El orgullo de la transición: los pioneros del movimiento LGTB en Canarias

Manifestación de la Federación Anarquista de Gran Canaria (FAGC) en Barcelona en junio de 1977.

Víctor M. Ramírez

Las Palmas de Gran Canaria —

A la memoria de las víctimas de la masacre de Orlando, 12 de junio de 2016

De la peligrosidad al activismo social

En el año 1970, las Cortes franquistas aprobaron la Ley sobre Peligrosidad y Rehabilitación Social(1). La ley venía a sustituir a la Ley de vagos y maleantes y tenía como objetivo, según su exposición de motivos, “defender a las sociedad contra determinadas conductas individuales, que sin ser, en general, estrictamente delictivas, entrañan un riesgo para la comunidad”. Entre los supuestos del estado peligroso previstos en el artículo segundo se encontraban “los vagos habituales, los rufianes y proxenetas, los que realicen actos de homosexualidad o los que habitualmente ejerzan la prostitución”. La ley tenía asimismo el ambicioso propósito, según su declaración de intenciones, “de servir por los medios más eficaces a la plena reintegración de los hombres y de las mujeres que, voluntariamente o no hayan podido quedar marginados de una vida ordenada y normal”. Específicamente para los homosexuales la ley establecía el internamiento en un “establecimiento de reeducación” por  tiempo no inferior a cuatro meses ni superior a tres años.

Pero más allá de esos objetivos, la ley tuvo unos efectos inesperados e indudablemente indeseados para el régimen: la activación de un movimiento de reivindicación homosexual(2) inexistente hasta esa fecha en la historia de España.

La publicación del proyecto de ley, que incluía la homosexualidad, sin más matices, entre los supuestos previstos, despertó la conciencia en un grupo de activistas catalanes que, liderados por Armand de Fluvià y Francesc Francino, decidieron tomar la iniciativa. De manera clandestina y con la colaboración de la asociación de homosexuales francesa Arcadie comenzaron una campaña para evitar que la homosexualidad fuera incluida en la nueva ley. Si bien sus objetivos no fueron plenamente cumplidos – la ley se aprobó, como hemos visto, considerando peligrosos sociales a “los que realicen actos de homosexualidad” -, sus actividades marcarían el inicio del primer proceso de organización de la disidencia sexual en España, que comenzaría con la creación de la Agrupación Homosexual para la Igualdad Social (AGHOIS).

A partir de ésta organización se inició la labor del entonces denominado movimiento de liberación de gays y lesbianas que desde Cataluña se extendió por todo el país, creándose organizaciones en Valencia, Mallorca, Madrid, Málaga, Zaragoza, Santiago de Compostela, Bilbao, etc. En 1972 se constituyó el Movimiento Español de Liberación Homosexual (MELH) con el objetivo de concienciar a los homosexuales en la reivindicación de sus derechos y conseguir por parte de la sociedad su aceptación y reconocimiento.

A finales de 1975, con la finalidad de reforzar el perfil ideológico de AGHOIS, se constituyó el Front d’Alliberament Gai de Catalunya (FAGC), de notable influencia en los movimientos homosexuales de la transición en todo el Estado.

Tras la muerte de Franco, ni el Real Decreto Ley de julio de 1976(3) sobre amnistía, ni la Ley de Amnistía de 1977(4) afectaron a los presos homosexuales, al no ser considerados presos políticos. Por tanto, ni los homosexuales, ni el resto de presos internados en aplicación de la ley de peligrosidad social, fueron excarcelados y tuvieron que seguir cumpliendo condena. En este contexto, es obvio que las principales reivindicaciones de los colectivos fueran la derogación de la Ley de peligrosidad y rehabilitación social y la amnistía para los disidentes sexuales que cumplían condena.

Primeras referencias al activismo en Canarias: Homosexuales Unidos Canarios

En el mes de mayo de 1977, varios grupos homosexuales de diversas partes del país presentaron en Madrid un comunicado de prensa en el que denunciaban el hecho de que “los homosexuales siguen siendo reprimidos; nuestra actual sociedad española sigue privándoles de sus más elementales derechos como personas y como ciudadanos; siguen vigentes leyes injustas y vejatorias (…)” y, entre otras reivindicaciones exigían la “inmediata derogación de la Ley de Peligrosidad y Rehabilitación Social y la disolución de los tribunales que las aplican

Este manifiesto estaba firmado por asociaciones de Madrid, País Vasco, Baleares, Valencia, Andalucía y Aragón, sin que constara la firma de ninguna organización canaria. No obstante, ese mismo año, en el número 22 de la revista Ozono (Madrid, julio de 1977), encontramos el antecedente más antiguo que hemos podido encontrar del movimiento homosexual en las Islas(5). En dicha publicación, el denominado colectivo Homosexuales Unidos Canarios (HUCA), en un documento denominado Plataforma Reivindicativa se define como una “organización independiente, natural y elemental”, que no se encuentra adscrita a ningún grupo político y cuyo objetivo principal es “la feliz realización personal de cualquier ser humano”.

