Terrazas en cada esquina
Las Palmas de Gran Canaria ha modificado su imagen en los últimos años. La estampa es la de una ciudad abarrotada de terrazas, algo inusual en la capital hasta no hace mucho tiempo. Esta masificación ha traído el despunte económico de algunos comercios, pero también el padecimiento de aquellos vecinos que deben convivir con el ruido.
En 2012, el Ayuntamiento capitalino aprobó una nueva ordenanza para la ocupación de la vía pública, que flexibiliza la concesión de licencias para las terrazas. Desde la concejalía de Empleo consideran que esta normativa supone mayor agilidad burocrática, los comerciantes tienen libertad para elegir su mobiliario y pueden colocar mesas y sillas donde antes no estaba autorizado. Además, se admitió la exención de tasa por terraza que, de momento, no está previsto restituirla. Entre 2012 y 2014 se produjo un incremento del 30% de estos espacios, por lo que en la actualidad hay 513 terrazas en las calles de la ciudad. El concejal de Empleo del Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria, Jaime Romero, reconoce que “esta modificación es la que ha traído el boom de la terrazas”. El objetivo de esta reformulación es “dinamizar la economía de las pymes de restauración” al mismo tiempo que las personas puedan disfrutar de la ciudad. El Ayuntamiento considera que esto embellece las calles y resulta atractivo para el turista. Aunque el auge se produjo en 2012, aun siguen llegando solicitudes a las oficinas municipales, “se está produciendo una consolidación de las terrazas”, afirma Jaime Romero.
El sector demandaba un cambio en la normativa
“La ciudad está llegando a un punto en el que se está cubriendo la demanda que pedía el sector”, sostiene el concejal de Empleo. Las asociaciones de hostelería y restauración exigían un cambio en la normativa, sobre todo, a raíz de la ley antitabaco y la crisis posterior. “El sector estaba sufriendo y pedían que el ayuntamiento facilitara las cosas y así generar empleo e incrementar el atractivo de la ciudad”, manifiesta Romero.
Desde la patronal de pequeñas y medianas empresas Cecapyme expresan que las terrazas han supuesto un beneficio para la restauración, dan buena imagen a la ciudad y no perjudican en exceso al resto de comercios. El presidente de la asociación, Prudencio Lorenzo, declara que las terrazas llenas producen un efecto contagio atrayendo a más personas. Además, le concede especial importancia al clima canario, que favorece la instalación de mesas y sillas al aire libre. Cecapyme percibe una buena aceptación por parte del público, aunque al mismo tiempo considera que esto no es una moda de la que se deba abusar.
En la misma línea, Fernando Company, presidente de la Asociación de Bares, Cafeterías y Restaurantes, valora positivamente la proliferación de terrazas. Asimismo, hace una doble reivindicación: ampliación de horarios y mayor sensibilidad policial. Company considera que en algunas zonas el horario de cierre es muy temprano y reclama que, respetando el descanso de los vecinos, el número de horas debería aumentar. “Lo mejor es educar y no prohibir”, manifiesta el presidente. Por otra parte, reconoce que su local ha sufrido en alguna ocasión “una persecución notoria” por parte de la Policía Local, y exige que las inspecciones las realice un técnico del ayuntamiento y no la autoridad.
Un tramo de la calle Ruíz de Alda se convirtió en peatonal en diciembre de 2013. Desde entonces, esta zona ha visto crecer en sus aceras numerosas terrazas. Al principio, las de los restaurantes que ya tenían su local y con el tiempo, nuevos negocios que vieron el filón. Pepi Peinado, presidenta de la Asociación de Empresarios de Mesa y López, confiesa que esa calle era antes “un cementerio de locales” y que ahora la gente puede pasear y sentarse despreocupándose del tráfico de vehículos. “Es un atractivo para la zona y además crea empleo”, sostiene Peinado.
Pedro Martín es el dueño de uno de estos locales y reconoce estar contento con la peatonalización de la calle. Se ha multiplicado por tres el número de clientes que se sientan en sus mesas, aunque también confiesa que esto va ligado a un incremento de las dimensiones del local y de empleados, por lo que todo va en relación. Martín recuerda que la solicitud para abrir la terraza se resolvió en una semana aunque el ayuntamiento les obligó a elegir entre tres tipos de mobiliario, por lo cual, los comerciantes de esta calle no pueden adecuar libremente su espacio exterior. En este sentido, Máximo, también dueño de un negocio de esta vía, manifiesta que aunque la calle ha ganado en seguridad, limpieza y afluencia, le falta color, ya que todas las terrazas son iguales y no se les permite añadir más mobiliario, como por ejemplo, mamparas que protejan del viento.
