la regata en Optimist.

Las aguas de la bahía de Santa Cruz de La Palma acogieron este fin de semana el Encuentro del Atlántico 2025, que integró el Campeonato Insular de Vela y un programa de sensibilización sobre el cuidado de los océanos y la contaminación marina. Organizado por el Cabildo Insular de La Palma a través de Sodepal, y con la colaboración de la Federación Canaria de Vela, la cita unió deporte, cultura y educación en una organización impecable que congregó a jóvenes regatistas, familias y entrenadores.

Como el sábado, ayer la mar de nuevo había amanecido  en calma, casi en un espejo que auguraba otra jornada de aguas planas. Sin embargo, los monitores —con sus artes secretas de intuiciones, cabañuelas o saberes populares— advertían una inminente subida del viento. La flota, escéptica, apenas prestaba atención a aquellos presagios. Fue entonces, ya en el agua y en plena espera del procedimiento de salida, cuando Pacuco rompió el silencio: «Ahora viene una racha fuerte, atención». Muchos pensamos que bromeaba. Añadió con calma: «Después estará mejor». Y, como si el mar mismo quisiera rendir tributo al extraordinario encuentro, el viento irrumpió sin previo aviso. Primero en un sur suave y contrastado, para en pocos minutos rolar  y asentarse en un nor-noreste firme durante toda la regata. Las escotas se tensaron, los cuerpos se lanzaron a la banda, y la flota entera se echó a navegar como en en medio de  un regalo anunciado por su líder.

Dos mares, dos aprendizajes

Participaron alumnos de la Escuela Insular de Vela tanto de Santa Cruz de La Palma como de Tazacorte, cada cual con la impronta de su escenario de entrenamiento. En Tazacorte, con vientos suaves y mares en calma, se aprende a sacar velocidad al viento flojo y a la paciencia de navegar en bonanza. En Santa Cruz, el viento abierto y recio desde la salida del faro verde del muelle enseña a manejar rachas y roles con decisión. Ambas experiencias confluyeron este fin de semana, enriqueciendo a todos los navegantes.

Optimist: primeros pasos de gigantes

El optimist volvió a ser el barco escuela por excelencia. Allí los niños y niñas se han enfrentado, quizá por primera vez, a la incertidumbre de estar solos ante el mar: una ola inesperada, una trabucada, un role que cambia la estrategia. Como también ocurre en tierra firme. En esta edición se completaron cuatro mangas, con vientos de hasta 15 nudos, lo que permitió aplicar la regla del descarte. Los más noveles brillaron, dando un paso más en su camino de independencia y confianza.

ILCA: temple en la calma

Los ILCA (antiguos Laser) se midieron con un mar propio de las bonanzas de septiembre: bochorno y apenas una brisa que exigía concentración y temple. Navegar en calma es un arte que obliga a escuchar cada soplo de aire, mantener la serenidad y exprimir cada nudo de velocidad.

Barquillos de vela latina: tradición y riesgo

El encuentro incluyó una jornada de práctica conjunta de barquillos de vela latina. El 'Pescamar Titerroy', con Ezequiel González al timón, acertó con vela mediana: salió con 4–5 nudos y gobernó con solvencia cuando el viento subió a 12–15. 'Lapestana', patroneado por Manuel González, apostó por vela grande; al arreciar el viento, el barquillo no pudo salvar la trabucada. La tripulación reaccionó con rapidez, adrizó y entró en la bocana del puerto por sus propios medios, en una demostración de pericia y autonomía marinera.

Palabras que son lecciones

En la entrega de trofeos, Pacuco Díaz, coordinador del Centro Insular de Vela, recordó a las familias que a veces el viento asusta y que también otras  se vuelve del mar con las manos agrietadas por las escotas. Una metáfora de que la vela es escuela de vida: días de calma y de viento duro, frustraciones y alegrías, en los que los jóvenes aprenden a decidir, resolver y confiar en sí mismos.

Vela y adolescencia: crecer navegando

Para el filósofo y pedagogo José Antonio Marina,  la adolescencia  es como una 'segunda oportunidad' que permite forjar identidad y proyecto vital. La vela, en esa etapa, aporta actividad física y comunidad frente al aislamiento digital, a la vez que  y favorece conexiones cerebrales relacionadas con la coordinación, autorregulación y percepción corporal. Sabemos además que la práctica deportiva  mejora la autoestima, las  expectativas y reduce el riesgo de  síntomas de ansiedad y depresión.

Entrega de trofeos.

Orgullo compartido

El muellito se llenó de familias orgullosas al ver a sus hijos avanzar en independencia, amistad y resiliencia. La organización fue ejemplar, y el ambiente, un reflejo de lo que significa la Escuela Insular de Vela: formar no solo regatistas, sino también personas capaces de navegar la vida con responsabilidad y entusiasmo.

Etiquetas
stats