En el documento reivindican como “urgente y necesario conseguir de todos los estamentos sociales la inmediata supresión de cualquier discriminación para la realización personal” y, entre otras cuestiones, demandan el respeto total y absoluto por la inviolabilidad del domicilio, el derecho de intimidad, la supresión cualquier tipo de censura en espectáculos y publicaciones y la libertad de toda persona de usar y utilizar su cuerpo, con las limitaciones mínimas, siempre que no medie abuso, engaño o violencia.

También exigían acabar con el gueto homosexual, condenaban la prostitución masculina o femenina y expresaban la necesidad de impartir una educación sexual adecuada y objetiva, así como la exigencia a todos los medios de comunicación social de un tratamiento objetivo claro y eficaz sobre cualquier tema relacionado con la homosexualidad.

Solicitaban la derogación inmediata de la Ley de Peligrosidad y Rehabilitación Social, la implantación de los dieciocho años como edad mínima para la mayoría de edad y la normalización en el consentimiento de relaciones sexuales a partir de los catorce años, salvo a deficientes mentales o funcionales. Por último, manifestaban su “confianza en que todos los grupos políticos que integran el Estado incluyan en sus programas unas posiciones concretas y bien definidas acerca de la Homosexualidad”.

El artículo no daba detalles acerca de quiénes componían el colectivo, ni en qué isla o islas estaba implantado, ni posteriores acciones del mismo. Esta plataforma reivindicativa muestra un ideario muy cercano a las asociaciones de la época, en las que, como hemos visto, la derogación de la ley de peligrosidad social era un objetivo fundamental.

El Diario de Avisos, de la provincia de Santa Cruz de Tenerife, 26 de agosto de 1977, hacía referencia a dicho manifiesto y publicaba la tabla de reivindicaciones en una sección denominada El Frasquito de perfume. A pesar de que en uno de los puntos se pedía a los medios de comunicación social un tratamiento “objetivo, claro y eficaz” al abordar el tema de la homosexualidad, el artículo finalizaba con algunos comentarios presuntamente jocosos en los que, aparte del juego de palabras con el nombre del colectivo, de dudoso gusto, ironizaba sobre la existencia de dicha asociación. En el texto del periódico se lee:

“’Las llamadas ”locas“ se han unido y han lanzado su declaración de principios. (…) La declaración de la HUCA – ojo, HUCA, ¿eh?, no confundir – es una auténtica perla cultivada. No sabemos si estas asociaciones también tienen que pasar por un registro, aunque creemos que no. Pero los mariquitas – bueno, los homosexuales -, se han constituido en asamblea y piden la supresión de la Ley de Peligrosidad Social que les afecta. En fin, aquí está la noticia. Y yo con estos pelos’”.

Como se puede observar, un artículo lleno de fina ironía, en el que lo que se cuestiona es la existencia de grupos activistas homosexuales y no la vigencia de una ley que prácticamente criminalizaba la homosexualidad y que, como veremos a continuación, permitía su detención y encarcelamiento.

Siguen las detenciones de homosexuales en Las Palmas

Con este título, el Diario de Las Palmas de 30 de septiembre de 1977 hacía referencia a la detención de “un buen número de homosexuales” por miembros afectos a la Brigada Criminal de Las Palmas. “La inclusión de estos últimos en el grupo de maleantes – expone el periodista -, vuelve a poner de actualidad un tema ingrato y no siempre esclarecido, el de la homosexualidad, presente aquí en Las Palmas, como en cualquier rincón del país (…)”.

A continuación, El periodista se realiza la siguiente pregunta:

¿Son los jóvenes “gay” todavía considerados como elementos indeseables y viciosos y en consecuencia se les castiga taxativamente con todo el peso de la ley, o por el contrario el problema del homosexual está ya siendo considerado como un fenómeno encuadrado en una problemática social?

El cuestionamiento del periodista es significativo, en tanto empieza a plantear la realidad homosexual como algo más que un asunto de mero orden público o de moral social. El encuadramiento dentro de la problemática social, más allá de lo cuestionable de la expresión, no deja de ser un avance en cuanto a la percepción del fenómeno de las disidencias sexuales no tanto como un elemento perturbador del orden social y moral sino como una realidad a tener en cuenta desde perspectivas más amplias. De hecho, en el artículo encontramos también una referencia al movimiento homosexual local, no sin detalles que remarcan el estereotipo:

Pero las cosas cambian y sin llegar a extremos notorios y excesivamente públicos (…), el gay abandona la clandestinidad y ha decidido mostrar su rostro maquillado y un programa en el que (…) se advierten planteamientos sujetos a corrientes de izquierda, ácratas, ya desde el comienzo de sus reivindicaciones”.

Consideraciones psicológicas aparte – continúa el artículo -, el movimiento ”gay“ está aquí y ahora presente se quiera o no y sus gestiones han recibido el consenso y aún el apoyo de partidos políticos en la oposición. Luchan por desterrar la imagen de ”perversión“ y en definitiva romper las barreras aislacionistas (con las) que la sociedad siempre ha levantado en su entorno”.