Zonas residenciales que se convierten en zonas de ocio
El contraste a esta vorágine económica es el ruido que sufren los vecinos de las nuevas terrazas. Los últimos en rechazar la iniciativa del ayuntamiento son los residentes cercanos a la plaza de los Betancores, en Guanarteme. Este barrio ya ha contado con varias remodelaciones en los dos últimos años y la tercera fase de las obras, que comprende entre las calles Bernardo de la Torre y Joaquín Costa, no ha agradado a los vecinos. El proyecto consiste en ampliar las aceras y la plaza y suprimir uno de los carriles de la calle Fernando Guanarteme. Pero la realidad es que de la plaza solo quedará el recuerdo, porque en su lugar confluirán tres carriles provenientes de Bernardo de la Torre, los Martínez de Escobar y la propia Fernando Guanarteme. De la noche a la mañana las máquinas excavadoras y tractores se instalaron en sus calles, llevándose por medio un árbol centenario que presidía la plaza. “Han destrozado una plaza para meter una carretera”, expresa un vecino.
La mayoría aprueba una revitalización de la zona, pero no del modo que se está realizando, puesto que es un secreto a voces que tras la finalización de las obras, se producirá una invasión de terrazas. “El problema es lo que nos viene ahora” reconoce una de las vecinas. Se sienten engañados, porque desde el consistorio se les aseguró que las obras serían en beneficio del peatón, sin embargo, ya conocen de antemano que las terrazas van a ocupar buena parte de la acera. “Fernando Guanarteme se está convirtiendo en una zona de ocio, por mucho que el ayuntamiento diga que solo quiere ensanchar la acera para el peatón”, manifiesta Inmaculada Medina, concejala del PSOE en el ayuntamiento capitalino. De hecho, la oposición presentó una moción en el pleno municipal que fue rechazada por el Partido Popular.
Algunos comerciantes tampoco manifiestan su aprobación, porque con la peatonalización los camiones de carga y descarga no podrán aparcar. “Los únicos locales que han salido bien parados son los de restauración, pero el resto no”, expresa un comerciante de la zona. Se muestra pesimista puesto que la economía de una ciudad no debe apoyase solo en la restauración, sino en la diversidad de negocios.
Después de comenzar las obras, algunos vecinos han puesto en alquiler o en venta sus casas, han tenido que insonorizarlas, a muchos les cuesta conciliar el sueño y sufren de ansiedad. Reconocen que se llega a pasar realmente mal. De hecho, el descontento se ha materializado en las más de 1.000 personas que han firmado en contra del proyecto. El ayuntamiento por su parte, después de la moción, no ha vuelto a ponerse en contacto con los vecinos.
La angustia en este tramo de Guanarteme no es nueva. Los habitantes de esta zona ya llevan meses padeciendo el bullicio de las terrazas de la calle Joaquín Costa, locales que sacan los televisores al exterior, que cierran a las dos de la mañana y donde los clientes ocupan los accesos a las viviendas .De jueves a domingo, el sonido se multiplica y la policía no acude a pesar de las llamadas vecinales. Los residentes con garaje en esta calle no pueden acceder a sus aparcamientos y lo deben hacer por una calle en dirección prohibida.
“El PP no pude pretender llenar la ciudad de terrazas y sillas, puede ser una salida a la crisis pero no la única” sostiene Eduardo Ramírez, concejal de Nueva Canarias. Considera que con este proyecto el ayuntamiento pretende crear espacios públicos para empresas privadas y aunque su partido no se opone a las terrazas, sí que considera que deben combinarse fórmulas que no perjudiquen el descanso de los vecinos. Por su parte, Inmaculada Medina manifiesta que “la política del PP es dejar que las cosas se mueran para después decir que las arreglaron”, y que esto es lo que ha sucedido con la plaza de los Betancores. Opina que el consistorio debería reunirse con los vecinos y asociaciones para conciliar el derecho al ocio con el derecho al descanso. “Ante todo debe escuchar a los ciudadanos puesto que es su deber, algo que hasta el momento no ha hecho, este gobierno no cree en la participación ciudadana”, se lamenta.
Otra peatonalización controvertida
La peatonalización de una parte de Luis Morote también suscitó polémica durante su realización. A día de hoy, sigue contando con detractores y partidarios del cambio. El alcalde Juan José Cardona ha mantenido que el objetivo de esta remodelación urbana es modernizar y mejorar la zona entre El Muelle y el Paseo de las Canteras. Obra que se encuadra dentro del Plan Director de la zona Puerto-Canteras para convertir esta calle en un corredor hasta la playa. Víctor Darira, un comerciante de la calle Ripoche y que también cuenta con un bar en Luis Morote, no está satisfecho con el cambio, puesto que ahora los coches no tienen donde aparcar. Reconoce que las ventas de su local han descendido casi un 50% y que las terrazas tampoco tienen mucha afluencia, ya que mucha gente, especialmente los turistas, se quedan en Santa Catalina. Por su parte, Anil, que también regenta una tienda en la calle peatonal, sí que se muestra partidario de la regeneración de la zona, porque considera que ahora la calle tiene más vida y los locales cuentan con más visibilidad. “Es cierto que las ventas no han aumentado pero lo achaco a la crisis más que a la peatonalización”, afirma Anil.
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