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El precio del suelo rústico en el Valle de Aridane se multiplica por cinco

Efe

Santa Cruz de Tenerife —

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El precio del suelo rústico en el Valle de Aridane se ha multiplicado por cinco, según ha expuesto el geógrafo David Ramos Pérez, profesor de la Universidad de Salamanca, en la comisión del Parlamento de Canarias que estudia los efectos de la crisis vulcanológica y la reconstrucción de La Palma.

Ramos Pérez ofreció este dato para alertar sobre el efecto del decreto de medidas de emergencia del Gobierno de Canarias por la erupción, que autoriza a construir en suelo rústico, el cual ha generado “una burbuja especulativa con escasos resultado prácticos”.

Ese decreto acentúa el modelo de ocupación dispersa y desordenada del territorio que se dio a partir de los años ochenta del siglo XX, basado en “dejar hacer para luego legalizar”, y que definió no como rural, sino como suburbano, con un elevado peaje en la sostenibilidad. “Eso no debe repetirse”, afirmó.

“Esa suburbanización genera problemas de sostenibilidad que no podemos permitirnos”, sino que el cambio que se tiene que operar a partir de esta erupción debe estar basado en una participación ciudadana a partir de un debate científico técnico sobre un planteamiento equilibrado que tenga en cuenta el riesgo volcánico “y nuevas formas de habitar el territorio”, ha defendido.

El geógrafo, que ha participado en la comisión parlamentaria junto a los arquitectos Leonardo Navarro Pulido y Jesús Álvarez García, redactores del plan general de Los Llanos de Aridane, ha propuesto al Parlamento aprovechar la erupción volcánica para promover los nuevos asentamientos en las cabeceras de los núcleos urbanos, unos asentamientos modernos, eficientes, de calidad, sostenibles, capaces de promover el arraigo y la pertenencia, en lugar de dar vía libre a la dispersión de las viviendas por el suelo rústico.

El barrio de Vauban, en Friburgo (Alemania), es el ejemplo que puso de los modelos alternativos de desarrollo territorial sobre los que se debería trabajar.

También ha abogado por un planeamiento común a todo el Valle de Aridane, amparado quizás en una legislación especial, porque la comarca es “una realidad única”, a pesar de que administrativamente se divida en tres municipios.

Para el profesor de la Universidad de Salamanca, natural del Valle de Aridane, el riesgo volcánico y la sostenibilidad del modelo territorial son los ejes vertebradores de la recuperación de la comarca y de la isla.

Otra de sus advertencias es que se quiera aprovechar el “shock” y el drama social del volcán para recuperar sin debate público ni consenso social un modelo desarrollista del territorio y las infraestructuras viarias basado en el plan insular de 1971.

El arquitecto Jesús Álvarez García, del equipo redactor del plan de Los Llanos de Aridane, pidió no mezclar las medidas de emergencia, necesarias para ayudar a los damnificados, con un planeamiento equilibrado basado en criterios científicos y que necesita sosiego y tranquilidad para adoptar soluciones a medio y largo plazo.

El planeamiento tras la erupción debe alcanzar un complejo equilibrio territorial y el cambio de mentalidad para pasar de una edificación dispersa hacia una concentrada es “un cambio generacional” que resolverán “nuestros hijos y nietos”, expuso.

La forma de ocupación del territorio dispersa al margen de los núcleos de población era la forma tradicional, eso ahora es difícil de reglar en un territorio que se ha comprimido en un 25 por ciento, señaló.

“Este es el más gigantesco proceso de participación ciudadana” y debe quedar claro que la discusión es si las soluciones que se están avanzando son provisionales o son definitivas, señaló Álvarez García.

Entre otras cuestiones, hay que definir la dimensión total del problema, la capacidad e intervención, si se hace un planeamiento conjunto o se sigue con tres planeamientos.

El arquitecto Leonardo Navarro Pulido, también del equipo redactor del planeamiento de Los Llanos de Aridane, expuso a los parlamentarios que el volcán no solo arrasó residencias, viviendas vacacionales, infraestructuras, equipamientos y terrenos de cultivo, sino también con el plan insular, planes sectoriales y los planes generales de los municipios, así como con una legislación del suelo que no contempla estas situaciones.

La situación ante el planeamiento es de “incertidumbre” porque ha dejado “todo en discusión”, es “un problemón dificilísimo” que hay que resolver como se ha abordado la emergencia, de forma coordinada y con visión de futuro, dijo el arquitecto.

Señaló que el borrador de planeamiento en marcha cuando se produjo la erupción promovía la consolidación, la estructuración y la mejora de los núcleos urbanos dentro de un modelo coherente, pero ahora se trata de abordar una emergencia social y planear el futuro del Valle.

“La emergencia requiere medidas urgentes de aplicación inmediata que no puede esperar para quienes no tienen casa, pero el planeamiento requiere análisis, discusión de alternativas y consenso en la toma de decisiones”, señaló.

Para Navarro, el volcán arrasó el modelo productivo de La Palma, la forma de entender y ocupar el territorio y el sistema territorial, así que ofrece una oportunidad de cambio en la que los urbanistas pueden proponer alternativas a partir de los estudios científicos, pero son los ciudadanos a través de su participación y de sus representantes los que deben decidir.

“Hay mucha gente trabajando en esto, se está estudiando y analizando el territorio, propuestas de reordenación dentro de una situación de emergencia en la que la preocupación más inmediata es la residencia”, expuso.

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