A pesar de todo, no puede evitar caer en el tópico homófobo de la vinculación entre homosexualidad y delincuencia y presenta una perspectiva que aúna la patologización y la clasificación moral:

Lamentablemente, junto al hecho de la homosexualidad como fenómeno sociológico – sobre el que no es necesario pronunciarse aquí y ahora -, lo cierto es que con mucha frecuencia el homosexual vive en el mundo del hampa, al borde de la delincuencia y su ”vicio“ le lleva en muchos casos a engrosar ese mundo”.

El artículo no hace referencia específica a un colectivo determinado, pero sí a una estructura organizada, de carácter reivindicativo – programa, dice el periodista -, en el que se advierten “planteamientos de izquierda, ácrata”. Tampoco a líderes o lideresas concretos: las cosas cambian (…) sin llegar a extremos notorios y excesivamente públicos, dice el artículo -. Nos encontramos con un fenómeno que es característico de la época y que podríamos calificar como de visibilidad colectiva e invisibilidad individual.

El activismo de la transición se encuentra en una situación complicada a nivel legal y social. Si durante el franquismo el incipiente movimiento homosexual se movía en la más absoluta clandestinidad, durante la transición estos movimientos tardaron en ser reconocidos legalmente. Así, el FAGC intentó su legalización desde el año 1978, pero el Ministerio del Interior rechazó la reiteradamente la solicitud aludiendo a los artículos del código penal que regulaban el delito de escándalo público. El 15 de julio de 1980(6), tras una campaña de presión social y los correspondientes recursos, el FAGC es finalmente legalizado.

Por otra parte, la discriminación social era importante. La presión en los ámbitos familiar y laboral era difícil de superar y la visibilidad individual, el poner rostro con nombre y apellidos al movimiento, podía traer todavía consecuencias indeseadas. De ahí que el movimiento fuera visible en lo grupal, pero sus líderes invisibles a nivel individual. Fue en 1978, en un programa de la televisión pública española, cuando el pionero Armand de Fluvià y Jordi Petit(7), dirigente del FAGC e histórico líder del movimiento homosexual nacional e internacional, dieron por primera vez la cara como representantes del movimiento homosexual. Pero esa circunstancia fue excepcional, habría que esperar al año 1983 para que Petit volviera a la televisión(8), y no se produjo en Canarias ni prácticamente en el resto del país. En la investigación de hemeroteca no hemos encontrado un solo nombre de activista canario y las imágenes que aparecen en los artículos son completamente anónimas.

Pero lo cierto es que, como bien indicaba el artículo, el movimiento homosexual en Canarias comenzaba a organizarse y a visibilizarse y, al año siguiente, saltan a las páginas de la prensa local las primeras manifestaciones públicas en las Islas.

Accidentada concentración gay en Santa Cruz

Tras la muerte del dictador en el año 1975 los colectivos homosexuales, que se habían organizado en la clandestinidad ante la amenaza de las leyes represoras, iniciaron un proceso de visibilización necesario para poner de manifiesto sus exigencias de cambios legales y sociales. Así, el 26 de junio de 1977 y convocada por el FAGC – organización aún ilegal -, más de 5.000 personas se manifestaron por las ramblas de Barcelona al grito de eslóganes como “Amnistía sexual” y “No somos peligrosos”, en clara referencia a los encarcelados en aplicación de la ley de peligrosidad social.

De la convocatoria dio cuenta El Eco de Canarias en su edición del 22 de junio de ese año al título de: “150.000 de toda España. Manifestación de homosexuales en Barcelona el Domingo”. En el artículo se destaca que “se exhibirán pancartas alusivas a la discriminación social de los homosexuales y a la exigencia de que sean eliminadas todas las penas y prevenciones que les afectan de la vigente Ley de Peligrosidad Social.De momento

– concluye el artículo -, la manifestación no cuenta con autorización gubernativa“. Y efectivamente, la manifestación de Barcelona tuvo un final violento, con violentas cargas policiales y detenciones de manifestantes.

La primera referencia en prensa de una acción pública del movimiento homosexual en Canarias la encontramos en el Diario de Avisos de 27 de junio de 1978. Con el título “Accidentada concentración gay en Santa Cruz”. La concentración, desarrollada en el Parque García Sanabria, fue celebrada el 25 de junio y convocada por el denominado Partido Democrático de Homosexuales de la Región Canaria. Al acto acudieron unos doscientos homosexuales, según estimaciones del periodista, y algunos grupos políticos no especificados en el artículo que apoyaban sus reivindicaciones. Durante el acto se portó una pancarta en la que se leía “No a la Ley de Peligrosidad Social. 25 de junio, día del orgullo Gay”, lema fundamental de todas las acciones de la época.

