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El anticipado colapso en las urgencias del Negrín pone en alerta a los sanitarios: “Hemos tenido dos semanas muy duras”

Pacientes en los pasillos de Urgencias del Negrín. (Fotografía de archivo)

Iván Suárez

Las Palmas de Gran Canaria —

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Es miércoles, son las cinco de la tarde y una mujer espera noticias sobre su marido, ingresado desde poco antes de las once de la mañana en las urgencias del Hospital Universitario Doctor Negrín de Gran Canaria por unos problemas digestivos que se le han ido complicando. “Estoy preocupada, no me han dicho nada. Hoy no me voy de aquí sin que me den un diagnóstico”, dice. Es la tercera vez que acude en apenas diez días. Como ella, otros familiares de pacientes hacen cola ante la ventanilla de información. A pocos metros, sale una mujer en silla de ruedas y llama por teléfono. “Ahora dicen que me van a llevar al cirujano. Tengo que esperar más”, comunica, visiblemente enfadada, a la persona con la que habla. En la puerta, un técnico de ambulancias y un vigilante de seguridad intercambian algunas palabras. “Hoy la cosa está más calmada”, se le escucha a uno de ellos.   

El día anterior, la gerencia del complejo había decidido abrir un ala de tránsito para ubicar a pacientes que llevaban hasta tres días en urgencias a la espera de que se liberaran camas para poder ser ingresados en las plantas de hospitalización. Lo hizo después de que profesionales del servicio compartieran un vídeo, difundido en varios medios de comunicación, que mostraba un nuevo episodio de saturación, con los pasillos repletos de camillas. “Hemos tenido dos semanas muy malas, muy duras. Llama la atención que se haya producido en octubre, no es normal que haya un colapso así en esta época y eso es lo que más miedo da. No sabemos qué puede pasar cuando llegue el invierno”, estación en la que se producen picos de incidencia de enfermedades como la gripe que provocan un incremento de la demanda asistencial en urgencias, explica un médico del servicio. 

Los profesionales apuntan varias razones para explicar ese incremento de la presión. “Se está elevando la incidencia de las afecciones respiratorias, de los virus, de las neumonías. Probablemente tenga que ver con que se han dejado de usar las mascarillas”, afirma el mismo facultativo. “Este año la gripe ha llegado antes”, tercia otro. Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades ya han empezado a advertir señales de un aumento de la actividad de virus estacionales como la influenza. En estos días de colapso, los mayores problemas de disponibilidad de camas en planta se han dado en los servicios de Medicina Interna y Neumología, precisan las mismas fuentes. 

Los sanitarios advierten además un “pequeño repunte” de la Covid-19 y recuerdan otros factores sobre los que llevan avisando desde hace años, como el envejecimiento de la población. “La mayor afluencia es de personas mayores con patologías crónicas descompensadas y pacientes oncológicos con la enfermedad avanzada o empeoramiento de los síntomas”, explica Dácil Cárdenes, médica de urgencias en el otro hospital público de referencia de Gran Canaria, el Insular Materno Infantil, que también empieza a experimentar una mayor presión, aunque aún no a los niveles que provocaron las movilizaciones en el servicio hace cerca de un año. 

La dirección del Hospital Doctor Negrín afirma que el área de urgencias tiene ya un índice de ocupación “más normalizado” después de la elevada presión asistencial registrada en la semana precedente, cuando se llegó a atender una media de entre “300 y 320 pacientes diarios”, lo que supone “entre 50 y 70 más” de lo habitual. Fuentes oficiales del complejo afirman que ese incremento de la demanda asistencial ha coincidido con una “alta actividad quirúrgica” que conlleva, a su vez, una “gran ocupación” en las plantas de hospitalización. Ante esa falta de camas, los pacientes de urgencias que requerían ingreso tuvieron que esperar para que se liberaran plazas hasta 72 horas en algunos casos, según diversas fuentes consultadas por este periódico. 

El sindicato Asaca explica que llegaron a utilizarse cuatro pasillos, con cerca de 50 pacientes en camillas. Incluso en el área central, fuera del espacio habilitado en urgencias. “Entre los casos más dolorosos, cinco pacientes que tenían que ser ingresados en Oncohematología (especialidad que atiende los procesos oncológicos que se originan en los órganos que forman la sangre y los ganglios linfáticos) y no podían subir porque no había camas en ese servicio Algunos estuvieron todo el fin de semana en urgencias”, apunta esta organización. 

La gerencia sostiene que, además de la apertura del ala de tránsito (un espacio intermedio entre las urgencias y las zonas de ingreso hospitalario, ubicado en la segunda planta y con capacidad para una veintena de camas), ha adoptado una serie de medidas como “potenciar las intervenciones ambulatorias, agilizar las altas de los pacientes que lo requieren y priorizar la utilización del servicio de hospitalización a domicilio”. 

