Espacio de opinión de Canarias Ahora
Prima mangiare poi filosofare
Propongo un escueto seminario un tanto filosófico sobre la naturaleza profunda inscrita en ese tormento que se llama corrupción en los partidos. El público es como el mar en Conrad, que lo sabe todo y solo a su debido tiempo revela su sabiduría y su rabia. El público, cuando está polarizado en una cuota, celebra estas cosas de forma partidista y, en otra cuota, expresa su frustración y repulsa. Puede que ante la fuerza desconocida de la negación en la tarea de pensar, algunos elijan la tumba de la servidumbre de pensamiento. Pero el pueblo tiene la última palabra. Con su opinión y con su voto.
El déficit de confianza que se instala en el cuerpo social en nada es ajeno a la creciente capacidad del pueblo de decidir por sí mismo. En la izquierda aflora cierto sufrimiento ante la visita repetida de los eufemios. Recordemos que ese era el nombre del hermano de Emiliano Zapata, revolucionarios los dos, que reivindicaba el derecho a robar por su pasado de hambre. Eufemio no fue expulsado de la revolución, sino asesinado por un general subordinado por haber golpeado a su padre.
Los militantes socialistas y un sector afín de la izquierda están condolidos en la duda, y resuelven que no quieren pensar en esto si les hace sentir peor que no pensar en nada. Suspenden su juicio y quedan sin propósito y sin significado. Y todo ello porque se han visto sumergidos en un debate entre la razón y la fe. La razón opera con deducciones, con inducciones y en caso extremo con intuiciones. Pero la realidad es tozuda y la razón tiene un límite que una vez superado obliga a cabalgar sobre la fe.
Hay partículas en el nivel subatómico, como los fotones, que pueden estar en dos lugares a la vez. En el mundo cuántico no sabemos dónde está esa partícula que se mueve de forma contraintuitiva, y para conocer su estado hay que observarla. Debe existir la figura del observador. Si no la observamos, la partícula puede estar en varios lugares. Solo cuando la observamos ganamos el momento de imponer nuestra certeza y con esa certeza, el estado cuántico colapsa en un solo estado definitivo. Es como la corrupción, un carrusel de dudas, la niega el corrupto, el público piensa que a lo mejor no es verdad, a lo peor si, pero solo la observación evidente colapsa el estado cuántico en una opinión definitiva.
Es como si nos sometieran al conocimiento de un mundo superior, como si necesitáramos un sexto dedo, como un sexto sentido que no echamos en falta en nuestra vida cotidiana. Santo Tomás de Aquino lo resolvió con la fe basada en la revelación, y la Cábala lo entiende en el sexto sentido de la espiritualidad. No debemos alarmarnos, la condición de corruptos forma parte de la condición humana. Hay corruptos en los partidos políticos y en el colectivo de empresarios de pompas fúnebres o en la federación de tal o cual deporte. Nuestra preocupación debe residir en la forma como controlarla y cómo extirparla.
La ontogenia recapitula o repite la filogenia. El desarrollo individual ontogénico de un político que se corrompe repite la historia evolutiva de esa especie que es el político corrupto. La miseria humana. Pero también la miseria humana tiene grados. Ábalos tiene medalla olímpica desde que manifestó “soy feminista porque soy socialista.” Eso no, miserable, caradura de guardarropía, hasta puedes trincar en una adjudicación, que no lo sé, pero aún más lacerante es trincar en la inteligencia y bondad de la gente que tuvo fe en ti hasta que colapsaste. Como un fotón.
En Canarias ha habido corrupción de esta suerte, por adjudicaciones. Algunos sabemos cosas, y otros saben otras en modo apodíctico, pero el público en general está más tranquilo porque no tiene certeza hasta que agita su condición de observador que le permite, aunque no quiera, ver la certeza. Como los fotones.
Sobre este blog
Espacio de opinión de Canarias Ahora
0