Según el periódico, la concentración no estaba autorizada de manera oficial aunque sí de manera verbal. Durante su desarrollo, un comisario de policía les exhorto a disolverse y, ante la negativa de los concentrados, solicitó refuerzos y fue retirada la pancarta. Tras lo que el periodista califica de “lamentables incidentes”, que no describe, se inició una manifestación improvisada y pacífica por las Ramblas del General Franco hacia el centro de la ciudad. Durante el trayecto se corearon consignas del tipo “Libertad Sexual”, “No a la Ley de Peligrosidad Social” y “Suárez escucha, los gays están en lucha”. En el artículo se destaca la agresión sufrida por el presidente de la organización convocante por parte de un miembro de la Policía Armada, fuerza que se retiró tras las muestras de censura del público que contempló la agresión.

No es fortuito que la primera manifestación en Canarias se desarrollase en Tenerife, sede de la Universidad de La Laguna, entonces único centro universitario de las Islas. Al igual que en muchas otras universidades del país, aunque con menor relevancia que en otras, La Laguna había sido un espacio proclive a la actividad de los movimientos políticos clandestinos, ya desde mediados de los sesenta, por parte de estudiantes de las juventudes socialista, comunista y demócrata cristianas(9). De hecho, según el profesor Hernández Bravo de Laguna, “la Universidad de La Laguna se transformó en el principal reducto antifranquista de la isla de Tenerife”.

Por otro lado, la transición propició la emergencia de numerosas organizaciones sociales vinculadas al ámbito feminista, estudiantil, el movimiento vecinal, el ecologista y el antimilitarista. En este ambiente, prolífico desde el punto de vista político y de amplia movilización social, no era de extrañar que los estudiantes homosexuales de la universidad decidieran iniciar un proceso organizativo, emulando así a los colectivos que ya visiblemente habían puesto en marcha su activismo en el resto del estado. Sin duda, las noticias de la manifestación del año anterior en Barcelona, que tuvo repercusión en la prensa local(10), debieron ser incentivo para la convocatoria tinerfeña. Y, por otro lado, la notable presencia de estudiantes de Gran Canaria en la universidad, permitiría trasladar también a esta isla las siguientes convocatorias del incipiente movimiento homosexual canario.

La derogación de la LPS: un clamor social

La derogación de la ley de peligrosidad social no fue una reivindicación exclusiva de los movimientos homosexuales. La ley no sólo permitía reprimir las disidencias sexuales sino que su ambigua interpretación y su arbitraria aplicación era utilizada en ocasiones para la represión política. Asimismo, la ausencia de medidas rehabilitadoras, el hecho de que la mayoría de los peligrosos sociales acabaran siendo recluidos en cárceles junto con presos comunes, a pesar de que presuntamente las medidas se aplicaban a situaciones pre-delictuales, y la consecuente inseguridad jurídica y limitación de derechos que todo ello implicaba favoreció que desde diversos sectores sociales se exigiera su derogación inmediata. Todo ello en el marco de construcción de un sistema democrático que iniciaba su andadura con pasos indecisos en medio de un ambiente político y social ciertamente conflictivo.

Como muestra del contexto de beligerancia social, el 18 de julio de 1977 se produjo un motín en la cárcel de Carabanchel de Madrid. Las lamentables condiciones de los presos heredadas del régimen dictatorial influyeron en la creación de la denominada Coordinadora de Presos Españoles en Lucha (COPEL), a través de la que se reivindicaban una amnistía o indulto general, la abolición de torturas y tratamientos que violasen los derechos humanos, una alimentación decente, una sanidad efectiva y, entre otras numerosas cuestiones, la supresión de la ley de peligrosidad social.

El motín de Carabanchel se extendió a doce prisiones del país, entre ellas la de Barranco Seco, en Gran Canaria, hecho que tuvo amplia repercusión en los medios locales. El Eco de Canarias del 21 de julio titulaba el motín con el texto Motín en la cárcel de Las Palmas. Piden amnistía total, trabajo y libertad. En el artículo se exponían las reivindicaciones que, desde las ventanas, exponían los presos, entre los que se encontraban también disidentes sexuales. Así, con el texto: “los homosexuales se quejaban de la Ley de Peligrosidad Social”, el periodista reflejaba las reivindicaciones de este colectivo, dando muestras de la presencia de presos homosexuales en el centro penitenciario en aplicación de la mencionada norma.

Pero además de los colectivos y los presos, la derogación de la norma represora era exigida por partidos políticos, sus organizaciones y por entidades ciudadanas, como la Asociación Canarias Solidaria de Tenerife (El Eco de Canarias, 18/07/1977) y las Juventudes Socialistas Canarias (El Eco de Canarias, 19/11/1977). También los partidos más importantes a nivel nacional, entre los que se nombra a Unión de Centro Democrático (UCD), Partido Socialista Obrero Español, Partido Comunista de España y Alianza Popular, “en mayor o menor proporción, ponen en tela de juicio la actual Ley de Peligrosidad Social”, según un artículo de El Eco de Canarias del 20 de enero de 1978, en el que el representante de UCD expone “que ni la homosexualidad ni la prostitución deben ser objeto de reproche penal alguno”.

Desde los juristas especializados en cuestiones criminológicas también se muestra una postura favorable a la derogación de la ley, según una encuesta publicada en El Eco de Canarias (12/08/1977). “Es una ley represiva, que juzga conductas y personalidades y no hechos concretos, lo que conlleva una tremenda inseguridad”, declara el jurista Hernández Rodero en el artículo.