La punta del 'iceberg'

Los profesionales inciden en que el desborde en urgencias es solo la punta del iceberg. “Es el sistema que colapsa de manera integral. Aumentan las consultas y las derivaciones y el drenaje en urgencias es insuficiente”, afirma un facultativo del servicio, que añade que a ello se le suma el “agotamiento” del personal. “Se producen muchas bajas y peticiones de días o reducción de jornadas, lo que agrava el problema precisamente en momentos de saturación”. Se calcula que en torno al 15% de las personas que llegan a urgencias tienen que quedarse en el hospital ingresados en planta. Es decir, si en un día se atiende a 300 pacientes, unos 45 requieren cama en planta. Cuando no hay, se generan los pasillos

Otro de los facultativos consultados relata que en días pasados cada médico pudo asumir en su turno hasta 24 pacientes a la vez, cuando “una ratio normal sería de ocho a diez”. “La situación de los pacientes y la manera en que tenemos que trabajar son tercermundistas. No hay ningún tipo de privacidad, ni de distancia de seguridad, están todos juntos, pegados. A veces no se le puede suministrar oxígeno a algunos pacientes porque no hay tomas suficientes”, afirma este profesional, que lamenta que las gerencias no tomen cartas en el asunto hasta que no se produce “un impacto mediático y en las redes sociales”. 

“Lo ideal sería que todas las plantas hospitalarias estén abiertas para descargar las urgencias, pero esto no se da muchas veces y se genera el colapso. Hay que disponer de personal para las plantas de tránsito, sobre todo de Enfermería y auxiliares. Eso depende de la gestión de personal, de los supervisores, de quitar de algún lado para meter en otro” en las épocas en las que se producen estos “picos atípicos” de pacientes, agrega. 

Un octubre “relativamente tranquilo” en el Insular

“Hemos llegado a nuestro límite”, decía hace once meses el personal de urgencias del otro hospital de referencia de la isla de Gran Canaria, el Insular Materno Infantil, ante los continuos colapsos que sufría el servicio y la falta de respuesta institucional y de soluciones. De esas movilizaciones surgió el movimiento #pasillocero, que pretende acabar con esa práctica que llegó a normalizarse hasta el punto de que se marcó el suelo con la numeración de las camillas donde ubicaban a los pacientes que no cabían en los módulos de urgencias.  

Dácil Cárdenes explica que es precisamente en octubre cuando empieza a colapsar el servicio debido a las patologías de invierno. Sin embargo, este mes ha sido “relativamente tranquilo” para lo acostumbrado en el Insular, aunque ya se percibe un incremento de la presión y ha habido días de “colapso de pacientes en los pasillos”. “Con la polémica del año pasado se abrió una nueva planta de hospitalización con algo más de veinte camas. No son muchas, pero es verdad que eso nos ha ayudado y que el hospital ha entrado en la rutina habitual. Nuestro colapso suele ser el colapso de las plantas hospitalarias, que rebosa por urgencias por el número de ingresos que no pueden subir porque no hay camas”, remarca. 

La facultativa detecta, además, que se están agilizando las altas en planta, una de las reivindicaciones del colectivo para que se liberen camas y, en consecuencia, se drene urgencias. “Los servicios están funcionando mejor, sobre todo los grandes y eso repercute en que las altas se estén dando más pronto y que los pacientes no tengan que estar tanto tiempo en urgencias”, señala. Los problemas se siguen dando, principalmente, a principios de semana, ya que los fines de semana el número de altas en plantas de hospitalización es muy inferior (no están los equipos habituales, sino personal de guardia). 

Cárdenes insiste en que las urgencias son el espacio en el que se manifiestan, en última instancia, los problemas de funcionamiento del sistema. Y, en este sentido, apunta que es fundamental la atención primaria. “Cuando la atención primaria no está bien, se derivan muchos pacientes al hospital, porque no funcionan correctamente las listas de espera, las citas, los pacientes no pueden esperar a que los médicos los vean en quince días y entonces terminan yendo a urgencias, porque es verdad que la enfermedad no puede esperar”. 

La experiencia de años precedentes y lo ocurrido estas pasadas semanas en el Hospital Negrín pone en alerta a los profesionales. “El problema aparecerá en breve también en el Insular y no es sino reflejo del desfase que hay entre la oferta y la demanda. Cada vez tenemos una población más envejecida y el modelo de cuidado de nuestros mayores ha cambiado, cada vez necesitamos más de las instituciones. El apoyo sociosanitario, ya sea en centros de día, en residencias o en la posibilidad de apoyar a las familias para cuidar a los mayores en sus casas, está quebrando. Es la punta del iceberg de un modelo que hace aguas. Pasa en el Negrín, pasa en el Insular y cada vez pasará más”, concluye el enfermero Luis Vega, uno de los promotores de la iniciativa #pasillocero.  

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