E igualmente otros sectores afectados expusieron públicamente sus reivindicaciones derogatorias en la calle, como fue el caso de la manifestación de prostitutas y otros marginados que recorrió las calles de Bilbao en apoyo a la COPEL y en exigencia de que fuera abolida la citada ley (El Eco de Canarias, 13/11/1977).

La presión social y la conciencia del gobierno de UCD de que al menos algunos aspectos de la ley no eran compatibles con la Constitución recientemente aprobada, permitieron que en enero de 1979 se derogaran varios de los artículos, entre ellos el referente a los actos de homosexualidad. Aun así, la homosexualidad seguiría siendo perseguida durante varios años más mediante figuras como la del escándalo público del artículo 431 de Código Penal, siempre al albur de que un juez considerara esa conducta como ofensiva “al pudor o las buenas costumbres”, según rezaba dicho artículo.

Germen del movimiento en Gran Canaria

Ya en 1976 se había intentado crear un colectivo en la isla de Gran Canaria, según declaraciones realizadas al Diario de Las Palmas de 21 de julio de 1978 por una de las personas que protagonizaron la iniciativa. Tras una reseña a la existencia del movimiento en España, el artículo expone las declaraciones del activista sobre la iniciativa de organización. De ellas destaca algunos datos que no dejan de ser interesantes. En palabras del anónimo activista, “la gestión cayó en manos de los travestis, los que se inyectan, ya sabes”.

A pesar de la confusión de términos y el carácter transfóbico de la expresión, de sus declaraciones se deduce que fueron mujeres transexuales las promotoras fundamentales del proyecto asociativo. Sin embargo, la iniciativa no prosperó debido a que la mayoría de las promotoras obtuvieron trabajo en el mundo del espectáculo: “como justo por esa época empezó la fiebre de los espectáculos nocturnos de homosexuales, todos los integrantes de la junta gestora, que aún estaba en embrión, se contrataron y olvidaron el seguir luchando por nuestras reivindicaciones”.

Por otro lado sorprende que, según afirma el activista, en ese momento existían dos grupos en Las Palmas “uno, el que forman los Guerrilleros de la Gran Generación Gay de tendencia ultraderechista, y otro que es el FULIGEC uno de cuyos representantes mantiene un contacto directo con los movimientos de liberación de la Península”.

La referencia a un colectivo gay de tendencia ultraderechista es realmente insólita y prácticamente única en el movimiento homosexual de la época en el país. No obstante, no existen más referencias periodísticas a dicho colectivo y no parece que deba ser resaltado más que como una anécdota más bien pintoresca.

Con respecto al FULIGEC, siglas cuyo significado no se especifica en el artículo, tampoco existen referencias posteriores. No obstante, dos de sus representantes, un hombre gay y una mujer lesbiana y hermanos entre sí, realizan unas escuetas declaraciones desde el anonimato: “Sabemos lo que queremos y luchamos por rescatar a esta sociedad hipócrita los derechos que nos corresponden. Hacemos una labor de mentalización, ¿comprendes? Hay que educarse primero. Por eso vamos de sala en sala, de club en club. Hablamos, hablamos mucho. Tenemos que empezar, pero con base. Nada más”.

No parece que el FULIGEC tuviera tampoco mucho recorrido en su actividad de concienciación, pero nuevos protagonistas iban a aparecer y visibilizar al incipiente movimiento canario de la época.

Fiesta mitin en el López Socas

El 21 de junio de 1979 El Eco de Canarias anunciaba la convocatoria de una fiesta mitin que se celebrará en el centro polideportivo López Socas, convocada por “el recién creado Colectivo Canario de Hombres y Mujeres Homosexuales”, en lo que sería el primer acto público de la organización. El evento se organiza en solidaridad “con la convocatoria de la Coordinadora de Frentes de Liberación Homosexual del Estado Español” y en él participaron conjuntos de rock, como Teclados Fritos, así como agrupaciones folklóricas. Asimismo, se expusieron libros y posters realizados por miembros de la asociación.

Las principales reivindicaciones de la convocatoria destacadas en el artículo fueron la abolición de las leyes y normas que reprimen la sexualidad; la abolición de la Ley de Peligrosidad y Rehabilitación Social y la supresión de los artículos 431 y 432 del Código Penal; la amnistía para los homosexuales y por el derecho a la legalización de los movimientos homosexuales.

Si bien a principios de ese año, como hemos visto, la ley de peligrosidad social había sido modificada para eliminar a los homosexuales de su articulado, los colectivos sociales continuaban exigiendo su derogación definitiva, dado su carácter represor de conductas pre-delictuales y la infausta memoria de su utilización como mecanismo de represión ideológica durante el franquismo. Por otro lado, a pesar de tal modificación, los artículos del código penal referentes a los abusos deshonestos y al escándalo público se siguieron utilizando para condenar las relaciones homosexuales hasta entrados los años 80. Asimismo, la reivindicación de la amnistía para los homosexuales indica claramente la existencia, aún en esa época, de disidentes sexuales encarcelados por su orientación sexual, probablemente en aplicación de los mencionados artículos del código penal.

El Colectivo Canario de Hombres y Mujeres Homosexuales, convocante de la fiesta mitin del López Socas, desarrolló una notable actividad pública a finales de los años 70 y principios de los 80, de manera coordinada, en las islas de Gran Canaria y Tenerife. En Gran Canaria se encontraban en un local de la calle Buenos Aires que, desde 1977, compartían con otros movimientos sociales, como la Coordinadora Feminista.

Documentos internos del colectivo destacan, entre otros actos relevantes organizados en Gran Canaria, la celebración del Orgullo en el López Socas en los años 1979 y 1980, la participación en la fiesta-mitin de UGT, la intervención en el Congreso Clausura del Sindicato Obrero Canario (SOC), la impartición de charlas en centros educativos (Isabel de España, Tomás Morales y Pérez Galdós), en la escuela de asistentes sociales y en la Universidad Laboral. También participaron en actos de colectivos feministas y en la manifestación del 1 de Mayo.

En la isla de Tenerife se reunían en el local de la CNT y en el Colegio Mayor de San Fernando. Según dicho documento en esta isla participaron en actos de propaganda-agitación en la Universidad de La Laguna, en la clausura del congreso del PUCC-MIRAC. Asimismo, participaron en entrevistas en los periódicos y realizaron intervenciones en programas de radio. Destacan igualmente la celebración del mitin del Día del Orgullo Gay en la antigua Recova y laPrimera salida publica de travestis en Tenerife, en el Parque García Sanabria, aunque sin que quede claro que se refiera a la primera concentración a la que nos hemos referido previamente.La influencia del FAGC era notable en el movimiento canario. Las referencias al mismo son diversas en los documentos del colectivo, que ponen de manifiesto que mantenían relaciones con el Front D’Aliberament. Como veremos, algunos de los textos estudiados por la asociación canaria proceden de la catalana y entre los documentos que constan en su archivo se encuentran pegatinas, algunos ejemplares del boletín mensual que editaba el FAGC con el títuloDebat gai, una publicación de 45 páginas con el manifest del colectivo y un folleto titulado Somos gais. Cambiemos la vida, publicado en catalán y castellano, en el que el Front expone sus objetivos y anima a la participación.

A nivel interno un texto explicativo de la organización canaria, sin datar, indica que durante los momentos iniciales del colectivo se realizaban estudios elaborados por “los miembros con mayor formación teórica, aquellos procedente de la izquierda, quienes preparaban los materiales y documentos a tal fin”. Los temas que se abordaban “estaban relacionados con la opresión de los homosexuales, con el machismo, etc. y los textos extraían de publicaciones realizadas por las organizaciones existentes en el Estado sobre todo el FAGC y de revistas como El Viejo Topo”.

El historiador Miguel Ángel Sosa, que militó en la asociación, ha explicado que “el colectivo era una especie de hueco o de parcela donde homosexuales, hombres y mujeres, nos veíamos con cierta frecuencia para normalizar la situación de muchos, que ya más o menos la teníamos clara y de algunos otros que la vivían con cierta dificultad”(11).

En este proceso de debate y reflexión interna, el colectivo se dividía en grupos de trabajo dentro de los cuales se desarrollaban las discusiones y comentarios relativos a los temas objeto de estudio. Al respecto se dispuso de un plan de estudio y formación en el que se analizaban textos como “La tortura infligida diariamente a los homosexuales’” (FAGC), análisis utilizado para “’debatir a fondo la problemática homosexual en Canarias, en especial la cadena diaria de la opresión”.

Desde la perspectiva ideológica, el colectivo se definía de tendencia revolucionaria que, según expusieron sus integrantes a los periodistas en el artículo de junio de 1979, “es la que agrupa a los homosexuales que mantienen que no se puede aislar su liberación de la del resto de los grupos oprimidos y explotados, niños, mujeres y clase trabajadora”.

Con el probable fin de sentar sus bases ideológicas, elaboraron lo que denominaron un primer documento interno del colectivo, titulado “Por un Movimiento Homosexual en Canarias”. En este texto, igualmente sin fecha pero que probablemente haya sido realizado en 1979, se desarrolla el ideario de la organización, muy cercano a planteamientos de izquierda revolucionaria, como era habitual en las asociaciones de la época del resto del Estado(12), que buscaron sus espacios en terrenos de la izquierda o la extrema izquierda. La lucha del colectivo se vincula “con la que se libra contra las estructuras de una sociedad burguesa – y su discurso sexual reaccionario fundamentado en el machismo y el heterosexismo – y capitalista, del que se critica la explotación capitalista de la sexualidad (…) y la miseria sexual que origina-”.

Planteamientos de izquierda revolucionaria

En el manifiesto se analiza la realidad de la específica “opresión de los homosexuales canarios” y sus diferencias en relación con la represión vivida en otras nacionalidades del Estado Español. Asimismo, se aborda la vivencia de la homosexualidad y el nivel de conciencia según el origen social de la persona, distinguiendo entre aquellos homosexuales cuyo origen está en el lumpen-proletariado, la burguesía media o pequeña burguesía y la cúspide de la jerarquía de las clases o clases explotadoras.

Algunos de los contenidos de este documento, como su carácter claramente crítico con el sistema capitalista, su visión del turismo y los locales específicos para homosexuales y los distintos ámbitos sociales de represión, se reflejan en la entrevista publicada en el Diario de Las Palmas el 12 de abril de 1980 con el título “El poder gay se organiza en Las Palmas”. En este artículo, previo a una charla que el colectivo impartiría en el Partido Comunista de Canarias, la agrupación de Las Palmas del colectivo explica al periodista que “la explotación de la figura del homosexual por parte de esta sociedad capitalista es continua, no tienes más que ver las revistas y clubs, que proliferan sobre todo en zonas turísticas. No significa esto la liberación del homosexual, más bien se pone como un señuelo de cara al turista”.

Asimismo denunciaban las situaciones de represión en diferentes ámbitos como el familiar y el laboral y destacaban el papel del homosexual como en la sociedad como la de un revolucionario: “al tomar conciencia de sus reivindicaciones, se enfrenta a esa explotación, a esa moral hipócrita y burguesa y se convierte en un elemento que puede echar por tierra los cimientos de esas estructuras. Esa es una de las causas por las que el homosexual es perseguido con saña en países donde la democracia pura y auténtica no ha aparecido aún.

Como hemos mencionado, la ideología radical de izquierdas del colectivo era característica de los movimientos de la época al igual que la doble militancia, que también se dio en el colectivo canario. Miguel Ángel Sosa ha declarado que muchos de sus militantes venían de la pertenencia a partidos de izquierda, en incluso mantenían el algunos casos doble militancia. Pero esta afinidad ideológica no excluía ciertas fricciones.

Los conflictos con las izquierdas

Si ciertamente, tal y como afirma Berdoza Camacho (2012), la búsqueda del espacio propio de los homosexuales en el posfranquismo, tras la dura persecución durante la dictadura, “no podía encontrarse en el terreno de la derecha, sino en el plano diametralmente opuesto: el de la izquierda y la extrema izquierda”, no es menos cierto que las relaciones de las disidencias sexuales con esta izquierda no fueron totalmente pacíficas.

Ejemplo de esta situación, en ocasiones realmente tensa, lo encontramos en un artículo publicado por Juan Goytisolo en la revista Triunfo de septiembre de 1979(13). En este texto, titulado “Demos la vuelta de una vez, como un calcetín, a su miserable discurso”, el escritor exponía con ironía no exenta de cierto tono airado, la imaginaria situación en la que los heterosexuales, “marginados y arrinconados por espacio de siglos (…) reclaman hoy, al abrigo de las normas de tolerancia (…) el derecho a vivir su específica forma de sexualidad a la luz del día”. En el artículo denunciaba las hipócritas actitudes en diferentes momentos históricos y culturales hacia la homosexualidad, pero utilizando circunstancias similares aplicables a la heterosexualidad, sin dejar atrás la situación en los países socialistas.

En este sentido el autor ironiza con el hecho de que “frente a quienes creen ver en ella – la heterosexualidad -, un simple producto de explotación precapitalista o burguesas y, en cuanto tal, condenado a desaparecer en las futuras sociedades igualitarias, la experiencia acredita que (…) sigue manifestándose y dando que hacer en el ámbito de los países bajo un régimen de dictadura del proletariado.” Asimismo expresa que “los países socialistas han intentado erradicarla sin éxito mediante el envío de los interesados a granjas colectivas, campos de reeducación y asilos psiquiátricos”.

El artículo se complementa con un faldón en el que, ya sin ironía, algunos destacados dirigentes de izquierda responden a dos cuestiones que se les plantea: ¿qué opinión te merece la homosexualidad? y ¿estás de acuerdo con la creación de frentes que luchan en defensa de los derechos de los homosexuales? Las respuestas no dejan lugar a dudas sobre las contradicciones de unos políticos que empezaban a moverse sobre terrenos que poco habían explorado. Como muestra la de dos destacados dirigentes, Manuel Guedan de la Organización Revolucionaria de Trabajadores y el muy conocido Enrique Tierno Galván, entonces líder del Partido Socialista Popular.

El primero respondía de la siguiente manera a las cuestiones planteadas:

Es una alteración de la sexualidad. No es una forma normal de entender las relaciones sexuales, no es un modo natural y puede verse en un tipo de deformación educativa, psicológica o física (…). No creo que haya que reprimir la homosexualidad de una forma policiaca o física. Hay que buscar la fórmula de solucionar estos problemas que son una enfermedad con origen en causas distintas y que pueden requerir tratamientos de diversos tipos.

Por su parte, Tierno Galván contestaba con las siguientes palabras:

Es un problema respecto del cual hay que tener mucha comprensión. Se trata de personas que han desviado los instintos bien por razón biológica, por razón social o, en muchos casos, porque no han tenido un tratamiento psiquiátrico a tiempo. (…) La homosexualidad debe ser corregida porque realmente no responde a los principios de una sociedad estable tal y como se entiende. Por lo menos, desde el punto de vista socialista revolucionario se comprende que la pareja hombre-mujer es la determinada para lleva a cabo el protagonismo histórico y que este tipo de emparejamiento nace de razones que están construidas sobre los instintos más que sobre la racionalidad.

Estas visiones manifestaban una visión patologizante y asocial de las disidencias sexuales, no muy distantes de las de la propia dictadura franquista. No es de extrañar, por tanto, que los propios colectivos homosexuales fueran críticos con la homófoba intolerancia que destilaban en ocasiones los partidos con los que se identificaban. Así, en el documento “Por un movimiento homosexual canario”, el Colectivo Canario de Hombres y Mujeres Homosexuales, al analizar la realidad de la opresión de los homosexuales canarios durante la dictadura, incluía como elemento fundamental “la nula respuesta de los partidos políticos y de las organizaciones obreras y populares a la opresión específica de los/las homosexuales tanto a nivel de sus programas ideológicos y políticos como a nivel de su práctica interna y externa”. Asimismo, pone en evidencia el hecho de que “la falocracia y el puritanismo de todos los partidos políticos y de la mayoría de las organizaciones obreras y populares relega al olvido la opresión homosexual y la lucha contra el poder que la burguesía hegemónicamente ejerce sobre los cuerpos y el placer”.

No obstante, no deja de ser cierto el apoyo que las actividades organizadas por el colectivo tenía entre los partidos de izquierda, que se muestra no sólo con la charla en la sede del Partido Comunista de Canarias a la que antes nos referimos, sino en el amplio apoyo en convocatorias como el mitin del López Socas de junio de 1979 o la jornada en el Palais Royal de Tenerife de 1980, que fueron apoyadas por organizaciones como CNT, SOC, UGT, Unidad Socialista, Unión Juventudes Maoistas, ORT, STEP, CC.OO., PCE, PCC, PSOE-PSC, PUCC-MIRAC y LCR, entre otras.

El declive de los 80

Tras el auge activista de la década anterior, los años ochenta fueron testigos del declive del movimiento gay-lésbico en todo el Estado. Muchos de los colectivos creados en la vorágine activista de la transición desaparecieron. La consecución del principal objetivo de esos primeros años, como fue la eliminación de la referencia a los homosexuales de la ley de peligrosidad social, junto a la necesidad de disfrutar una libertad desconocida por muchas generaciones de personas lgtb, facilitaron la desmovilización y el decaimiento del activismo.

En Canarias, el año 1980 significó un punto álgido pero también prácticamente final del movimiento de la transición. El mes de junio de ese año, el movimiento canario organizó dos actos públicos en celebración del día del orgullo gay. El de Gran Canaria fue convocado por el Colectivo de Homosexuales Canarios y el Colectivo Canario de Liberación de la Mujer Lesbiana, según noticia de El Eco de Canarias del 24 de junio, y se celebró el 27 de junio, en el polideportivo López Socas, según el diario La Provincia del 28 de ese mes.

En Tenerife el acto tuvo lugar en el Palais Royal, convocado por el Colectivo Canario de Hombres y Mujeres Homosexuales. Según el Diario de Avisos del 25 de junio, que anunciaba la convocatoria, la fiesta-mitin tenía “como principal objetivo la legalización de los movimientos homosexuales en España, así como la desaparición de todas las leyes represivas en materia sexual”.

El mismo diario, en su edición del 29 de junio, publicó que al acto tinerfeño acudieron unas 300 personas y la convocatoria fue apoyada por varios partidos de izquierda y organizaciones sindicales. Entre los partidos, el PUCC-MIRAC, realizó un comunicado, que destaca el citado artículo, en el que “manifiesta su apoyo decidido y consciente al joven movimiento homosexual canario. Sólo con la lucha decidida y revolucionaria de las mujeres y hombres de nuestro pueblo irán minando las bases sobre las que se asienta la secular opresión de las y los homosexuales, en el camino de una sociedad sin clases donde se dé el marco que posibilite la total liberación sexual de los individuos (…).

Tras estas convocatorias, el colectivo canario prácticamente desaparece de los medios de comunicación. Tampoco hay referencias posteriores a ese año en la documentación de la organización y, según Miguel Ángel Sosa, el colectivo fue desapareciendo sin causas aparentes. Siguiendo la misma senda del activismo del resto del Estado, el movimiento perdió fuerzas tras la consecución de los primeros objetivos legales y cierta paz social entre el poder político y la comunidad, que vivía sus primeros años de libertad en los locales de ambiente que proliferaron en la época. Habría que esperar al año 1994 para que con la aparición del Colectivo Gamá de Gran Canaria y, en los años siguientes, Algarabía de Tenerife y Altihay de Fuerteventura, el movimiento lgtb canario se reactivara e iniciara una nueva, más larga y fructífera etapa.

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